Parte 31

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Will

Tomó absolutamente todo el auto control que me quedaba para no cerrar la puerta con un portazo. Sabía que si me encontraban a estas horas aquí se me armaría un lío de los grandes, así que contra todos los impulsos animales que tenía cuando estaba cabreado cerré la puerta silenciosamente y bajé las escaleras.

Me cabreaba no saber donde estaba, me cabreaba que ni Brooke ni Lexie, que supuestamente eran sus amigas y además compañeras de cuarto tampoco supieran. Y me cabreaba que a estas alturas de la noche no estuviera tirado durmiendo en una cama con Kat a mi lado.

Había planeado sorprenderla, había hasta ido al estúpido centro comercial para compararle un regalo. Iba a colarme en su cuarto a medianoche y sorprenderla por su cumpleaños, y nos quedaríamos durmiendo juntos como lo habíamos hecho ayer. 

Había sido una cursilada, definitivamente algo que nunca había pensado que haría y encima de todo Kat no había aparecido en las próximas seis horas. Me carcomía la cabeza no saber donde estaba.

Ya estaba amaneciendo y con la luna también se había ido mi paciencia. Estaba casi seguro que se había ido a dormir a lo de sus padres por la hora que era, pero no me contestaba ningún mensaje y no me iba a quedar esperándola en su habitación como un idiota. 

Me subí la capucha de mi chaqueta al salir hacia afuera. Había comenzado a llover y nunca me había dado cuenta, claro que eso era porque en algún punto me había quedado dormido. 

Coloqué las manos en los bolsillos de mi pantalón y avancé hasta donde tenía aparcado el auto, no veía la hora de llegar a la residencia y sacarme toda la ropa que ahora estaba totalmente mojada. 

A mitad de camino vi una silueta de una persona bajo uno de los puentes de la universidad, y no tengo ni idea de como, pero sabía que era ella. Estaba muy alejado como para ver bien, era imposible verle la cara pero aun así lo sabía. Era como si estuviéramos conectados por alguna clase de magnetismo imaginario que me hacía acercarme cada vez que la veía, alejando cualquier duda sobre su identidad. 

Kat estaba recostada, su espalda contra el banco y con sus piernas cruzadas en forma de indio. Estaba con los ojos cerrados y quizás no me había escuchado acercarme porque se quedo quieta como si estuviera durmiendo. ¿Había estado así toda la noche?

—¿Kat?

Abrió los ojos y pegó un brinco en el lugar, claramente sorprendida por mi presencia. Se sentó emitiendo un leve quejido. Estaba totalmente empapada, de pies a cabeza. El agua le goteaba del pelo y le caía sobre la falda. 

—Hola—me contestó con total normalidad, como si fuera de lo mas común encontrarla así en medio de la noche y en el medio de la lluvia. 

—¿Que estas haciendo?

Me saqué la chaqueta que tenía y se la coloqué sobre los hombros. Ella me sonrió levemente.

—Nada, disfrutando de la noche—dijo mientras que elevaba sus hombros.

—¿A las seis de la mañana en el medio de la lluvia?—me arrodillé para quedar cara a cara con ella. —Kat, ¿donde te has metido? Llevo horas esperándote.

Para mi sorpresa, todo el enojo que había acumulado a lo largo de la noche se había desvanecido con tan solo verla y saber que estaba a salvo.

—¿Me estabas esperando?—me miró extrañada. 

Cuando hicimos contacto visual pude ver que algo no andaba bien, era como si al mismo tiempo que me respondía no estaba en la conversación. Noté un brillo extraño en sus ojos y entonces lo supe de inmediato. 

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