Parte 30

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Kat

Al subirme al auto una parte de mi pensó que iría a la residencia de los chicos para ver si Will estaba bien, pero sin ser consciente, y como si mi cuerpo hubiera tomado vida propia me encontré aparcando enfrente de lo de Kade.

Pero una vez que la puerta se cerró detrás de mi, de pronto me sentía muy insegura. ¿Que había venido a hacer?

Kade se puso frente a mi, estábamos los dos en el pequeño pasillo que se hacía ver apenas entrabas. Tenía el pelo negro sobre la frente y sus puntas rubias brillaban mas que nunca.

—Así que un mal día, ¿eh?—me preguntó mirándome de lado.

—He tenido mejores—le respondí tratando de ocultar mi nerviosismo.

Sabía que no le tenía que tener miedo a Kade, él nunca se había pasado con migo, y todas las advertencias por parte de Will en mi mente no tenían sentido.

Me sonrió de una manera un poco escalofriante, como si me pudiera leer el pensamiento.

—Dime, ¿acaso Will sabe que estas aquí?—negué con la cabeza.—Apuesto a que no le haría mucha gracia.

—¿Desde cuando te importa a ti eso?—le pregunté incrédula.

Kade sonrió y dio un paso hacia mi.

—Al contrario, Kat —me colocó un mechón de pelo detrás de mi oreja y me estremecí un poco ante su contacto.—Eso es justamente lo que me divierte. Por alguna razón no quiere que tu y yo pasemos tiempo juntos y eso es lo que me causa...—entrecerró los ojos, como si estuviera buscando la palabra adecuada.—...intriga. Y no me digas que a ti no.

Retrocedí un poco de mi lugar, incómoda por la forma en la que me miraba. Kade lo notó y sonrió.

—Que estés aquí solo me lleva a asumir que te ha gustado mi regalo.

Luego de decir eso Kade me dio la espalda y se dirigió por el fondo del pasillo. Todas las puertas que teníamos alrededor estaban cerradas, tal y como lo habían estado la última vez que había estado aquí con Will. Me pregunté que era lo que habría detrás de ellas y si Kade vivía solo. 

Tendría que tener una familia, ¿no? No parecía con la edad suficiente como para poder mantenerse solo, ni siquiera sabía si trabajaba, pero estaba segura de que no estudiaba nada. Por lo cual me pareció lógico deducir que quizás seguía viviendo con la familia, aunque por alguna razón lo dudaba mucho. Kade no parecía un tipo de familia.

—Hablando de eso, ¿como sabías cual de todas era mi habitación?—le dije mientras que lo seguía.

Esa pregunta venía a mi cabeza de vez en cuando. Recordé como me había sentido al ver ese sobre debajo de la puerta, como si Kade me hubiera estado vigilando.

Lo escuché reírse muy suavemente y me miró de reojo, aun dándome la espalda.

—Tengo mis formas.

Paró de caminar y puso su mano en el picaporte de la puerta que estaba frente nuestro.

—Eres consciente de que si alguien veía eso me podrían haber echado de la universidad, ¿no?—pregunté y me sorprendí ya que lo había dicho con un poco de enojo.

Kade lanzo una risotada.

—Me parece tierno que intentes de hacer como si eso es algo que te importara—lo miré seriamente, tratando de hacerle ver que no me causaba nada gracia. Mis padres me hubieran matado. Kade se volteó para verme mejor y me hizo frente con su cuerpo.—Bueno, te seguiré el juego, —dijo cruzándose de brazos y mirándome divertido.—imagino entonces que botaste todo, ¿no?

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