Kat
La fiesta y el lugar era enorme. Había gente bailando por todos lados, en la escalera, en la cocina, en la sala y hasta en los pasillos. Había olor a humo por todos lados, cosa que odiaba. Nunca me habían gustado los fumadores y el olor a cigarrillo menos, por lo que cuando pasaba caminando, y la gente me tiraba el humo en la cara, me daban ganas de pegarles a todos.
No pasó ni media hora desde que llegamos, y ya la había perdido de vista a Lexie. Se había ido con un chico a bailar, y esa fue la última vez que la vi. Me estaba arrepintiendo por completo haberla acompañado a Lex. Ella estaba con un tío, Brooke en cualquier momento llegaría con Tristan, y yo me quedaría sola e incómoda. Así que sin dudarlo de nuevo, me dispuse a dar la vuelta y caminar hasta la puerta. Me costo llegar, tuve que dar empujones a la gente y pedir permiso, aunque por lo fuerte que estaba la música dudé que me hayan escuchado. Estaba por agarrar el picaporte, cuando alguien de afuera la abrió, casi golpeándome la cara.
—¡Kat, hola!— me dijo Brooke dándome un breve abrazo. Luego se volvió hacía su cita, Tristan, y nos presentó. Lo había visto por los pasillos de la universidad, pero no conocía su nombre hasta ahora. Ya veía lo que tenía a Brooke tan encandilada, era casi perfecto. Alto, rubio, ojos claros, formal. Juntos hacían una pareja de revista.
—Así que tu eres Kat, la mejor amiga.— me habló luego de las presentaciones de Brooke.—Me ha contado mucho sobre ti.
—Espero que sólo cosas buenas— intenté de bromear. No se me daba bien las charlas de este tipo, y diciendo la verdad era un poco incómodo. Sabía que querían estar solos y no hablando con la mejor amiga.— Ya me estaba por ir, Lex está por algún lado, así que si la vez échale un ojo.
—¿Qué? ¿Te vas?—me dijo Brooke poniéndose nuevamente entre la puerta y yo.—Quédate Kat, solo un rato más.
—¿Para qué? Tú estás con Tristan, Lex está con Dios sabe quién, y yo la voy a pasar mejor en nuestra habitación viendo Netflix. — sí, prefería ir al dormitorio a ver Netflix antes que seguir en esta fiesta, y no me importó decirlo en frente de Tristan y quedar como la anti social que en verdad era. Ya ni me acuerdo porque quería venir a esta cosa de todas formas. Una cosa era ir a un club donde la idea principalmente era bailar, y otra cosa era una fiesta en una residencia, que como comprobé penosamente era mas que nada socializar con la gente de la unviersidad.
—Brooke tiene razón, quédate.— agregó Tristan para luego alternar las miradas entre las dos.— Si quieren les puedo prestar a mis amigos y sus amigas, así no te quedas sola.— me dijo.
Claro que por "sus amigas" se refería seguro a las chicas con las que su grupo de amigos se acostaban, pero por como Brooke abrió sus ojos y asintió con su cabeza hacia mi dirección, supe que no tenía elección. Después de un "de acuerdo", nos llevó hacia un rincón de la residencia, donde había un grupo de personas sentadas en unos sofás con botellas de cerveza en todos lados.
—Tíos, hagan lugar para Brooke y su amiga.— dijo Tristan refiriéndose a mí. Al parecer no tenía nombre.
Dos chicos con aspecto un poco intimidante, por sus cantidades de tatuajes y piercings, se corrieron de uno de los sofás dejándonos lugar a nosotras dos. Habían tres sillones, todos ocupados por el grupo de amigos de Tristan. Algunos también estaban sentados en el piso, y en frente nuestro había una pareja casi montándose contra la pared. Era imposible quitar la mirada de ellos, no entendía cómo la gente de alado actuaba tan normal. Era desagradable.
El resto de la gente era de aspecto similar a los del sofá, solo que algunos quizás con menos tatuajes. Había cuatro chicas, todas juntas hablando sobre algo. Ellas parecían normales, pero estaban vestidas cómo, bueno, cómo putas. Faldas que en realidad parecían bragas y remeras por las cuales toda la panza quedaba al aire. No dejaban mucho a la imaginación. Las cuarto iban vestidas exactamente igual, parecían clones. Ese tipo de chicas me daban pena. Vestirse así sólo para atraer a los hombres, era algo que nunca en mi vida haría ni por nada en el mundo.

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Profundo
RomantikTan solo hace falta un momento, un minuto, un segundo. En ese instante tu vida puede cambiar. Todo lo que crees que conoces de pronto cambia y tu vida da un giro de 180 grados. En un intento de escapar de los demonios que me perseguían durante las...