Parte 43

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Kat

Lo único que podía ver eran luces.

Luces de todos los colores posibles en el planeta tierra, hasta incluso algunos colores que no tenía idea que existían. Miles variedades de verdes, rojos, azules, amarillos y mezclas entre ellos.

Las luces venían hacia mi como lo hace un tren cuando estas parado en el medio de la vía; a mil por hora.

Los destellos hacían que me quedara hipnotizada mirando como las luces formaban figuras abstractas y como estas se iban moviendo y fusionando entre si. Era como si estuviera drogada y en lo único que podía pensar eran en esas luces de mil colores moverse de aquí para allá.

De fondo escuchaba voces, gente hablando, constantemente. Pero no podía entender lo que decían, era como si el sonido me llegara amortiguado como si estuviera con la cabeza sumergida en el agua.

Las luces cada vez se hacían mas intensas, venían mas rápido hacia mi, se hacían mas brillantes, mas blancas. Quería cerrar los ojos para impedir que las luces me cegaran, pero no podía. Quería correr, alejarme de ellas, pero tampoco podía. Sentía el enorme esfuerzo que hacía por mover mis piernas para alejarme de las luces, pero mis piernas no me respondían. Era como si mi cerebro mandara la información pero esta nunca llegara a mi cuerpo, ni siquiera a un solo músculo.

Las luces de pronto pararon de ser blancas y la sensación que me quedaría ciega se había ido. Ahora comenzaban a hacerse cada vez mas oscuras y lentamente de blanco pasaron a gris y por último un negro invadió todo mi campo visual. No podía distinguir nada ni nadie, tan solo la oscuridad y la sensación de vértigo que tenía en la boca del estomago.

De pronto una silueta negra se hizo ver en el fondo de todo, una mano que se iba acercando hacia mi. Me seguía intentando de mover de alguna manera, pero el cuerpo no parecía mio ya que nada me hacia caso. Lo único que podía hacer era esperar a que esa persona que parecía un hombre viniera hasta mi y sabía que cuando lo hiciera no sería nada bueno.

Quería volver a las luces de colores que al principio me parecían tan bonitas y alucinantes, no a esta oscuridad horrible y a esa sombra que no podía darme mas que un mal presentimiento.

El hombre no paraba de acercarse hacia mi pero por alguna razón nunca llegaba, como cuando sueñas que corres pero no avanzas nada. Era como si el último paso lo tendría que dar yo, le tendría que extender y tomar de la mano, porque de lo contrario nunca llegaría.

Pero no quería hacerlo. No estaba segura de por que, pero el fondo negro hacia donde me arrastraría no me daba mas que escalofríos. Como si lo único que me esperaría allí sería la muerte.

De pronto la silueta se acercó a mil por hora y la pude distinguir mejor. No era un hombre como yo pensé que era, era una mujer. Una chica.

A medida que se seguía acercando la podía ver cada vez con mas claridad, hasta darme cuenta que no era solo una chica, era una igual a mi. Idéntica.

Era Alison.

En lo que dura un segundo, Ali me tomo de la mano, y en vez de dirigirme a la oscuridad como yo pensé que haría, me levantó.

Estaba levitando en medio de la oscuridad, ya mis pies no tocaban el suelo. Lo único que sentía era el viento en mi cuerpo y la felicidad pura que me había provocado verla a mi hermana devuelta. Sentí que subía y que subía y de pronto...

Escuché un pitido a lo lejos. Constante, monótomo. Sentí una superficie blanda que me envolvía y sobre la cual me apoyaba. Algo duro y molesto no me dejaba respirar con tranquilidad, como si tuviera algo atascado en el fondo de mi garganta. Necesitaba respirar, necesitaba aire.

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