Kat
Tenía que poner mis pensamientos en orden. Iba todo siempre tan rápido con él, era tan rápido que se me hacía difícil seguirle.
Ya me había besado otras veces, ese no era el problema. El problema era como lo había hecho. Ese beso no había sido igual que los otros, significaba algo. Pero no estaba segura de que era.
Caminé sobre mis pasos por como quinta vez y me senté sobre la tapa del retrete para tranquilizarme. Puse mi cara entre mis manos y traté de respirar lentamente.
Alguien tocó la puerta y levanté tan rápido mi cabeza del susto que me la golpeé contra una repisa. Sentí una punzada de dolor en la nuca y maldije para mis adentros mientras que me llevaba una mano a donde me dolía.
— ¡Kat! —escuché la voz de Will a través de la pared del baño. —Anda Kat, no seas pendeja y sal.
Me armé de coraje. Eventualmente iba a tener que salir del baño y enfrentarlo. Me saqué el pelo de la cara y me lo coloqué detrás de mis orejas.
Abrí la puerta. Me estaba esperando ahí, parado enfrente de mí, con sus cejas en alto, la mandíbula y los hombros tensos.
— ¿Qué significa eso?—dije rápido sin darle tiempo a hablar.
Will se pasó las manos por el pelo como yo acababa de hacer segundos atrás en el baño, pero su manera de hacerlo era más brusca, desenfrenada, como si en vez de acomodarse el pelo estuviera tirando de él. Dio un par de pasos hacia atrás y se apoyó contra la pared de enfrente. Miró hacia el piso. Abrió la boca pero luego la cerró y comenzó a caminar sobre sus pasos. Estaba nervioso y eso me ponía nerviosa a mí. Era como si quisiera decir algo pero no encontraba las palabras adecuadas para hacerlo.
— Solo dilo—le insistí.
Will levantó la vista hacia mi cuando hablé y me atravesó con la mirada. De repente se acercó bruscamente y me empujó con sus manos hacia atrás y una vez que mi espalda tocó la pared, Will cerró la puerta ágilmente detrás de nosotros haciéndonos quedar solos en el interior del diminuto y silencioso baño. Estábamos tan cerca el uno al otro que casi podía sentir su corazón latiendo.
—Tu— me susurró en el oído. —eres la persona más irritante, —me siguió diciendo mientras que me corría la remera para que quedara al descubierto mi hombro —mas orgullosa, —cerré los ojos e incliné mi cuello para un costado, dejándole más espacio—más confusa—recorrió mi cuello con sus palabras— y mas jodidamente sexy que he conocido.—arrastró su aliento justo debajo de mi oreja.
Generaba en mi algo que nunca había experimentado, pero no solo sexualmente, había algo más. Y él lo sentía también, estaba casi segura.
Con la mano que reposaba en mi cintura me agarró de la mandíbula. No me dolió, no lo hizo con fuerza, pero solo la necesaria para obligarme a mirarlo. Su brazo restante lo colocó a la altura de mi cabeza contra la pared, dejándome encerrada.
— Yo...— tragué. No podía pensar, tenerlo tan cerca me provocaba un nudo en el estomago que ni me permitía pensar claramente. ¿Desde cuándo me pasaba esto?
Sentí su lengua en mi cuello y las piernas me fallaron, me tuve que agarrar de sus hombros para no caerme. Él me las subió por encima de mi cabeza, y las retuvo contra la pared, con mis brazos estirados. Ahora si que estaba completamente en su control, y él lo sabía. Me miró con los ojos llenos de deseo, y una pizca de maldad. No sabía si tener miedo o no, me sentía vulnerable, pero sabía que si le decía que no Will se alejaría. El problema era que a estas alturas, él y yo sabíamos que no diría que no.

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Profundo
RomantizmTan solo hace falta un momento, un minuto, un segundo. En ese instante tu vida puede cambiar. Todo lo que crees que conoces de pronto cambia y tu vida da un giro de 180 grados. En un intento de escapar de los demonios que me perseguían durante las...