Capítulo VI

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"Efímeros. En ocasiones, entre más eternos queremos volvernos para alguien, más fugaces nos volvemos."

Héctor Carranza.

Riley suelta un suspiro de alivio al ver a Maya atravesar la puerta del almacén. —Al fin salió. Temía que le sucediera algo.

Lucas comprime el rostro visiblemente confundido —¿de qué hablas? Maya podría patearle el trasero de ida y vuelta las veces que quisiera.

—Ese es el problema. No era de ella de quien temía en realidad. Solo no quiero que se meta en más problemas. En especial después de la amenaza que ha hecho la rectora sobre suspenderla. 

Asiente concordando, aunque con lo bien que conocían ambos a su amiga rubia sí que sería difícil —¿En qué necesitabas la ayuda?

—¿Podrías bajar algunas cosas para mí? Está un poco alto y no puedo mover ninguna de estas mesas para alcanzarlos.

Los ojos de Lucas brillan con escepticismo. Está momentaneamente anonadado. Riley espera lo peor, pero solo observa que se dirige silenciosamente hasta donde le señala. Parece perdido en su propio mar de pensamientos. Alcanza sin mayor problema una caja negra que reposa encima de un armario. Tiene bolsas para la basura. Cuando se lo ofrece sus dedos se rozan con suavidad.

Lucas aparta el contacto instantáneamente. Se rasca la nuca —Eh, esto es tuyo.

Termina de entregarle las cosas en un mutismo incómodo. El sitio en la mano de Riley donde Lucas la ha tocado le cosquillea. Pero él sigue sin hacer otro movimiento. En realidad tiene la impresión de que la evita todavía más que antes, de ser posible. 

—Lo agradezco demasiado —presiona, viéndolo fijamente —no sé qué haría sin ti.

—No es para tanto —resta importancia con su mano, busca como escaquearse —creo que iré a ayudar a mi compañera. Si necesitas algo más, llámame.

Y se esfuma como alma que lleva el diablo dejando tras de sí a una malograda Riley. Está tan indignada. Había estado enamorada de Lucas desde el preciso momento en que lo vio en el tren cuando iba de camino a clases. Estaba leyendo ese libro tan pacíficamente, como si no hubiera nadie a su alrededor. Parecía como si un halo estuviera iluminándolo, señalándolo. Casi podía escuchar el latido de su corazón. Galopaba con fuerza. Algo en su interior le decía que al fin podría haber encontrado al chico; su chico

Maya fue la primera en captar su encandilamiento y la animó a presentarse, pero Riley era sumamente introvertida y además ¿qué pensaba decirle? ¿luces como el amor de mi vida? ¡Era rídiculo! 

Así que Maya la empujó la distancia exacta para que trastabillara hasta caer, precisamente, en su regazo. Recuerda no haber visto antes una sonrisa más bonita. 

Fue el destino quien los puso en la misma escuela, el mismo grado, el mismo salón, ese mismo día. Entonces lo supo.

Se convenció de que era la persona que tanto había esperado luego de conocerlo más a fondo. Era leal, alguien con quien podía conversar todo el tiempo sin cansarse, compartían gustos afines, era respetuoso y tenía buenas intenciones además pensaba en un buen futuro. Y la trataba tan bien. Los chicos como Lucas solo aparecían una vez en la vida, por lo que no estaba dispuesta a dejarlo ir tan fácilmente. 

Aunque no comprendía como pasaron de haber tenido un par de citas e incluso salir formalmente por un día entero en el que terminaron besándose a... absolutamente nada por más de un año.

No era como si sus citas hubieran salido a la perfección, pero eran solo unos niños inexpertos entonces. Acordaron que no querían arruinar su amistad y que esperarían para ver si las cosas resultaban después, pero ese día no terminaba de llegar. Y Riley empezaba a desesperarse un poco. Quería vivir su romance adolescente cuanto antes.

FRIENDS. -Girl Meets WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora