Completa, absoluta e irremediablemente... jodida.

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Riley.

"No quiero sonar dramática peaches, pero estás alarmantemente retrasada -RM"

Dejé el celular sobre la cómoda y me dirigí hasta el armario. Me coloqué sobre los hombros un bonito saco beige que la abuela me había obsequiado la navidad anterior y corrí hasta el espejo para observarme por septuagésima vez aquella mañana.

Llevaba puestos unos jeans ajustados y una blusa holgada simple, acompañados de unas zapatillas de piso que en quinto grado me habrían parecido monas.

Me miré y tan pronto como lo hice supe que algo andaba mal.

El día se sentía diferente, a pesar de que todas las cosas se encontraran aparentemente normales. Fui hasta la ventana y asomé mi cabeza, solo para encontrarme con que el clima estaba empeorando a cada segundo que pasaba, y si Maya no llegaba pronto, probablemente nos encontraríamos con una tormenta que nos arrastraría de vuelta a casa, haciéndonos perder aritmética.

El celular vibró desde la distancia. Mis pies se apresuraron hasta él sin pedir consentimiento, pero incluso aun cuando mis dedos nerviosos desbloqueaban el mensaje, yo ya sabía la respuesta;

"Lo siento honey, Tengo que resolver algo antes, te veo allá. -MH"

¿Algo que resolver? Sus palabras me habían dejado dubitativa por un largo segundo. Sabía de sobra que Maya no era lo que se decía una chica de muchas palabras, sin embargo, creo que ahora sus pretextos estaban rayando la incoherencia.

Ella me había estado evitando desde el día de la pelea Lucas y Stone, y eso había sido hace una semana. Cada día desde entonces había estado inventando una excusa diferente para no tener que irnos juntas a la escuela. Creí que era algo normal, pero entonces cuando sonaba el timbre que anunciaba los recesos, ella simplemente desaparecía mágicamente.

En clases todo parecía marchar sobre ruedas, pero cuando llegaba el tiempo de quedarnos a solas sus pies arrancaban en dirección contraria.

Era como si de pronto rehuyera mi presencia y le causara arcadas estar un segundo a solas conmigo.

No me había permitido hablarle del asunto de Lucas aún, porque cada vez que buscaba una oportunidad ella daba un paso atrás. Lo primero que había pensado era que ella se encontraba molesta, al fin y al cabo, era yo quien se encontraba bailando muy apegada a Lucas, y quien lo tuvo al final de la noche. Eso no estaba bien. Quería decirle que retrocedería como ella tantas veces había hecho por mí, y que estaba inmensamente dichosa por contribuir a su felicidad.

Pero poco después de estarla observando más de lo usual descubrí que ella no estaba molesta; estaba nerviosa.

Como aquellas veces en las que se le pasaba la mano con alguna travesura y se sentía culpable después.

Debía de ser algo bastante crudo, Maya nunca se había avergonzado de ella misma estando conmigo. Y no podía presionarla, sabía que después vendría y me contaría todo. Pero debía admitir que me sentía molesta conmigo misma, ella no confiaba más en mí. Y no podía culparla.

Salí del departamento cogiendo un paraguas en el camino. Cuando salí del edificio ahora me acompañaba una brisa ligera, y cuando intenté abrir el paragua me encontré con que llevaba un gigantesco agujero en el medio, lo que debió haber sido mi primer indicio sobre lo mal que marcharía mi día a partir de entonces. Pero yo entonces solo lo ignoré y lo deseché en el primer bote que vi, y me cubrí con el saco de la abuela.

No había taxis a la vista, la lluvia golpeteaba cada vez más fuerte y las personas desaparecían de a poco en poco. Solo me faltaban algunas cuadras para llegar al metro, y entonces el camino estaría relajado. Observé mi reloj de mano, la primera hora había comenzado. Apresuré el paso, pero de un momento a otro mi pie resbaló y mi rodilla terminó golpeando con rudeza en la acera.

FRIENDS. -Girl Meets WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora