Una mejorada Riley.

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Riley.

Era una estúpida.

Ahora mismo maldecía todas aquellas veces en que deliberadamente había proclamado, con voz alta y fuerte; Jesús, este es el peor día de mi vida.

Porque entonces había sido torpe y extremista, no más que una chiquilla malcriada como solía decir Stone. Si hubiese sido un poco más lista, entonces hubiese guardado mi primer "este es el peor día de mi vida", para una ocasión especial, como sucedía con los te amo y te detesto. Una ocasión que ameritara las palabras. Porque si habría una ocasión, una digna de llevarse el premio, sería esta.

Era sábado por la mañana, estaba sirviendo leche sobre mi cereal mientras Auggie cantaba una canción que le habían enseñado en la escuela. Y de un momento a otro, casi de la nada, surgió la riña que cambiaría todo.

—¡Ha sido tu culpa!

Gritó mi madre, con las mejillas encendidas y apuntando enardecidamente a mi padre, quien profirió una grotesca risa sarcástica y se defendió; —¡Pero si yo he hecho hasta lo imposible por salvar este matrimonio!

Continuaba allí, con la cuchara a medio camino de mi boca. Auggie dejó de cantar y observó con ojos de cachorro a mis padres. Eso siempre le funcionaba para atraer su atención, era un buen intento, pero no suficiente.

—¡Estoy harta de esto!

Mi padre entonces solamente giró su rostro hacia nosotros, y con la mayor dulzura que pudo encontrar en su voz, nos dijo; —Vamos chicos, los llevaré al cine. ¿Podrían darme un momento?

No quería levantarme del lugar, quería saber qué era eso tan malo que alguno había hecho. Quería saberlo todo. Pero Auggie olvidando momentáneamente la pelea que mantenían nuestros padres, jaló mi blusa y me enseñó su sonrisa incompleta. Así que lo seguí hasta los escalones que nos dirigían a su cuarto.

Pero no pude resistirme. Parte de mí se había quedado allá, con mis padres. Así que compuse mi mejor sonrisa e insté a Auggie a entrar a su dormitorio. Susurré; he olvidado mi celular, cariño. Ahora vuelvo.

Y sus hoyuelos asomándose fue lo último que vi de él antes de que se esfumara por completo.

Me acerqué con pasos sigilosos, sentía que inclusive mi respiración me delataría en cualquier minuto. La distancia no era mucho, pero el pasillo se sentía interminable. Escuchaba sus voces ahogadas por las paredes.

Cuando estuve lo suficientemente cerca, pude pegarme a la pared, sentía mi corazón correr desbocado, pero nadie se dio cuenta de mi presencia. Parecían enfrascados en su conversación.

—Me encargaré de llevarte a mi abogado.

—Bart contactará al suyo. —Contestó fervientemente mi madre. Parecía poco temerosa, incluso me atrevería a decir que tenía las garras al aire, queriendo atrapar a su presa.

Mi padre soltó una risa sarcástica, pero no se engañéis, estaba teñida de dolor. —¿Cómo puedes ser tan descarada?

—No te daré ningún problema, Corey. Solo mantén a los chicos fuera de esto.

—¿Qué piensas decirles entonces?

—Habrá tiempo. —Resolvió. —Mientras tanto se quedarán conmigo.

Fue la gota que derramó el vaso de la paciencia que mi padre podía soportar. Agitó sus puños al aire, casi parecía querer estrangularla allí mismo. Tapé mi boca, un hipo se escapó de entre mis labios. ¿Podría hacerlo? No me importaba como de gruesos estuvieran sus problemas, no permitiría que le pusieran una mano a mi madre nunca.

FRIENDS. -Girl Meets WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora