Dime que vales la pena, por favor.

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Riley.

Las hojas caían por la ventana como si el verano hubiera acabado ya. Algunas incluso eran color rojo y café, y crujían cuando posaba mis manos sobre ellas, quedando convertidas en un hilillo finito de materia. Me gustaba la calidez con la que uno podría levantarse una mañana común, con el aire levantando levemente algunos cabellos.

Ese frío de la mañana en la cara, el mundo dando sus buenos días.

Me dedicaba a balancear mis pies en la ventana. Llevaba una blusa floreada rosa, y unos pesqueros rotos.

-Hey. –Alguien dice. Giro mi rostro lo suficiente como para alcanzar a ver a mi mejor amiga entrar, con el cabello rubio alborotado y una sonrisa sobre su rostro. Lleva una especie de bufanda enredada en el cuello, pese que no está haciendo frío allá afuera. –Rayo de esperanza.

Rio. Era increíble como algunas personas podían afirmar que la gente siempre cambiaba con el tiempo. Creo que lo más sorprendente del asunto es que probablemente estaban en lo cierto. Me gustaba que Maya se mantuviera igual. Intacta. Seguía siendo la pequeña niña feroz que entró por mi ventana hacia muchos años, con sus ojitos brillando de emoción pero con un ligero deje de tristeza que apenas podías palpar. Sabía que era ese asunto de sus padres lo que realmente la atormentaba, y era curioso como ella siempre dejaba ir las cosas rápido, pero parecía ensañarse con eso. Era una chica rebelde, salvaje y sin compromisos, y la mayor parte de su comportamiento se derivaba de las malas decisiones de sus padres. Sabía con entera franqueza que algo en ella muy dentro le impedía continuar.

Pero ella debería saber que no tuvo la culpa de lo que pasó aquella tarde. Cuando su padre se marchó.

-¿Qué tal estuvo ayer? –Pregunto. Su sonrisa parece flaquear, lo cual me intriga. –Cuando llegué te habías marchado.

-Era cerca de medianoche. Además mi mejor amiga me dejó por su falso novio.

Le doy un golpe de hombros juguetón y ambas nos dirigimos hacia la cocina, donde nos encontramos con mi familia. Mi padre grita algo a la televisión. Mi madre rueda los ojos y sirve huevos fritos a Auggie.

Después de la biblioteca con Farkle regresamos a Topanga's justo antes de que mi padre tuviera la oportunidad de explotar. El lugar estaba ya casi vacío, solo algunos estudiantes pagaban sus cuentas y se retiraban del lugar diciendo algo a mi madre sobre que fue genial. Ella literalmente estuvo a punto de pedirle al chico que lo dijera nuevamente para poder grabarlo y colocarlo de tono de llamada. Y eso fue bueno, hasta que tuvimos que limpiar el desorden.

Farkle fue muy amable en ayudarnos.

Salimos del edificio y antes de poder siquiera notarlo, nos encontrábamos subiendo los escalones del Abigail High School. La atmósfera se sentía distinta. Viernes.

-Chicos. –Entró mi padre. Los alumnos guardaron silencio y procedieron a mirarle.

Alguien toca la puerta. Mi padre hace una leve señal con su cabeza. Dylan entra y toma asiento atrás.

No le miro, pero lanzo al aire una sonrisita de satisfacción. Porque me llevó una noche entera meterme hasta lo más profundo en mi cabeza y solucionar el asunto del capullo arrogante Stone. Había comprendido el asunto, luego de recordar una escena del último libro que había leído.

Estuvo todo el tiempo ahí, flotando frente a mis narices y no me había dado cuenta. El chico malo se quedaba con la chica buena. Chico malo cambiaba. Vivían felices para siempre y comían regaliz. ¡Tarán!

Era por eso que Dylan me había llamado la atención en primer lugar, lo había descubierto yo solita. Es decir, algo, inconscientemente dentro de mí, había deseado toda su vida una historia de novela. Por eso era que cuando le vi llegar, con su cigarro en mano y el cabello desacomodado, irremediablemente había caído hasta él.

FRIENDS. -Girl Meets WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora