Mía

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Riley

—¡Hey Riley!

Es la cuarta vez que grita. Trota agitado hacia mi persona, y cada vez lo siento acercándose más. Quiero correr. Salir corriendo del lugar. Andar lo más rápido que pueda hasta que las personas a mi alrededor se disipen.

Yo quiero hacerlo.

Limpio de manera descuidada las lágrimas que manchan mi rostro.

¿Han tenido esa sensación de no querer estar en ningún lugar? Desear fervientemente desaparecer y olvidarte del mundo.

—¿Qué te sucede?

Es la primera pregunta que sale de su boca. Ojalá pudiera explicarte todo lo que siento en este momento. Pero no puedo.

Está jadeante, y al mero contacto conmigo acuna mi cara entre sus manos de manera protectora. Quería dar todo de mí para no dejarme ver como la chiquilla frágil que todo mundo creía que era. Pero me he echado a llorar a la primera oportunidad. Sus brazos cubren perfectamente mi cuerpo débil, lo que agradezco infinitamente porque de no ser así mis rodillas hubieran hecho contacto estrepitoso con el pavimento. Siento su cabeza sobre mi hombro.

Me hace falta un momento para recuperar la compostura. Carraspeo mi garganta y me separo un poco de él.

—Me he caído en el pasillo y creo que me fracturé el pie.

Afortunadamente para mí Lucas Friar es incapaz de ver a través de mis mentiras.

—Vale pues te llevo a casa.

—Pensé que era tu prueba en el equipo.

Me guiña el ojo. —Era.

—¡Friar! —Grita el entrenador desde la cancha, parece como si hubiera escuchado la conversación entera. Y su silbato, Jesús, como detesto ese sonido. Lucas comprime la cara como si acabara de tragarse un limón. —¡Vuelve aquí!

—¡Lo siento! ¡Se ha presentado un inconveniente!

—¿Cuándo me convertí en una carga para ti, vaquero? —Golpeo su hombro divertida. Después agrego; —Puedo irme a casa caminando, estoy bien. De todas formas no creo que sea nada grave, ni siquiera está tan hinchado.

—Pues a mi me parece lo contrario.

Miro mi pie confundida, ¿realmente tengo el pie tan gordo? No me parecía.

Estoy a punto de contestar, pero una mano toma fuertemente mi brazo, ejerciendo fuerza hacia atrás. Me toma desprevenida, y casi termino cayendo sobre él de no ser por el duro agarre. Cuando miro al responsable del acto, unos ojos hechos bala me devuelven la mirada.

Creo que de alguna manera ya lo sabía.

—Tenemos que hablar. Ahora. —Puntualiza demandantemente. Pasa de largo a Lucas, es como si no hubiera visto que estaba ahí, frente a nosotros.

—Me voy a casa. Puedes mandarme un texto.

Quiero alejarme pero su fuerza todavía me lo impide. Los zafiros esmeralda de Lucas caen hacía el contacto entre ambos.

—Quita tus manos. —Advierte molesto el castaño, que hasta entonces se había quedado al margen de la conversación. —Riley acaba de lastimarse.

Dylan cambia su mirada en un santiamén. Casi genuinamente preocupado. Muerdo mis labios vigorosamente, tanto que casi estoy segura de probar un sabor metálico sobre mi lengua.

—¿Qué te ha sucedido?

—Me he caído. No es nada serio.

—Vale, pues te llevo a casa. —Se ofrece.

FRIENDS. -Girl Meets WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora