Riley.
Si me lo preguntan, la verdad era que había sido un total fiasco querer entrar a mi habitación un sábado a las siete de la mañana sin que nadie se diera cuenta de mi repentina llegada. Podrán creer que es sencillo y esas cosas, realmente no te preocupa entonces, hasta que estás ahí, frente al árbol que te conducirá a tu destino y simplemente no puedes treparlo porque las manos te están sudando mucho. Fueron cuatro los intentos que tuve que hacer y dos los arañazos a los que me tuve que someter para, después de lo que parecieron eternidades, poder colocar mis zapatos llenos de barro en mi alfombra morada.
Y no crean que eran inventos míos, de verdad que no. Sentía literalmente el corazón a punto de salírseme del pecho en cualquier instante, la lluvia de preguntas llegando de golpe a mi mente; ¿Qué, si mi madre se encontraba allá arriba esperándome? ¿Si me había pillado? ¿Qué diría entonces?
—Solo quita esa cara mojigata. Vas a matarme. —Dijo echándome una simple mirada de reojo y después apartándola rápidamente. Aunque se esforzara en mostrarse relajado con una actitud de crío envuelto en una chaqueta de cuero en pleno verano y con un cigarro sobre sus labios, yo podía oler su nerviosismo también. Era palpable la tensión entre nosotros.
—Cierto. Estás familiarizado con desaparecer de un día a otro sin explicaciones, ¿no? —Contesto yo sin evitar el filo irónico en mi voz. Lo veo rodar los ojos y cuando está a punto de abrir la boca es que lo interrumpo; —Está bien, lo retiro. Siento eso.
Para mi sorpresa de su boca salió una carcajada limpia. —Solo tú podrías disculparte por esto Riley. Fue un golpe bajo, pero estoy orgulloso.
Le atesto un puñetazo juguetón en el hombro y ambos reímos deshaciéndonos del ambiente estresado.
Después de un rato atino a decirle sin sentido; —¿Podrías dejar de fumar? —Lo he hecho amablemente. El humo ha invadido mis fosas nasales y he tosido varias veces por lo bajo sin que se diera cuenta. Pero coger un cáncer de pulmón es lo que menos me interesaba ahora.
—¿Qué hay de divertido en eso? —Me devuelve. Pero lo veo inquieto. Quise contestarle un montón de cosas, pero ninguna de esas podría responder por qué me importaba tanto el asunto. Porque ni si quiera yo lo entendía. Así que mordí mi labio y dejé el asunto por la paz, porque quería ignorar este sentimiento de protección por él, que había surgido hacia algunos segundos.
Así que sip. Ignorarlo me pareció de lo más sencillo, menos revoltoso.
Pero como decía, después de múltiples intentos por llegar a mi habitación con algunas, y con eso quiero decir montones, risas sarcásticas por parte de Stone, finalmente mis manos lograron sujetarse a la ventana y segundos después el paisaje de la ciudad desapareció de mi vista.
Ni siquiera reflexioné en que mis padres se encontraran allí esperándome, que había sido el asunto que más me había preocupado desde un inicio, sino que simplemente sacudí mis pantalones y dije adiós con la mano a Stone, que se limitó a dar un asentimiento con su cabeza en señal de respuesta y abandonar la calle dejando un ligero humo grisáceo que desapareció en cuestión de minutos.
Entonces quité mis zapatos, arrojé mi vestido al sillón y me introduje a mi cama calentita, que me envolvió como si fuera seda. Solo en ese momento caí en cuenta y me senté como resorte, examinando el lugar completamente.
Nadie se encontraba allí.
No pude evitar soltar una carcajada sonora.
—¿Riley? —Preguntaron. Mi sonrisa cayó. Literalmente el alma se me vino a los pies. Era mi padre.
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FRIENDS. -Girl Meets World
Fanfic"Las personas cambian personas, no olviden eso." -En edición.