Extra; Acuerdos.

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—Quiero ver cuánto talento tienes, McMahon. —Se escuchó decir a un castaño firme. Sonrió espeluznantemente y no esperó a por la respuesta de su acompañante. —Arréglame.

Ella lo miró de arriba a abajo múltiples veces con una sonrisita que no avecinaba nada bueno. —Debes estar malditamente desesperado para venir a mí en busca de ayuda.

—Oh, lo estoy. Créeme. —Aseguró él con la misma actitud condescendiente y desinteresada.

Hayley cerró el libro que tenía en sus manos y se levantó de la silla donde se tumbó durante toda la mañana. Ni siquiera se había dado cuenta de cuántas horas habían pasado. El sol que le había escocido la piel en un principio ahora había sido remplazado por una brisa lloviznera que anunciaba una tormenta.

Se dirigió con pasos firmes hasta la mesita de vidrio que se encontraba a su lado y tomó el último vaso de limonada que le quedaba.

Dio un largo trago antes de contestarle un firme y rotundo; —No.

—Pero ¿qué dices? —Preguntó sorprendido el castaño. —¡Si tú misma eras la que quería mi atención!

—¿Eso no es algo ególatra hasta para ti, Minkus? —Reprendió con una sonrisa.

Las mejillas de Farkle se encendieron de vergüenza. Incluso hasta Hayley McMahon se burlaba de sus desdichas. Pero había sido su culpa en primer lugar por haber tenido la idea de acudir a ella en busca de ayuda cuando ni siquiera se podían considerar amigos o algo así. Pero estaba tan agobiado con todos los asuntos que se encontraban dentro de sí que ni lo había pensado dos veces. No era que no lo hubiera intentado, pero vamos, ¿a quién acudiría? ¿Maya? ¿Lucas? ¿Riley? ¿Su madre? Imposible. Tan inconcebible como la idea de apelar a Hayley. Rodó los ojos por ser más menudo imbécil y se dio la vuelta para salir de aquella mansión donde nunca debió haber puesto un pie en primer lugar.

No llevaba ni dos pasos dados. —He escuchado los rumores.

Dijo ella.

—Sí, tú y toda la escuela. —Contestó sin darse la vuelta. Lo menos que quería ahora era una charla motivacional o si bien le iba, una burla de su parte.

—¿Es por eso que has venido? —Preguntó Hayley. Farkle no respondió, se quedó inmóvil pensando qué decir. Porque entonces todas las razones por las que había acudido a ella ahora sonaban estúpidas en su cabeza. Entonces ella caminó hasta que se encontró con él frente a frente. Y sus ojos lo analizaron como cuando tenían trece y ella buscaba descubrir si mentía. Orgullosa después de unos minutos declaró; —Has venido a que componga tu reputación.

Farkle no pudo más que resoplar en respuesta, sin ánimos de negar las suposiciones de la castaña.

—Acepto. —Dice después de un rato. —Pero te costará.

—Fija el precio McMahon, nunca es suficiente como para retractarme. —Sonrió arrogante.

—Te quiero a ti. —Contestó sin dudar. La valentía en Farkle vaciló. —No de la forma en que piensas, idiota. Los tiempos en que besaba el piso donde caminabas han desaparecido.

Él rodó los ojos ante su dramatismo. —Lo que sea, habla del asunto.

—Papá quiere mandarme a un internado en Francia por lo que resta de la preparatoria. —Le informó. —Ha dicho que tengo unos modales horrendos y mis calificaciones van en un descenso alarmante.

Farkle asintió pensativo. —¿Y no será por los diez mil dólares que le has robado en el último mes? —Hayley tensó su boca. Farkle fingió parecer sorprendido. —Perdona, también he escuchado los rumores.

FRIENDS. -Girl Meets WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora