La última vez.

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Maya.

—Yo creí que no eras esa clase de chica.

Aparto bruscamente la mirada de los objetos relampagueantes que la rubia y la morocha alzan por el aire. Para encontrarme, con bastante sorpresa a decir verdad, a unos ojos verde que brillan incluso más de lo que podrían cien coronas enteras. Mi ceño se frunce. Otra vez la frase. Esa clase de chica. Tenía absolutamente la razón, no era la tía a la que le emocionaba el sueño guajiro de ser una princesa como había sido de pequeña. Porque yo no había sido una princesa, el rey había abandonado el castillo y la reina probablemente ingiriera antidepresivos.

Pero muy en el fondo, como toda chica y aunque lo neguéis, soñaba internamente porque algo así pudiera sucederme. La diferencia entre las chicas como Riley y yo, era que yo estaba tan acostumbrada a no recibir este tipo de cosas que realmente había dejado de importarme. Era algo que añadir a la lista de cosas que dejé atrás. Sip, muy por debajo del chico de mis sueños y mi padre ebrio.

Era por eso que al igual que todos en aquella habitación, había dado hipnotizada dos pasos al frente como si en el ejército hubiera estado.

Hipé. No me había dado cuenta de cuánto había bebido sino hasta que las palabras habían salido arrastradas por mi boca y podía sentir mis piernas flaquear. Pero no estaba tan ebria. Al menos no tanto como para ceder a mi otro sueño, ese en el que me armo de toda la valentía y le pregunto a Lucas por un baile. Y él acepta, y entonces toma mi mano, salimos al patio, beso bajo la luna llena, blah, blah. Apuesto a que sabéis el resto.

—A decir verdad no.

Él se acercó hasta donde estaba con el ceño fruncido. Y yo ya sabía que vendría a continuación. Por eso era que había decidido concentrarme en inhalar de ese atrayente perfume que llevaba puesto. La clase de olor que te hacía extender los brazos, cerrar los ojos y caminar hacia él. Como una especie extraña de zombie enamorado.

¿Enamorado? Ahora cada vez que pensaba en Lucas la palabra amor se lograba colar en mis pensamientos descaradamente. ¿A qué enfermo extremo había llegado? ¡Era la cita de mi mejor amiga por los cielos!

—¿Qué diablos estás haciendo?

Salgo de mi pequeño trance. Quiero golpear mi cabeza contra mi palma, pero la idea es desechada rápidamente. A saber Dios si no le vomitaba los zapatos al chico. —¿De qué hablas?

—Tú. Me estas olisqueando.

Siento mi cara enrojecer. —Por supuesto que no.

—Maya, tu nariz se ha apoderado completamente de mi cuello, y si me lo preguntáis, es bastante raro.

Suelto una carcajada, y me reprimo a mi misma, ya que la gente alrededor comienza a posar sus miradas en nosotros.

—¿Has estado bebiendo?

Mi sonrisa desaparece. Lo tomo de la camisa y le acerco hasta mi. —¿Eso representa un inconveniente para ti, señor perfecto?

Le reto. Puedo escucharlo tragar duro saliva, para después hacer algo para lo que nunca había estado preparada. Se aleja. Niega con la cabeza y hace un ademán con la mano. —Claro que no. Ya eres lo bastante mayor.

—Eso digo yo.

—Veréis chicos, los del último año hemos hecho una votación a vuestras espaldas. —Habla alguien por el altavoz, pero no despego mi mirada de Lucas y él tampoco pierde la oportunidad de competir contra mí nuevamente.

—Además teneis un chico que te cuida, ¿no es verdad eso Maya?

Se acerca. Puedo verlo lamer sus labios esperando a por una respuesta mía. Lanzo un golpe seco al suelo que me hace tambalear un poco.

FRIENDS. -Girl Meets WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora