Riley.
—Hey. —Digo como si nada, sentándome frente suyo. Tomo una papa de una pequeña especie de canasta que tiene delante. Tengo que recurrir a todas mis fuerzas para no escupir la comida allí mismo. Mi lengua ardía. Pero no podía dar un paso atrás.
—Actúa con confianza. —Me dice. —Es la primera lección.
Asentí entusiasta, creo que llevaba más ganas de aprender que a la misma escuela. Solo que no llevaba cuaderno o lápiz, no quería un comentario mordaz de su parte, sin embargo prestaba toda la atención del mundo.
—La gente se siente atraída por alguien que sabe lo que quiere. No temas ser tu misma. —Me dice serio. —Además si te ha soportado tres años, por supuesto que sabe en qué se mete.
Le lancé mi almohada lila a su rostro.
—Vamos, quiero verte caminar. —Me levanté de mi sitio y di vueltas por mi alcoba. Sentí la misma almohada que yo había arrojado hace unos segundos ahora en mi mejilla. ¿Esto era a lo que llamaban karma? —Basura. Caminas cómo mi hermana menor. Y ella...
—Tiene once años. —Repito cansina. Él asiente contento. —¿Que hay de malo, Marlon Brando?
—Tienes una mala postura, pareces estar brinqueteando por todos lados y tu cabeza está siempre inclinada. Sé que el asunto entre tus uñas es increíble, pero levantar el rostro no te matará.
Se acerca hasta mi y con sus manos de golpe hace enderezarme. Suelto un gemido. —Demonios, tranquilo con eso.
—Continua.
Doy otra vuelta. Y otra más. Siendo sincera, otras catorce más. Lo sé por que las he contado. Quería saber cual era el número exacto de vueltas que Dylan Stone consideraría adecuado mi caminar.
Fueron catorce.
—Hey, ¿qué tal estas ? —Me pregunta. Trago con dificultad la papa y suelto una sonrisa grande.
—Increíblemente. —Tomo algo de un batido que alguien trae para mí. —Te preguntaría cómo te encuentras, pero eso sería cómo si tuviéramos una cita que cogimos en Tinder. Así que saltaré eso. Cuéntame de tu día.
Él me mira asombrado. Rezo para no haberlo arruinado, sino todo sería culpa de cabezota Stone.
—Ve al grano, se directa y por lo cielos santos, no actúen todos raros. —Menciona, una vez que hemos terminado con las vueltas. —Son amigos, ¿no? No querrás que cuando todo termine las cosas queden extrañas entre ustedes.
—¿Qué te hace creer que terminaremos?
—Mojigata, tienen dieciséis. No esperas casarte con el primer tío que te ha dejado impresionada en la preparatoria.
Pero si quería hacerlo.
—Veamos. —Lo piensa. —He ayudado a mi madre con los quehaceres y he hecho algo de tareas. No es algo del otro mundo, bastante aburrido. ¿Qué hay de ti?
Me inclino sobre la mesa. —He lavado algo de ropa, y por si no fuera lo bastante increíble, he hallado un billete de veinte dolares en uno de mis pantalones. ¿Fantástico, eh?
Larga una carcajada.
—Hazlo reír. —Continua. —Solo haz una de esas cosas patéticas que te salen tan bien y que el chico sonría. No es cómo si se viera difícil.
Camino por mi habitación. —¿Qué hay de ti, Stone? ¿Alguna vez sonríes?
—Me has visto hacerlo.
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FRIENDS. -Girl Meets World
Fanfic"Las personas cambian personas, no olviden eso." -En edición.