No, Lucas.

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Maya.

Las luces resplandecían de una manera preciosa. Es decir, por las mañanas me agobiaban el montón de autos que deambulaban por las calles, haciéndome sofocar. Pero ahora, cuando el cielo se encontraba ya negruzco y algunas estrellas habían comenzado a salir, me fascinaban las pequeñas lucecitas de los carros. De todos los colores. 

Más aún, andando por la carretera, donde podías abrir la ventanilla y colocar tus manos fuera. Cómo si pudieras atrapar al viento entre tus dedos. Esa clase de sensación.

Me mantenía absorta observando el lugar donde nos encontrábamos. Repleto de coches y gente corriendo de un lado para otro apresurada. Algunas estaban sonriendo, felices de volver a verse después de un largo periodo. Y otros tanto se mantenían tristes, por alguien que se había ido ya.

-¿Nunca habías estado en un aeropuerto? –Pregunta divertido Lucas. Salgo de mi ensimismamiento.

Niego con la cabeza. Luego asiento vigorosamente. –No desde hace mucho tiempo.

Estaciona su Audi gris. Salimos de ahí y el viento pega en mi rostro. Por suerte ha dejado de llover ya, pero aún se mantiene el frío aire a nuestro alrededor. Camino por el sendero empapando de agua mis tenis. Lucas va a mi lado, igual que en la hora y media que estuvo conduciendo, reacio a soltar una palabra.

Ya dentro, se recarga sobre una pared blanca y comienza a checar su móvil. Suelto un bufido de exasperación, pero él se hace el desentendido. –Vamos Lucas. –Me impaciento. –Suéltalo ya.

Después de unos minutos más donde creo que ya no dirá nada, una sonrisa asoma su rostro.

-Me enseñaste todo de ti Maya. Confiaste en mí. –Me dice. –Ahora es mi turno. Quiero que me conozcas.

Empieza a caminar ante mi mirada de desconcierto y de pronto se encuentra abrazando a un chico moreno con dos maletas color verde a su lado. Ríen y se dan uno de esos saludos tipo macho donde ambos tocan sus pechos. Ugh.

Me cruzo de brazos. Carraspeo, captando la atención del moreno. Sus pequeños ojos me examinan en un santiamén de arriba hacia abajo, y luego, suelta una sonrisa maliciosa.

-¿Tu eres? –Pregunta, acercándose hasta mí aun con esa sonrisa sobre su rostro. Levanto una ceja hacia Lucas y él se limita a levantar ambas manos divertido.

-Juro que si no te alejas, te patearé el trasero. –Contesto, toda sonrisitas y con el tono más falso que he conseguido pillar.

Él me mira unos segundos serio, y luego, de reojo, observa nervioso a Lucas. Quién está a tres de estallar en carcajadas. Pero después de un momento ambos sueltan risas estridentes. ¿Qué es lo gracioso?

-Tú debes de ser Maya.

-Ajá. –Asiento.

Me da su mano. –Zay. Zay Babineaux.

Mi ojos se abren como platos y luego sale de mi una enorme sonrisa. Le tomo la mano. -¿Zay? ¿Tú Zay? –Pregunto, intercalando mi mirada del vaquero al recién conocido. Lucas asiente fingiendo irritación por dejarle como un melancólico que no paraba de hablar de su mejor amigo de Texas. –Un placer conocerte al fin Zay. Lucas habla tanto de ti que literalmente he tenido sueños húmedos contigo amigo.

Vuelve a reír estruendosamente, pero Lucas ya no con él. Carraspea y coge una maleta.

-¿Nos vamos ya? –Pregunta, pero ya ha comenzado a caminar.

Zay intercala su mirada entre Lucas y yo, y luego algo parece accionarse en su cerebro. Me da una sonrisa de satisfacción y se incorpora al lado de Lucas. Yo tardo más en llegar hasta ellos.

FRIENDS. -Girl Meets WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora