Adiós Riley la buena. Hola Riley-necesitas-dejar-de-escuchar-a-Stone.

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Riley.

"Noche de pijamas y película. Trae tu trasero hasta aquí o juro que llamaré a Topanga y le diré acerca de tu pequeña escapada de química." –Tecleo veloz, haciendo que un pequeño pedazo de pintura en mis dedos se levante un poco. Busco a maya entre mis contactos y doy clic. El acostumbrado sonido se hace presente, anunciándome que el mensaje ha sido enviado con éxito.

Me dejo caer en mi cama, mirando directamente el techo y esperando la respuesta de Maya. Tengo que esperar cerca de unos cinco minutos para que esta se digne a contestar uno de mis mensajes. El número catorce, para ser exacta. Sabía que tenía que mencionar a mi madre para que ella respondiera.

"Suena bien. ¿Puedo llegar temprano?" –Sonrío, negando con la cabeza. Doy otra vuelta más sobre mi misma antes de contestarle. Dios, las sabanas se sienten bien sobre mi cuerpo. Hace algo de frío afuera, el sol se ha ocultado prácticamente, y ahora, el viento ruge en todo su apogeo.

"¿Necesitas preguntar eso?" –Respondo. Luego de unos segundos, la ventana se abre repentinamente, dejando entrever a una Maya con el cabello revuelto y algo bajo sus brazos. Doy un respingo de sorpresa cuando logro asimilar la situación.

-¿Has traído tu propia cobija? –Pregunto, alzando la ceja. Ella camina hasta la cama con el gran bulto entre sus brazos, dejándose caer de lleno sobre ella. Suelta algunas palabras que no logro descifrar debido a que su cabeza se encuentra de plano en la cama. –Espera... ¿Tú ya venías hacia acá?

Maya se da la vuelta. –Estaba aburrida en casa. Día difícil. –Dice simplemente, cerrando sus ojos y dando un salto para que sus piernas dejen de colgar en el aire.

-A propósito de eso. –Digo, como quien no quiere la cosa. Suelta un bufido. -¿Quieres hablar de ello?

-¿Tengo opción? –Gruñe, tomando una de mis almohadas y apretándolas contra su mejilla.

-Uhm, no. En realidad no. –Contesto, cruzándome de brazos pese a que no me está observando.

Deja pasar unos cuantos minutos antes de responder. –Necesitaba tiempo a solas.

-¿Por qué? –Pregunto. No puedo evitar el deje herido. Eso le hace abrir los ojos y sentarse erguida sobre la cama. Ahora, me mira directamente.

-No, no, no. –Comienza diciendo. –Es solo que, he estado un poco seca en inspiración. Necesitaba vagar por ahí y mirar unas cuantas cosas para que el proceso fluyera.

Muerde su labio inferior. -¿Qué tal fue eso?

-En realidad, genial, si. –Dice nerviosa. Mordiendo sus uñas. Es ese pequeño gesto el que me hace darme cuenta de que algo está yendo mal. La chica rubia oculta algo.

-Suéltalo Maya. –Le digo, presionando mis ojos sobre su rostro. Ella parece trastabillar un poco, pero luego, un ligero destello cruza por sus ojos.

-Me gusta un chico. –Revela. Siento mi garganta cerrarse y estoy francamente sorprendida por lo que ha salido de su boca. Ella suelta una gran sonrisa. Siempre le gustó el hecho de cuan fácil de asombrar soy, pero cosas como esas no pasan todos los días. Incluso estaba segura de que ayer mencionó que odiaba a los chicos y esperaba mantenerse sola por un largo tiempo. Un muy largo tiempo, había dicho.

Tocan la ventana. Mis ojos se dirigen hacia allí y logro divisar a Farkle y Lucas entrar como de costumbre. Primero, el castaño tarda menos en entrar debido a su tamaño. En un brazo trae lo que parece ser una gran chamarra de cuero negra y en la otra una bolsa con un montón de chucherías dentro. Mi estomago gruñe. Lucas tarda un poco más en ingresar, pero al igual que Farkle, lleva consigo una gran bolsa con bebidas dentro. Trae puesta una sudadera roja de Stanford y el pelo revuelto.

FRIENDS. -Girl Meets WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora