13: Julie, míralo a los ojos

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Volví a mi habitación,e intenté seguir leyendo, pero comencé a bostezar. Mis ojos se cerraban, con la intención de descansar. Era irónico porque aún era temprano, pero supuse que el cansancio se debía al desvelo de anoche. Dejé el libro a un lado y me recosté en la cama. Me fui quedando dormida, conforme escuchar el canto de los pájaros en el exterior.

Al despertar de la siesta, el reloj de la cómoda. Está marcaba las 8 de la noche, había recuperado las horas pérdidas. Cuando tomé el celular, me di cuenta que tenía cinco llamadas perdidas y un mensaje. Tres llamadas eran de Alan, dos de Yesenia y un mensaje de Alonso.

"Te traje comida china, estabas dormida cuando entré a tú habitación, así que la guardé en la alacena"

Con una sonrisa en el rostro me dirigí a la cocina. La cajita de comida china se encontraba intacto en alacena. Lo calenté en el microondas y esperé impaciente. Luego de terminar de comer, o más bien cenar, fui a la habitación de mis padres. Mamá y Columba estaban empacando la maleta de papá, lo que me hizo recordar, que mañana saldría de viaje.

—Por fin despiertas, bella durmiente —mamá sonrió y continuó doblando camisas.

—¿Y mi papá? —pregunté, al no verlo en habitación.

—Fue a jugar billar con Hugo —él y su amigo eran los másters en el juego. Siempre me preguntaba cómo se jugaba, pero no sentía la necesidad de aprender. Sólo sabía que el propósito del billar, era meter las bolitas en los hoyos. Sin alterar la mente pervertida con respecto a eso.

—¿Dormiste bien? —preguntó Columba.

—Sí, gracias —evité decir que la mejor parte fue cuando desperté y leí el mensaje de Alonso.

—Iremos a comprar algunas cosas para Arturo —avisó mamá, cerrando la maleta y colocándola a un lado de la cama. Asentí y las acompañé a la puerta. Una vez que se fueron, conversé con Yesenia por teléfono y me dijo que ha estado saliendo con José el chico que conoció en la fiesta. Lo que me pareció sorprendente, ya que ella no se relacionaba con chicos con mucha frecuencia. Evitaba los noviazgos a toda costa.

Al finalizar la llamada, pensé en hablar con Alan pero luego me retracté. No quería confundirme cuando dijera lo mucho que me extrañaba y mi mente estaba comenzando a despejarse como para llenarla de dudas con sus halagos y comentarios sobre Alonso. Hablando de él, tenía que agradecerle por haberse tomado el tiempo de traerme comida. Un simple gracias no le haría daño a nadie.

Una vez que estuve frente a su habitación, toque la puerta un par de veces. Al no tener respuesta giré la perilla y la puerta se abrió, un ligero ruido se escucho al hacerlo. Estaba por segunda vez aquí, la primera había sido por obligación y está, bueno, era por voluntad propia. Asomé la cabeza, esperando verlo  durmiendo o jugando Xbox, pero ni una, ni otra. La cama estaba ordenada con las sábanas en su lugar y la consola sin usar.

El Huésped -Alonso Villalpando-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora