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En la mañana me levanté temprano y bajé a la sala. Mamá y yo acompañamos a papá a la camioneta, y nos despedimos con abrazos, deseándole suerte en su reunión. Regresaría en una semana y a pesar de su sobreprotección, lo echare de menos. Mamá no soporto la tensión del momento y comenzó a sollozar.
—Tranquila, volveré pronto —dijo, acariciando su espalda. Ver la partida de papá fue, en cierto punto, triste. Nadie garantizaba que volvería. Me acerque y lo abrace con fuerza, sintiendo el calor paternal que proporciona.
—No sean dramáticas, harán que pierda mi vuelvo —lo escuche decir, mientras mamá y yo nos acurrucábamos en su pecho. Una vez que ambas nos separamos de él, tomo la maleta y la subió en el asiento pasajero.
—Rebecca, te llamare cuando haya aterrizado —aviso, dulcemente.
—Esperaré tu llamada —contesto, mostrando una breve sonrisa. Se besaron tiernamente por unos segundos y me aclare la garganta, informando que estaba presente. Mamá soltó una risita nerviosa y entro a la casa, luego de darle un beso en la mejilla.
—Julie, no quiero que te metas en problemas —advirtió, duramente.
—Sí papá, también te voy a extrañar —dije, sarcásticamente. Rió ante mi comentario y me dio un abrazo rápido.
—Las extrañare, pero hablo en serio, no quiero una queja de ti cuando regrese ¿de acuerdo?
—De acuerdo —esperaba no estar en problemas si Alonso no los provocaba. Se despidió, dándome un beso en la frente y subió a la camioneta.
Comenzó a conducir y volví a casa. Al cruzar por la cocina, vi a mamá y a Columba conversar. No quería interrumpirlas, más que nada porque mamá se pondría a llorar por la ida de papá. Subí las escaleras y cuando llegué al pasillo, me encontré con Alonso. Evité hacer contacto visual y lo esquivé, siguiendo mi camino.
—¿Sabías que te ves muy sexy dormida? —me detuve justo antes de entrar a la habitación y me gire hacia a él.
—¿Qué? —fruncí el ceño. En ese instante, recordé que había entrado a mi habitación ayer por la tarde, cuando estaba tomando la siesta.
—Fue inevitable no observar tus piernas —continuo diciendo, mirándomelas de reojo.
—¿Estuviste observándome? —espeté, furiosa.
—Sólo por un momento, tenía que aprovechar que estabas dormida —admitió, encogiéndose de hombros.
Sentí la ira correr por mis venas. Tal vez otras chicas se hubieran sentido halagadas por su comentario, pero yo no. No me consideraba ningún tipo de aparador, en el que podías "admirar". Me acerque y sin pensarlo dos veces, golpeé su mejilla. Su rostro se volvió a un lado y escuché el sonido de la bofetada. Hice una mueca y sacudí mi mano, cuando la palma comenzó a arder.
—Buen golpe –sonrió, mirándome divertido y masajeó la zona afectada. ¡¿Acaso era de hierro?! ¿Acababa de golpearlo brutalmente y lo único que hace es sonreír como idiota? —.Vaya, no entiendo porque estás molesta, yo no proteste cuando estabas mirándome anoche.
—Era imposible no mirar tu abdomen —repliqué, sintiéndome, estúpida por decirlo.
—Estás admitiendo que me deseas —arqueó las cejas y me sonrojé.
—He visto mejores —levanté un hombro, marcando indiferencia. Frunció el ceño y se acercó, mientras yo retrocedía hasta sentir la puerta de la habitación detrás de mí.
— ¿Mejor que el de Alan? —me retó, colocando ambos brazos a lado de mi cabeza. No sabía por qué metía a Alan en esto.
—Si —mentí, sabiendo que jamás había visto a Alan de esa manera.
El silencio se expandió y nos quedamos mirando el uno al otro, esperando a que alguno hablara. Mi visita bajó hasta su boca, y sin poder evitarlo, humedecí los labios al sentir la sequedad en ellos. Se inclinó lentamente sin dejar de mirarme y sentí su respiración combinarse con la mía. Tragué y entreabrí los labios, dispuesta a sentir la textura de su boca. Recargué una de las manos en la perilla de la puerta, intentando estar cómoda, pero desgraciadamente, la perilla giró entre mi mano y la puerta se abrió de golpe.
Lo demás sucedió en cuestión de segundos. Solté un grito ahogado y caí al suelo, con Alonso encima de mí. Nuestras frentes chocaron y ambos nos quejamos al momento del impacto. Nos miramos y comenzamos a reír, mientras nos levantábamos. Qué suerte la mía.
—Aún no termina el día y ya recibí dos golpes —dijo, sobándose la frente. Rodeé los ojos y lo empujé fuera de mi habitación. Tenerlo aquí era tentador.
—Ya te puedes ir, adiós —iba a cerrar la puerta, pero lo impidió, poniendo el pie.
—Hey, no hemos terminado nuestra conversación.
—Creí que había terminado cuando estampé mi mano en tu mejilla —empujé la puerta, pero la detuvo con sus brazos.
—Una última cosa.
—¿Qué? —suspiré, fastidiada.
—Admite que te pongo nerviosa cuando no tengo la camiseta puesta —dijo, mostrando una sonrisa. Aunque tuviera la camiseta puesta me ponía nerviosa, pero no sé lo iba a decir.
—Muérete —cerré la puerta bruscamente y me recargué en la puerta, pensando en lo idiota, divertido, estúpido, bromista que podía a llegar a ser y por alguna razón, me agradaban todas sus facetas.
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El Huésped -Alonso Villalpando-
FanfictionUn intruso llegó a mi vida causando problemas y despertando emociones. #566 en Fanfin Julio/05/17 #585 en Fanfic Julio/09/17 #430 en Fanfic Julio/12/17 #359 en Fanfic Julio/16/17 #136 en Fanfic Agosto/26/17 #298 en Fanfic Agosto/28/17 # 32 en Cd9fan...