45. Caja de sorpresa

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La semana fue transcurriedo con lentitud. Y agradecía que fuera a ese ritmo. Durante esos días, Alonso y yo pudimos hacer salidas como cualquier pareja. Me llevó a diferentes lugares cada día. De hecho, me contacté con Yesenia y compartimos una cena muy agradable en compañía de su novio.

Disfruté la semana como nunca. Mi padre seguía con la abstinencia de decir comentarios negativos cada vez que Alonso me besa, me abraza o toma de mi mano. Mi mamá siempre está ahi para recordarle que todo nuestro afecto es parte de una relación amorosa. Y poco a poco, el carácter de mi papá fue equilibrándose hasta que logró llevarse bien con Alonso.

Su progreso fue sorprendiéndome conforme pasaban los días. Me sentí satisfecha cuando los encontré en el sofá conversando y opinando sobre el partido de fútbol que veían por la televisión. La tensión entre ellos iba disminuyendo y eso me ponía feliz. Aunque su rol de papá sobreprotector no estaba abandonado del todo ya que tenía que dejar la puerta de mi habitación abierta cada vez que Alonso estaba adentro.

La cena que había organizado el amigo de mi padre, fue demasiado tranquila. Pude conocer un poco más a Nathan. Era un chico amigable y extrovertido. Alonso no se veía muy contento esa noche, permaneció cerca de mí todo el tiempo para que se diera cuenta que era suya. Pero Nathan me agradaba y aunque Alonso no estuvo de acuerdo al principio, se fue doblegando cuando se dio cuenta que las intenciones de Nathan era solo de amistad. Desde entonces,  se convirtió en mi amigo y ahora era también de Alonso.

Los hijos de Columba regresaron del campamento esta mañana. Eran dos niños de diez años y noté que eran peor que los niños de la señora Rusell ya que se mantenían peleando la mayor parte del tiempo.

Era sábado por la tarde y me encontraba en la recámara de Columba. Noah y Billy nos contaban sobre las diferentes actividades y aventuras que realizaron en el campamento. Amabos eran unos niños muy energéticos, no han parado de hablar desde que llegaron. Comenzaba a marearme de tanto escuchar sus voces chillonas. Sino fuera por Alonso que me sacó de ahí, en este momento estaría convulsionando en el suelo.

Sin pensarlo, tomé su mano y salí de la habitación dejando a Columba en compañía de sus irritables hijos, ahora entiendo por que fueron llevados a ese lugar en estos dos meses. No los habría soportado si se hubieran quedado en mi casa todo este tiempo.

Al llegar a la sala, Alonso rodeó su brazo en mi cintura y hundió su cabeza en mi cuello.

—Te extrañé —dijo depositando besos cortos y suaves en la piel sensible de mi garganta.

Me reí. Hace dos horas salió al bar con Freddy y Nathan, estábamos en pleno romance cuando Freddy le habló por teléfono. Alonso aventó el celular y continuó besándome ignorando por completo a la invitación de su amigo. Al final, lo convencí de que se distrajera un poco, gracias a eso accedió a tomar unos tragos.

—Después de comer te llevaré a un lugar —avisó antes de darme un beso rápido.

—¿A dónde me llevarás? 
—pregunté, frunciendo el ceño.

Una sonrisa misteriosa apareció en el rostro de Alonso. Sé que estaba planeando algo y no saber qué era comenzaba a intrigarme.

—Te lo te lo diré cuando estemos allá —guiñó el ojo y me llevó a la cocina.

Mi mamá estaba tomando una rebanada de pizza mientras que mi papá estaba devorando la suya. Nos sentamos frente a ellos y Alonso, como todo un caballero sexy, me sirvió un pedazo de pizza con la respectiva bebida de té de durazno.

Le sonreí y se sentó a mi lado para comenzar a comer. Mi padre inició la conversación hablando sobre su posible salida de viaje el lunes, para ese entonces, yo ya estaré en la universidad extrañando a Alonso.

La nostalgia invadió mi cuerpo al recordar que este era el último fin de semana en el que Alonso y Columba estén con nosotros. No quiero que se vaya pero tampoco puede quedarse. Él también tiene que volver a las clases y terminar el semestre. Lo peor de todo es que su universidad queda a kilómetros de la mía. Espero que podamos vernos lo suficiente para que nuestra relación perdure.

—¿Qué planes tienen hoy? —preguntó mi mamá mirándonos ambos.

—No mucho —respondí, antes de morder la rebanada de pizza.

—De hecho, tenemos muchos planes está noche —Alonso me miró y arqueó la ceja.

—¿Está noche? —la voz de mi padre intervino.

Miré a Alonso con confusión.

—Mi mejor amigo organizó una fiesta y quisiera que Julie me acompañara —me sonrió de lado y se volvió hacia mi papá quien lo miraba con el ceño fruncido.

—Claro que sí ¿A qué hora estarán de regreso? quiso saber mi mamá.

Abrí la boca pero la cerré cuando supe que no tenía una respuesta. Solo me quedé estática en mi asiento con mi mirada enfocada en Alonso.

—Las fiesta de Freddy terminan hasta el amanecer —Alonso soltó las palabras lentamente para que mis padres entendieran la indirecta.

Alcé las cejas y me giré hacia mis padres. Mi mamá lo captó enseguida mientras que mi papá seguía con su rostro pensativo.

—Oh entiendo, quiere decir que no vendrán a dormir —mi mamá se volvió hacia mi padre esperando a que dijera algo al respecto.

Suspiró y nos miro a ambos.

—Está bien, pero los quiero aquí mañana temprano ¿de acuerdo? —advirtió con dureza.

No tuve más que asentir. Aún seguía asimilando dos cosas, una que Alonso no hablo de esa fiesta hasta este momento y dos, que mi padre haya aceptado tal cosa. Por lo que veo está aprendiendo a darme más libertad.

Cuando terminamos de comer, le pedí a Alonso una explicación de lo que se tramaba pero se limitó a decir que me arreglara porque en un rato más me llevaría a ese dichoso lugar desconocido. Negué con la cabeza y me fui a mi habitación para darme una ducha. Me cambié usando unos short de mezclilla acompañado de una blusa holgada color lavanda y las converse blancas. Recogí mi cabello en un moño y me maquillé de forma simple y sencilla.

Cuando tomé el teléfono, escuché un golpe que provenía de mi puerta. Alonso se encontraba esperándome con esa sonrisa irresistible y vestido de una manera sexy y salvaje. Camisa negra, vaqueros desgastados y sus vans oscuras.

—Es hora de irnos —dijo, sacudiendo las llaves de su camioneta.

Entrecerrando los ojos, cerré la puerta de la habitación detrás de mí. Cuando menos pensé ya me encontraba sentada en el asiento del copiloto.

—¿A dónde iremos? —pregunté, mientras que Alonso me colocaba el cinturón.

Su respuesta su un guiño y cerró mi puerta para después rodear la camioneta. Empezó a conducir en silencio y eso comenzó a ponerme nerviosa. Y ésta muy equivocado si piensa que me quedaré hasta el amanecer en la fiesta de Freddy. No quiero parecer zombie al día siguiente y menos cuando estoy a punto de entrar de nuevo a la escuela.

Me digné viendo a través de la ventanilla. Pasaron varios minutos para cuando sentí el motor se apagó. Me giré hacia Alonso y su mirada seguía el frente sin hacer ningún movimiento.

—Llegamos —murmuró sin mirarme.

Fruncí el ceño y bajé de la camioneta.

Lo que me rodeaba era solo un montón de edificios en buen estado. Alonso bajó y se posicionó frente a mí con una expresión divertida al percatarse de me intriga. Me crucé de brazos y esperé. Luego de unos segundos de silencio total, se rindió soltando una risita ronca y profunda.

—Este es mi apartamento —dijo señalando uno de los edificios que se encontraba detrás de él.

En ese instante, comencé a sospechar sus intenciones. Y estaba dispuesta a acatarlas.

El Huésped -Alonso Villalpando-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora