29: Consecuencias

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MARATÓN 2/3


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Luego de haberme quedado como idiota en la cocina por minutos, despabilé y me dirigí a mi habitación. Mi mente se encontraba estancada en el beso de hace unos momentos

Sonreí al recordar las raras y placenteras sensaciones cuando su boca exploraba la mía. Esto era diferente. Con tan sólo escuchar su voz o sentir sus caricias me estremece de una manera profunda y positiva. Con cada toque me eleva a una altura que ni yo misma puedo descifrar.

Una vez en mi recámara, tomé el celular de la comoda. Me senté en el borde de la cama y llamé a Yesenia. Los siguientes minutos parecieron eternos. Luego de haberle contado absolutamente todo. Se pone a gritar de alegría y me habla demasiado rápido a través del teléfono haciéndome sentir con náuseas.

No dejaba de felicitarme y chillar como una fan obsesiva diciéndome que ya era hora de que Alonso admitiera su interés en mí.

Le conté sobre la decisión que tomamos acerca de no contarle a mis padres sobre lo nuestro. Aunque Columba ya confirmó su duda en el momento en que nos vio en la cocina.

Pero sinceramente no tengo problema con que lo sepa. En el fondo ella sabe que es necesario que esperemos antes de dar a conocer nuestro noviazgo.

Terminando la conversación con Yesenia y quedar aturdida por sus palabras de afecto me dispuse a escuchar música.

Salí de mi habitación con los audífonos puestos y comencé a caminar por el pasillo. Tarareaba y mis pies se movía al ritmo de la canción mientra me dirigía a bajar las escaleras.

Cuando crucé la habitación de Alonso, mis fosas nasales aspiraron el suave aroma de su perfume. Y a pesar de que no se encontraba en casa. El aroma masculino estaba impregnado. El mismo perfume embriagante que percibe cuando lo estaba besando.

No me había dado cuenta que su puerta estaba abierta hasta en este momento que me encuentro de pie a un paso de entrar a su recámara.

Como no tenía nada interesante que hacer, me adentré en su cuarto para que mi olfato se invadiera completamente con su aroma. Todo permanecía en su lugar. Excepto de unas cuantas carátulas de videojuegos que se encontraban regadas disimuladamente sobre el suelo.

Mi vista recorrió cada punto de su habitación hasta que se fijó en la cama.

¿En serio Julie? ¿De todos los muebles y objetos que se encuentran tenías que enfocarte en la cama? Sucia y pervertida.

Me imaginé su cuerpo recostado mirándome con esa intensidad que hace que mi sangre deje de circular por mis venas. Me imaginé estar acurrucada en su pecho hablando por horas. Su fuerte abrazo rodeando mi cintura mientras duerme.

Deja de pensar relatos de libros y sal de la habitación, ahora. ¡No tienes nada que hacer aquí!

La música resonaba en mis oídos pero aún así mi subconsciente me decía a gritos que dejará de actuar como una tonta enamorada.

Alejando sus pensamientos cursis, giré sobre mis talones para regresar al pasillo. Me detuve en medio camino al ver un peluche junto a la cama. No era un objeto sexual o algo por el estilo.

El Huésped -Alonso Villalpando-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora