43. Olvidando las reglas

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Me encontraba en la sala enviando mensaje de texto a Yesenia. Cuando le platiqué sobre lo que sucedió ésta mañana, reaccionó con demasiados signos de admiración y letras en mayúscula. Ella propuso ir a golpear a mi papá con todo gusto para hacerlo entrar en razón pero la calmé diciendo que no era necesario en este momento

Luego de que mi mamá nos dijera las noticias, no tuve más que aceptar. La buena fue que se quedaría hasta que comiencen las clases. Lo que me hace recordar que la próxima semana empiezo la universidad. Y la mala fue que teníamos que mantener una distancia considerable con respecto a la demostración de cariño. Con eso me refiero a disminuir el nivel de caricias, abrazos, comentarios dulces y besos inapropiados en la cocina o en algún otro lugar de la casa.

Está claro que eso no se tomará en cuenta si estamos solos.

Una de las condiciones que quería mi papá, era que Alonso durmiera en el sofá para mantenerme lejos de él ya que su habitación está a un lado de la mía. Casi me da un infarto cuando mi mamá lo mencionó. Eso sería muy cruel. Pero gracias a la palabras de mi madre, logró convencerlo a que eso no sucediera. Aún así mi papá concluyó diciendo que vigilaría con frecuencia nuestras habitaciones para asegurarse que no estuviéramos en el mismo lugar por mucho tiempo.

A ese grado de sobreprotección puede llegar mi padre. Tomar el rol de vigilante.

Según él, quiere evitar que salga embarazada. Si supiera que ni siquiera he pensado sobre eso
Me gustaría decirle que hoy en día existen diferentes maneras de cuidarse pero no creo que eso lo ayude a tranquilizarse.

A simple vista, sus condiciones no suenan tan severas pero una vez que se ponga en práctica será difícil.

—¿Qué tanto piensas? —La voz de Alonso despejó mis pensamientos.

Levante la vista y lo miré. Se encontraba al otro lado del sofá viendo televisión. Me sentía aliviada y feliz. A pesar de las reglas de mi padre, estaba satisfecha. Lo importante era que Alonso no se iría de la casa. Tengo toda una semana para disfrutar de su presencia.

—En ti —susurré, dejando el celular a un lado.

Sonriendo, se levantó y caminó hacia mí.

—Espero que sean cosas buenas —guiñó el ojo y se sentó a mi lado.

—Lo son —contesté con una sonrisa.

Nuestras miradas se conectaron y en ese momento quise desaparecer lo que se encontraba a mi alrededor. Quería besarlo y sabía que él intentaba contenerse. Respiró profundamente cuando bajó la vista a mi boca. Humedecí mis labios e inmediatamente hizo lo mismo mientras se acercaba. Sus labios comenzaron a rozar con los míos y me preparé para darle entrada.

—Ustedes no entienden ¿verdad? —la voz de Columba rompió la conexión del casi beso.

Alonso se separó maldiciendo en voz baja mientras se inclinaba hacia atrás
Definitivamente iba a ser difícil dejar de ser afectuosos el uno con el otro. Hice una mueca y tomé mi celular para aparentar estar ocupada. Vi como Columba negaba con la cabeza con una sonrisa a la vez que entraba a la cocina.

Alonso se volvió hacia mí, mirándome divertido.

—Intentaré controlarme a menos que quiera terminar durmiendo en el jardín —reí y le mandé un beso imaginario lo que provocó que un gruñido saliera de su garganta por no poder recibirlo como debería ser.

Ahora más que nunca, tenía la necesidad de besarlo.

(…)

La cena fue realmente incómoda. El único ruido que se escuchaba era el sonido de los utensilios que cada integrante de la mesa provocaba al moverlo. Columba estaba sentada a mi lado y Alonso junto a ella. Enfrente de mí se encontraban mis padres, sus miradas, en especial la de mi padre me ponía nerviosa y de mal humor. Aún no sé veía muy contento con Alonso ni conmigo pero creo que intenta aceptarlo a pesar de que no ha aclarado estar de acuerdo con nuestra relación.

El Huésped -Alonso Villalpando-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora