26.

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CARLOS CAMERON

El tic tac de mi reloj alarma se hacia más fuerte anunciando que debía volver a levantarme y sumergirme de nuevo en las leyes y normas de la justicia, maldición.

Alargue la mano para callar el sonido del reloj y aún no abría los ojos hasta que de repente alguien me abrazó, era ella, mi amor eterno profundamente dormida. Me giré a verla y fue lo mejor que pude ver en mi vida.

Imagine que debió tener un sueño malo y por eso vino a dormir conmigo...

— Amor...

La miré estaba medio despierta.

— Buenos días, princesa.

— Buenos días, princeso.

— ¡Oye!

Ella estallo en risas, siempre fue muy infantil pero me gusta su ingenuidad y modismos de niña mimada.

— ¿Vamos a comer?

— Clar...

— ¿Qué pasa?

Se levantó a la velocidad de la luz dirigiéndose al baño, hay no.

— ¡Me hago pipi!

Hay no.

— ¡Carlos!

¡Hay no!

— Ayudame carajo —Hablaba rápido.— Lauren me ayuda y no está aquí.

— Pero, pero, peroo...

— Ven acá abogado del diablo, solo ayudame a bajarme mi pantalón y...

— ¡No haré eso!

— ME HAGO PIPI, IDIOTA.

Me levanté temeroso, nunca había visto a Fernanda.

¿Miedo de ver a una chica?

Imbécil.

Cállate conciencia...

— ¡CARLOS! Por el amor a la madre Teresa me haré en mis pantalones —Ella ya lloraba—, tengo casi ocho meses.

— Ya voy.

Entre en mi baño, ella no mentía con que necesitaba ayuda y además que no tenía la fuerza luego del incidente. La vi asustado.

— Cierra los ojos y ayudame.

Hice lo que pidió.

— Gracias.

— Oye...

— Sí, se que piensas. —sonreía— Llama a Lauren.

Salí corriendo a despertar a mi prima, la cual me golpeó por despertarla y luego se levanto feliz para ayudar a mi novia.

Mujeres...

Sí, además es sábado.

Tarado.

Exactamente era sábado y yo pensando trabajar, merecía los insultos de mi conciencia. Al pasar los minutos Fernanda se fue con Lauren a vestirse.

— Buenos días, madre.

— Buenos días, hijo. —Me abrazaba— Iré con tu padre y tu hermano a un desayuno.

— Uhhh, suerte.

— Necesitaré más que eso.

Me dio un beso y bajo, definitivamente sabia que mamá odiaba esa clase de desayuno-junta.

Vientre en Alquiler #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora