Vientre en Alquiler #1

45.

NARRADOR

El día de la boda había llegado por fin,  el pastel, las decoraciones, las flores y todo lo que adornaba la boda de Carlos y Fernanda estaba ya montado en un salón de eventos muy reconocido en toda la ciudad como uno de los mejores para celebrar.

El tono blanco y verde claro este último color favorito de Carlos estaba por todos lados, un arco de flores era la entrada para la novia.

Lauren acomodaba aún el cabello de Fernanda que estaba tan nerviosa que constantemente desmoronaba el peinado perfecto que se le hacia.

—¡Quédate quieta de una buena puta vez! —hablará ya cansada la joven—, si sigues así juro que te tiraré por la ventana, Fernanda.

—¡Estoy nerviosa!

Mientras discutían sobre el quedarse quieta o no, Lourdes, charlaba con Erin animadamente sobre la culminación a todo lo malo que las rodeaba y que lamentablemente Josh no estaba por sus malas decisiones.

Carolin por su parte caminaba encorbada por el pequeño Sebastián que ya daba pasitos.

Y como no mencionar a Carlos, el pobre estaba tan nervioso que no probó bocado alguno, Declan, por su parte le animaba a estar tranquilo pues le aseguraba que la novia no se iba a fugar.

—¿Y si me equivoco al hablarle? —tanteaba el novio—, si me tropiezo o le piso el pie mientras bailamos me mato, literalmente.

—Pareses la novia no jodas, Carlos.

Todo estaba listo finalmente para unir sus vidas, pero había una persona que no se atrevía a llegar, una persona que le dolía el alma y que sin embargo su esposa e hija lo animaban no podía girar la llave para encender el auto.

Harold Harris estaba entre la espada y la pared, por un lado su esposa supo entender y perdonarlo y su hija que casi lo obligo a prepararse, estaban dándole apoyo moral, pero por el lado negativo estaba Erin que con su mirada estaba dispuesta a destrozarlo como un bicho en su zapato.

Pero había algo que su alma provocaba un dolor agudo, uno de esos que ni volviendo a nacer se le podría quitar y que probablemente sería su martirio.

Él no entregaría a su hija en el altar.

Él no tenía derecho de hacerlo y de eso se encargo muy bien Fernanda...

Ese dolor era eterno y se sentiría como un desconocido viendo como su colega y amigo de la vida, Samuel Garrido, era quien felizmente la entregaría.

Pero aún con eso en su pecho arrancó el auto directo a su destino.

Los conocidos ya estaban sentados en las bancas de la iglesia esperando ansiosamente la boda, la familia Cameron y Santini al frente. Efectivamente Fernanda invito a sus tías y primos que le dieron la espalda cuando ellas los necesitaban pero no porque Fernanda quisiera, Erin, era la que insistió para que vieran que a pesar de todo pensaban en ellos y de una forma indirecta restregarles en la cara que su ayuda no fue necesaria a fin y al cabo.

Los colegas y los que en algún momento fueron jefes de Carlos esperaban también con sus esposas a la pareja feliz, especialmente querían felicitar al mayor de los Cameron por como creció su bufete y que hoy en dia era uno de los mejores y mas populares de la ciudad y no solo por eso sino que al contratarlos estabas oficialmente ganando tu problema judicial ya que el bufete de Carlos era contundente en los casos.

Querían ver también a la chica hermosa que lo tenía en otro mundo desde siempre y por la que a él no le importaba si lo dejaban las demás.

Celia ha cambiado tanto desde la vez que Josh y Javier intentaron matarla, ahora que es novia del agente López, ha ejercido su carrera de modelo en revistas y ser una ejecutiva muy importante en la compañía de construcción que encontró, López, fue ascendido de puesto y se volvio al igual que su novia muy cercano a la familia Cameron.

Espera también para casarse con ella algún día.

—Ya es hora que venga Carlos —preguntó Lourdes a Lauren—, ¿No crees?

—Ya vendra. —aseguró la joven con cabellos chocolate.

Los camarógrafos se abarrotaron en la entrada gritando el nombre del novio, haciendo que los invitados sintieran ancias.

—¡No puede responder ahora señores! —gritaba Declan haciendo reir en el interior a su hermana, Lauren—, ¿Qué parte de no tú no entiendes enano?

—¡Permiso voy a casarme! —gritaba animoso Carlos—, ¡Si no me caso ustedes no tendran primicia! ¿Comprenden?

No, no comprendian estaban machacando al pobre muchacho y ninguno estaba dispuesto a moverse de su lugar para fotografiarlo.

—¡Quitense joder!

El agente López se levantó de su asiento molesto por esos fotógrafos que no dejaban pasar a Carlos.

—¡Señores si no mantienen su cordura y no dejan pasar al novio y a la novia por consiguiente llamaré a mi equipo de agentes! —gritaba energético—, y nadie absolutamente nadie tendrá primicia de nada. Lo que tendran sera la primicia de una celda cinco estrellas en la estación policial.

Todos se hicieron a un lado dejando pasar al novio, pero lo que no esperaron era que el agente López fuera a poner una vaya policial dejando el camino libre, porque sinceramente, los fotógrafos no iban a acatar sus ordenes.

Carlos saludo a todos pero a Harold Harris solo lo saludo con un ademán, aún no creía en él.

—Estás tan hermoso, hijo. —hablaba alegre Lourdes—. Ven, siéntate conmigo un momento.

Él sonriente fue hasta una banca vacía al marcó de salida de la iglesia.

—Todos estos años quise hacerte reir, Carlos, siempre te miraba metido en esos libros de leyes y en cursos de diferentes lenguas. —Le acarició su mejía tiernamente—, sabía quien era la que causaba que tu te alejaras y cambiaras de novia a cada rato. Ella era tan importante para ti que le sonreías plenamente, la alagabas aun que estuviera con pijama y te esforzabas por que te viera y dijera «él es el amor de mi vida».

—Aguarda ¿Siempre supiste que era ella?

—Conozco a mis hijos. —Informó Lourdes.— Y sé muy bien que ella tarde o temprano iba a verte a ti como tú deseabas.

Él sonrió porque su madre tenía razón y aun que tomo años estos no fueron en vano.

Llego la hora indicada y todos tomaron asiento y Carlos al frente, todos sonreían hasta que la hora paso de minutos atrasados a una media hora.

Y la novia no llegaba.

N/A.

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