Vientre en Alquiler #1

31.

FERNANDA SANTINI

¿Quién puede jurarte amor mientras se dejaba ir encima tuyo con un abre cartas?

¿En eso consiste el amor?

¿En prometer y lastimar?

Javier le prometió a Carolin frente a cuatrocientas personas un amor lastimero, una falsa protección y lo peor un enamoramiento fugaz. Ciertamente no puedo juzgar porque no soy el profesor X para leer su mente, pero no puedes ir por el mundo lastimando sin sentir remordimiento y que encima de todo no lo aceptes, porque eso hace Javier. Es un cínico y cobarde.

Toda mi vida deseé casarme con él y ahorita lo único que se es que el destino actuó sabiamente y no necesitaba alguien que me lastimara aun más. Todas necesitamos a alguien que nos alegre el día aun que precisamente no tiene que ser un hombre, los hermanos y los mismos padres te hacen sentir amada. Hay un dicho que dice «No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti».

Ciertamente Javier no conoce nada de dichos y menos este.

Han pasado ya tres horas desde que Carlos apareció ya en blazer negro y con su brazo y parte de la espalda inmobilizada dispuesto a defender a su prima. Lourdes tiene mis pies en su regazo y mamá me tiene recostada en ella, Celia ha estado adentro con Carolin también rindiendo su declaración. Nosotras ya hemos dado nuestra declaración pero no podemos salir de este sitio, menos con los periodistas metidos en esta gran noticia.

— ¿Cuánto más estaremos aquí?

Mamá comenzaba a desesperarse y no la culpaba el bebé estaba inquieto, siempre se movía feliz pero sus movimientos denotan intranquilidad.

— No será luego la salida, así que ve diciéndole a tu trasero que resista estar sentada aquí.

Lourdes miraba seria a mamá mientras ella solo asentía tristemente, vi el miedo de mamá cuando recostaban a Carlos en el suelo luego de tal escena horrible donde fue lastimado y no porque temiera en que yo me quedara soltera, no, el miedo por creer perder a alguien también importante para ella. Anteriormente mamá cuidó por un tiempo a Carlos y Javier cuando sus padres viajaban.

Ciertamente Carlos se ganó su cariño netamente.

— Claro que estaremos un buen tiempo aquí —, hablaba yo algo seria y desesperada también— ¿No creen que nos hubieran dado una oficina o habitación? ¡Mis pies me estan matando!

Todas suspiramos.

— ¿Quieren comer algo?

Raúl el trabajador de Carlos llegaba con unas bolsas, se miraba feliz.

— ¿Qué haces tú aquí? —Pregunte sonriendo.

— El jefecito me llamo para ayudarle en el caso, y decidí traerles algo a ustedes.

— Muchas gracias, hijo. —Le hablaba Lourdes.

— Si quieres nos dejas eso y entras con tu jefe. —Decía mamá.

— Claro, esto es suyo. Me fijé en que necesitaban para pasar una noche aquí.

Raúl entró a la oficina, mientras nosotras nos quedamos en shock.

¿Una noche aquí?

Habia pasado la noche en el hospital y hoy nos traen aquí y pasaremos la noche también.

¿Qué más falta?

¿Dormir en una carceleta?

Pffff.

— Este chico se merece el cielo. —mamá y Lourdes hablaban animosas luego de ver las bolsas—, pensó en todo.

Unas mantas, unas almohadas, pasta dental y un cepillo, zapatillas con acolchado adentro, eran unas de las tantas cosas que venían.