Vientre en Alquiler #1

14.

Maratón 3/?

FERNANDA SANTINI

Las personas son diferentes, ¿se han puesto a pensar? Muchas personas son reservadas, otras extrovertidas, unas serias y otras que aún creen en que hay inocencia y pureza en las personas: las inocentes. No me creo tan inocente menos santa, pero yo creía que las personas que me rodeaban eran honestas y confiables, bueno eso ahora esta en el pasado.

No culpo a nadie de esto, fui yo con mi tonta idea que les debia algo a ellos cuando Josh me insinuó que gracias a ellos tenia estudios o trabajo. Pensé que les habia pagado con mis notas ya que si no eran cienes tampoco eran setentas, me detuve a pensar que Lourdes era una buena persona que al verme con mamá en problemas nos ayudo de buena manera, ella era mucho para un señor de tal calaña como lo era Josh un hombre soberbio, serio y ambicioso. ¿Cómo alguien tan dulce se pudo fijar en un demonio?

Claro, olvidaba que el amor es ciego.

Lauren sabía tantas cosas y me dijo unas acerca de sus primos—para mi bien.— me abrió los ojos y me hizo ver en donde estaba parada. Me enseño que mendigar amor es lo más bajo que una persona puede hacer y que uno mismo es cruel al despreciar los pequeños detalles que te da una persona que te quiere de verdad.

Carlos, ¿Dónde estas?

Envié un mensaje de texto al hombre que de verdad me apreciaba y que sin duda no queria que me sintiera mal.

Amor, ¿Estás bien? ¿Dónde estas?

Me respondió al instante, eso también me deja ver que ha estado buscandome, pero quiero explicaciones y muchas.

En el comercial Kings, por los comedores.

El almuerzo que sería estupendo para nosotros terminó mal, desde la visita de Celia la "tetas plásticas" hasta la llegada de mi disque mejor amigo, Javier.

— Vaya familia la que te tocará amigo.

Me gusta hablarle al bebé, siento una alegría al saber que esa vida está dentro de mí. No es mi hijo pero lo quiero como si lo fuera, después de todo un bebé nunca es el culpable si no los adultos.

— Gracias bebé, por ti ya no me queda mi ropa favorita. —pase mi mano a mi vientre.— también me provocas náuseas y muchas cosas, pero descuida te perdono.

— Podríamos ver ropa para los dos...

Levante mi vista y vi a Carlos con ojos hinchados y rojos. Su piel estaba pálida y temblaba, me asustó al verlo y conmigo siento al bebé encogerse, duele.

— ¿Tienes algo? —Me levanto de golpe de la silla y pongo mi mano en su frente.— ¡Carajo! ¡responde!

Carlos me abraza y me doy cuenta que él no sabia nada de mi en cuatro horas después que escapará de su bufete.

— Necesito respuestas.

— Yo te las daré, no quise que te pusieras así y que odiaras a mi hermano a pesar que es un idiota. Realmente tenía miedo de que te pasará algo.

Hablaba con un cierto deje de tristeza. Pero es necesario que me aclaré todo, antes de hablar el necesitaba un café y yo un jugo natural.