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HAROLD HARRIS

Samuel la ayuda a sentarse para no arruinar nada del vestido y lo ayudo a meter la blanquecina cola del vestido.

El chofer se iria con el de la grúa y Samuel va en el asiento de copiloto charlando conmigo, por el retrovisor observó a mi hija viendo su anillo de compromiso sonriendo al jugar con él.

Y justamente comprendo ahora.

Cameron nunca sería capaz de lastimarla, tomaba la forma de un rey protegiendo a su reina o el de un león protegiendo a la leona y tantos ejemplos más que cruzan mi cabeza, cuando lo vi a él abandonado en aspecto y en todo sentido en especial en aquellos días en que ella estaba en coma fue porque nunca se fue del hospital. Él si estuvo siempre para ella y yo la abandone a ella sin saber que ahora yo quería conocerla y ella a mí no.

No me odia como pienso pero no tengo su amor, muchos estuvieron con ella mientras yo pensaba que Erin  había abortado.

Paso días difíciles buscando comida para su hija y yo le daba lujos a Nora y le cumplía lo que quería comer cada sábado y le compraba las muñecas más lindas para que completará su colección.

¿Acaso Fernanda podía elegir los sábados que quería comer?

¿Algún día se fue a la cama sin comer?

¿Tendría muñecas con que jugar?

Y al saber internamente que la respuesta era que sufrió ese dolor en el pecho me volvía como valde de agua fría.

Al llegar a la iglesia la vi sonreir de par en par sabiendo que se uniría al hombre que la amo siempre y podía darle todo lo que ella pidiera, animada le dijo a Samuel que la ayude a bajar.

Perdí a mi niña sin saberlo y llegue tarde irremediablemente para saber como fue su cambio de niña a toda una mujer.

Al ella bajar del auto, salió Lauren Cameron a arreglar lo que se había arruinado ante el flash de los fotógrafos, con esa escena viendola sonreír y comentarles a la prensa que su auto sufrió un percance, ella ya estaba allí para casarse.

Me fui a mi asiento respectivamente con la mirada recelosa del futuro esposo de mi hija.

Nora y mi esposa me abrazaron animandome al ver que por mis mejías corrian lágrimas pequeñas.

CARLOS CAMERON

—Ya está aquí, mira.

Declan me hablaba bajito al ver como Lauren arreglaba a Fernanda, solo alcance a ver una silueta antes que mamá me reprendiera en silencio con miradas por ver a mi novia antes de entrar.

—¡Pensé que te ibas a quedar para vestir santos! —bromeó Declan. —Mira que Javier hasta hijo tiene ya.

Ambos reímos.

—Ya es hora hijo. —informa el sacerdote.

El coro se pone en posición ya y todos los presentes se ponen de pie para ver a la novia entrar.

Las puertas se abren y el coro inicia.

Ella viene sonriente a mí, luce espectacular en ese vestido y su cabello viene tan ondulado y su maquillaje natural. Toda ella era hermosa.

El doctor Garrido la trae del brazo también sonriente, al llegar a mi él me dice unas palabras y a todos los presentes por supuesto.

—Hace meses que pensaste en que la ibas a perder en el hospital, todos los días estuviste allí, observé que mi paciente tenía a un hombre que de verdad dejaba su vida por ella. —Todos escuchaban atentamente—, me llena de satisfacción haberte salvado, Fernanda, y mucho más haberme dado el privilegio de entregarte hoy y en este mismo momento.

Todos aplaudieron pero el doctor y yo eramos los únicos que vimos que Fernanda tenía lágrimas en los ojos.

—Estamos hoy para ser testigos de una unión especial...

El sacerdote comenzaba la misa, todo marchaba en orden y después se llego el momento de los anillos.

—Yo, Carlos Cameron, acepto ser tu esposo para estar en las buenas y en las malas —le colocaba su anillo en su dedo—. Para cuidarte y velar por tu seguridad, para respetarte día a día y para amarte el resto de mi vida. Te entrego mi vida para que sea tu mayor tesoro, siempre te seré fiel y nunca separarnos.

—Ahora la novia. —secundó el sacerdote.

—Yo, Fernanda Santini, acepto ser tu esposa para velar de tu salud y seguridad, ser tu acompañante en lo que resta de mi vida y llenarte de amor. —Ella colocaba el anillo en mi dedo, temblaba—. Prometo serte fiel siempre, estaré a tu lado en las subidas y bajas de la vida. Juntos por siempre.

Todo transcurría maravillosamente, las y los padrinos de boda colocaban los lazos matrimoniales (algo que Fernanda vio en las películas de romance) y luego la frase final.

—Por el poder que me concede la iglesia se da por concluida la Unión de esta pareja, lo que Dios unió que no lo separe el hombre. —finalizaba el sacerdote—, los declaro marido y mujer. Hijo puedes besar a la novia.

Este momento lo pensaba hace años y por fin se esta logrando.

La besé pausadamente y feliz de por fin tenerla como mi esposa y ella temblaba de nervios pero reía como una niña.

La niña que conocí hace años hace presencia con esa sonrisa auténtica, tan auténtica cuando de niños le leía un cuento o jugaba a la princesa y el dragón.

—¡Soy tu esposa!

Me gritaba ya que por los aplausos y gritos no podría haberla escuchado si hablaba bajo.

Luego de los aplausos, Fernanda, habló.

—Muchas gracias por tomar de su tiempo y venir a nuestra boda, perdonen si los hice esperar pero una llanta pinchada no iba a arruinar mi día —todos rieron—, los invitamos a pasar al salón que esta a nuestro lado para la celebración.

Hoy es el mejor día de mi vida.

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😭😭😭

Vientre en Alquiler #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora