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FERNANDA SANTINI

No podia creerlo.

¿Carlos pidiéndome ser su esposa?

¿Cómo decir que no?

Mis lágrimas caían incesantemente, por fin había encontrado a mi príncipe que estaba dispuesto a amarme con mis defectos y virtudes.

Y para él...

Yo era su motor.

Su todo.

— ¡Sí, si quiero!

Todas gritaban alegremente, el pequeño Sebastián tenia sus ojos super abiertos asustado de tanto grito.

Pequeño, Sebastián, tendrás que acostumbrarte a los gritos de tantas mujeres...

Carlos sacó el anillo de la caja y sonriendo lo puso en mi dedo y luego besó mi mano.

— ¡FELICITACIONES!

Gritaba Lauren, Celia y Carolin, mamá estaba llorando junto con Lourdes.

Cuando mis hijos hagan esto...

¿También lloraré?

Lo abracé tan fuerte como pude y él a mí.

— Se viene una enorme boda, chicas tenemos ponernos manos a la obra. —Lourdes hablaba alegremente—, ¿No creen?

— Claro que si, hay que tirar la casa por la ventana y hacer un mega party también. —esa definitivamente era Lauren.

(…)

Al cabo de una semana Lourdes, Lauren, Carolin y el pequeño Sebastián volvieron a la casa Cameron mientras que Carlos se quedó en el apartamento que él rentaba. Tenía mucho trabajo en su bufete que a veces era imposible irme a traer. Mañana era sábado y él prometió salir conmigo.

Todo marchaba tranquilamente, mi trabajo era silencioso y aburrido pero agradezco que sea así, mamá vivia casi siempre metida en la casa Cameron con Lourdes, toby era mi compañía cuando estaba sola en casa.

Javier aún estaba en una línea delgada entre la pena de muerte o pasar el resto de su vida en prisión, sacudi mi cabeza olvidando el tema de Javier y levantándome para cepillar mis dientes y dormir.

— Buenas noches, Toby. —El pequeño perro ladro en señal de entendimiento.

Mañana será un gran día.

JAVIER CAMERON

— Y así paré usando y lastimando a mi mejor amiga.

— Sabías que eres un idiota.

— Sí, un hijo de puta también. —suspire—, sin ofender a mi madre claro.

— Comprendo la expresión...

Mi compañero de celda era un hombre inocente, fue encarcelado porque su hermano gemelo había asaltado un Banco y este huyó del país dejando los costales del dinero del Banco vacíos en el maletero del carro de mi compañero.

— Me he dado cuenta que perdí todo, mi esposa no ha venido ni siquiera se el nombre de mi hijo, mi madre se decepcionó de mí, mi prima me desprecia —Hablaba viendo el techo de la celda—, la última vez que vi a mi hermano era felicitado por su compromiso con Fernanda.

Que tarde pude darme cuenta que mi vida era buena, tenía una esposa a la que amaba y por mi odio paré lastimandola no solo psicológicamente si no físicamente también. Mi vida era perfecta, mi vida prometía y yo mismo la hice una mierda.

Los moustros como yo merecen estar solos por castigo y maldición...

— ¿No puedes solicitar llamar a tu hermano para que venga?

— No creo que acepte ni mi llamada.

Estaba solo.

Tanto fue mi afán y esfuerzo de complacer a mi padre que lastime a Carlos más que a nadie. Porque él es mi hermano y lo lastime a través de Fernanda.

Llorar sobre la leche derramada, sobre el proyecto inservible y sobre tus malas desiciones era estúpido a estas alturas.

— El que no arriesga no gana.

— Pero si ya lo perdí todo —reí con amargura—, ¿Recuerdas que es más probable que me concedan la inyección letal? ¿Qué puedo ganar ahora?

— Tu último perdón.

Vientre en Alquiler #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora