Aquella persona se me hacía de verdad muy conocida, fruncí el ceño y me acerqué a aquella misteriosa persona que nos miraba a mí y a Rubén con una gran sonrisa en su rostro. No comprendía el por qué Rubén estaba tan nervioso si esa persona parecía ser amable.
-Anna, Cariño, ¡eres tu!-El señor caminó y me estrechó en sus brazos. Yo no comprendía quien era él y porque me abrazaba. Sus rasgos faciales eran más viejos que los de mi padre. Estaba un poco más bajo y tenía unos lentes puestos. Su cabello era igual que el de mi padre, completamente cubierto de canas y su voz estaba más apaga y débil, en comparación con la de mi padre que era dura y fuerte. Rubén se puso detrás del señor, para que yo pudiese observarlo y me hizo señas que correspondiera a su abrazo, lo miré dudosa antes de corresponder a su abrazo y sentir como el señor aún estaba insistente en seguir con aquel acto de cariño-Mi cielo, no sabes cuánto me alegro de que estés aquí-susurró y se separó de mí. Tomó mis manos y yo tuve que apretarlas suavemente, correspondiéndolo. El me miró y se dio cuenta de que yo estaba mirando a Rubén, se movió un poco, bloqueándome la vista. Cuando él logró captar mi atención le miré y el volvió a sonreír. Yo estaba un poco extrañada, no comprendía por que tanto interés.
-¿Quién eres tú?-susurré suavemente preguntándole al señor. El rió de una forma burlona, pero su sonrisa desapareció al percatarse de que yo le miraba extrañada. Se puso serio y me miró con ojos cansados. Suspiró y yo me preocupé un poco, sintiendo una bocada ahogante en mi garganta. Tenía que ser sincera, de verdad no sabía quién era el, su rostro se me hacía un poco familiar, pero no sabía quién era.
-Soy tu abuelo Anna, Charles. No puedo creer que no sepas quien soy-dijo a regañadientes. Su rostro estaba triste por mi negación. Me separé un poco de él, ya que esa situación me tenía un tanto ahogada y aún tenía muchas cosas que pensar. Le sonreí a medias y me dispuse a pasar por su lado.
-Gracias, ahora ya no lo olvidaré-susurré y deje un beso en su mejilla. Sentí una sonrisa en sus labios y triunfante salí de la espesa nieve que había en el patio, de la mano de Rubén.
Entramos en la casa y antes de salir de ahí, nos detuvo mi madre. Llevaba puesto un pantalón de mezclilla y una chamarra azul marino encima de su ropa. En sus pies, llevaba unas botas afelpadas color crema y su cabello estaba cubierto por un gorro negro con figuras blancas un tanto extrañas. No pude evitar sonreír, aquella imagen de mi madre en fachas me resultaba un poco graciosa. Mi madre se acercó sonriendo y me entregó en mis manos la chamarra con la que había llegado la noche anterior.
-No quiero que te resfríes Anna, es mejor que lo uses-Me guiñó el ojo y acto seguido desapareció en el pasillo que se encontraba atrás de nosotros.
Miré a Rubén y me puse la chamarra. Al ponérmela, noté como él se acercaba a mí y rozaba nuevamente nuestros labios. Volví a colocarme nerviosa, apretando mis dedos con fuerza, ¿Es que siempre lo iba a hacer? Había una sonrisa pícara en su rostro y yo solamente me alejé un poco, no quería que me besara en ese momento, no me sentía lo suficientemente preparada para besarlo. Él seguía sonriendo y volvió a acercarse a mí, me tomo esta vez por la cintura y me acercó más a él, encontrándonos a pocos centímetros de distancia entre nuestros labios. Mi rostro tomó un color rojo y al instante puse mis manos sobre su pecho, para no besarlo. Noté que se había formado un puchero en sus labios y me separé, negué lentamente y caminé a la puerta.
-Oye… Lo siento, pero tengo muchas ganas de besarte-me confesó cuando estábamos caminando por el frío concreto de la calle.
El cielo estaba completamente nublado y las calles estaban cubiertas por nieve. Los dos caminabas al mismo paso. Yo estaba muy concentrada mirando nuestros pies, mientras se movían al mismo tiempo, lo escuché y su dulce melodía entró por mi oído izquierdo, haciéndome estremecer. Negué rápidamente y me acerqué un poco a él, de verdad si hacía frío y yo me arrepentía de haberme puesta aquella ropa tan chola
-No te preocupes, comprendo que estuvieras acostumbrado a besarme siempre-susurré y saque mi mano del bolsillo de mi chamarra. Busqué su mano y la apreté suavemente.
-Sí, solíamos estar juntos siempre, mirar películas, contar chistes. Siempre me abrazabas y me susurrabas al oído que me querias. Pero todo cambió cuando te fuiste-su voz se notó quebrada al decir que todo había cambiado. Mordí mi labio un poco nerviosa mientras sentía como apretaba mi mano mientras caminábamos, alejándonos de la casa de mis padres.
-De verdad me arrepiento mucho de haberte dejado. No recuerdo lo que me pasó, no recuerdo nada. Solamente recuerdo haber despertado entré los escombros de nieve…Tenía mucho miedo y frío. No sabía dónde estaba-Mientras hablaba estaba sollozando. Sabía que él me escuchaba atento, puesto que ningún alma estaba en la calle ese día. Todo estaba solo, vacío. Las calles tenían una capa pesada de soledad, salvándola nuestros pasos en el concreto.
-Está bien, Anna-susurró. Sentí como se revolvía todo dentro de mí al escucharlo decir mi nombre, me llamó Anna.
Sonreí y lo miré, me detuve, haciendo que el también detuviera sus pasos. Me miró de una forma extraña al notar que me había detenido. Nuestras manos estaban pegadas y sentía su calor recorrer mi brazo izquierdo. De pronto, el hizo un movimiento, haciendo que nuestros dedos quedaran entrelazados. Nuevamente sentí ese revoloteo, mis mejillas ardían y lo miraba sonreír. Me encantaba cuando sonreía, Era tan tierno. Se acercó nuevamente a mí, tan cerca como en el vestíbulo de la casa. Entreabrí mi boca, sintiendo como entraba su cálida respiración. Juntamos nuestras frentes y sentí como el me miraba y luego miraba mis labios. Anna, Que eres tonta! Escuché a Aiden gritarme. Gruñí, por lo que Rubén me miró un poco extrañado, ¡Dile a ese pedazo de mierda que se aleje de ti, o probara mi puño asesino! Solté una risita al escuchar a Aiden, sabía que estaba enojado conmigo y no me hablaría en mucho tiempo. Fue cuando Rubén habló.
-¿Qué te causa tanta gracia?-me preguntó frunciendo el ceño con una sonrisa. Me ruboricé antes de poder contestarle y mordí mi labio, ¿Cómo le iba a contestar?
-Lo siento, me he acordado de un chiste-Miré hacia otro lado, nadie se tragaba esas excusas tan tontas. Él iba a insistir y yo no lo dudaba.
-No te creo, dime la verdad-insistió, como lo predije. Mordí nuevamente mi labio y el lo notó- ¿Hay algo que deba saber?-Miré que el observaba el atuendo que llevaba puesto- ¿Es que acaso tengo la cremallera abajo?
-No-reí suavemente y continúe caminando por la calle. El me siguió por detrás y me abrazó por la cintura, haciéndome estremecer. Sentí que mis nervios estaban a flor de piel. De pronto, sentí su respiración por mi oído, sus labios pasaban suavemente por mi mejilla.
Y de pronto, el peor momento de mi vida. Aiden estaba tan enojado que no tardó ni un minuto en lanzarle una bola de nieve a Rubén. Escuché la nieve golpear en su chamarra y abrí los ojos como platos. Aiden, Eres un idiota, pensé. Me estaba jugando chueco. Me voy a cargar a este tío, te dije que lo advirtieras, yo hablo en serio, Anna. Sentí que él se acercaba a Rubén, no quería que le hiciese daño.
-¡PARA!-grité muy fuerte, Rubén se asustó y se alejó de mí. Había provocado que el se pusiera nervioso. A lo mejor pensó que se lo decía a él, pero no podía decirle que le había dicho a Aiden. Él lo había cagado todo, ahora Rubén no querría estar conmigo y no sabía que reacción tendría al decirle la verdad.
-P...Per…perdóname...N…n…no fue m...mi….Inten...ción-tartamudeo nervioso, me sentía muy culpable, pero todo había sido culpa de Aiden
-No… Olvídalo, vale? Lo siento-susurré y me acerqué a él lentamente. Haya vas, como siempre. Rodeé los ojos y me acerqué aún más a él. Puse mi mano derecha sobre su mejilla, acariciándola suavemente
-Perdón… No lo volveré a hacer, lo prometo-susurró y miré como cerraba los ojos. Sonreí un poco y apreté suavemente su mejilla.
-Está bien Rubén, no hay nada que perdonar. Estoy en mis capítulos de bipolaridad-Una risita escapó de los labios de Rubén y sonreí. Me acerqué y deje un beso en su mejilla. Él se ruborizó y comencé a caminar hacia atrás, retrocediendo. El caminó mientras sonreía, siguiéndome. No sabía que había detrás de mí. De pronto, sentí que choque con alguien, me asusté y rápidamente volteé. Miré a una chica. Sonreí al reconocer su rostro y miré que ella estaba sonriendo, como la primera vez que la vi.
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Más Allá (ElRubius fanfiction, EN EDICIÓN)
FanfictionAnna Holmes no es una chica normal. La persigue la CIA, luego de haber trabajado para ellos y sus sucios planes, y hay una entidad conectada a ella, desde un extraño incidente que ocurrió hace tiempo, el cual no recuerda. Una temporada en su lugar n...