Aún seguía nerviosa. No tenía ni la menor idea de cuál podría ser la casa. Había muchas casas muy bonitas, con pizcas hogareñas, pero a la vez parecían modernas. Hacía mucho frío, por lo que inconscientemente me abracé a mí misma, frotando mis brazos. De pronto, sentí unos brazos, acobijarme del frío. Me ruboricé, sintiendo la respiración de una persona cerca de mi cuello. Seguía caminando y la persona que venía detrás de mí, me seguía al mismo paso.
-¿Nerviosa? Igual que la primera vez-escuché su voz susurrar en mi oído con suavidad.
-¿La primera vez?-susurré deteniéndome. Él se echó a reír al notar que me detuve. Me abrazó con más fuerza, apegándome a su cuerpo.
-Sí, la primera vez que te traje a conocer la casa, estábamos igual de nerviosa que ahora. No cambias-Rubén rió y se separó de mí, corriendo por la calle. No comprendía porque pero lo seguí corriendo igual.
-¡Oye! Espérame-grité y corrí con todas mis fuerzas, pero él era más rápido
-Vamos preciosa-lo escuché gritar. Me ruboricé.
Miré hacía un lado, distrayéndome con una casa muy hermosa. Era de un color café con naranja. La casa era grande, como de tres pisos. Tenía un portón, miré atenta la casa sin dejar de correr. Choqué con una persona y caí al suelo. No me di cuenta de quién era, así que tape rápidamente mi rostro con mis manos.
-Disculpe….N…No era.....M…Mi… Intención-dije tartamudeando. Casi lloraba de la vergüenza. Sentí unos brazos fuertes estrecharme, abrí un espacio entre mis dedos y miré que era él. Suspiré aliviado pero aún seguía ruborizada.
-Eres tonta, ¿no?-él seguía riendo. Sentí mi rostro completamente caliente y el estalló en risas.
Lo miré frunciendo el ceño y golpeé con fuerza su abdomen, haciéndolo toser.
-Cállate, ¿Cuál es la casa?-pregunté mirando a todas las casas.
-Esa-apunté y me giré, mirando la casa en la que me había distraído.
-Estás de coña, ¿verdad?-abrí mis ojos como platos. La casa era perfecta. Me encantaba, simplemente era perfecta. P E R F E C T A. La casa tenía un gran patio enfrente y supuse que atrás también. Corrí hacía la casa, cruzando la calle.
Él se puso en mi lado, y yo estaba sonriendo como la típica adolescente que le acaban de regalar su primer auto. Abrió la puerta de la casa, la puerta era de dos columnas, grande y se veía muy pesada. Me acerqué y entré. Cuando entré me sorprendí aún más, era tan hermosa. Entraba y estaba la sala principal, el vestíbulo. Escuché el sonido de las llaves chocando con una mesa. Volteé. Una mesa pequeña de madera oscura, con patas largas y unos finos dibujos alrededor. Miré la sonrisa tan perfecta de aquel chico. Caminé, recorriendo cada rincón del vestíbulo, no me esperaba el resto de la casa. Había una gran puerta, casi como la principal, en una de las paredes, era casi del mismo color que el mueble pequeño donde Rubén puso las llaves y me acerqué. Acerqué la mano a la chapa, girándola lentamente. Empuje un poco la puerta, y lo que miré me dejo la boca abierta.
-¿Linda sala?-escuché la voz de Rubén, con ese acento de español que él tenía.
Me giré, mirando aquellos ojos verdes, tan profundos y hermosos. Él se acercó a mí, quedando muy cerca. Estoy aquí, escuché en mi oído. Apreté suavemente mis manos, haciendo puños. Aiden siempre encontraba el mejor momento para arruinar todo. Me separé un poco y nerviosa comencé a morder mis uñas.
-Sí, es muy linda.
-Vamos, quiero enseñarte el segundo piso-Rubén tomó mi mano y sentí una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo. Lo seguí, con mi corazón latiendo a mil por hora.
Subimos las escaleras, igual también hechas de madera, caminamos por un pasillo, colgaban unos cuadros en las paredes, pinturas. Eran muy monas. Rubén se detuvo en una puerta, madera blanca, muy bonita. Mi corazón se aceleró.
-Esta es nuestra habitación- Y con una gran sonrisa abrió la puerta.
Todo era tan bello, desde la cama, hasta los cuadros y las ventanas. Las cortinas de encaje, dejaban entrar la luz del sol hacía la habitación. Caminando sobre el suelo de madera, me senté sobre la cama, sintiendo el suave colchón. Me deje caer con los brazos abiertos y cerré los ojos, aspirando el olor tan peculiar de la habitación, que me relajó en cuestión de segundos. No podía describir el aroma tan delicioso, y tampoco sabía de dónde provenía. Rubén se sentó al lado de mí, lo supe, ya que sentí su peso hundir la cama.
-Vainilla. Siempre te gustaba que la habitación oliera a Vainilla-contestó en un susurro.
¿Es que acaso podía leer mis pensamientos? Abrí los ojos, encontrándome con el techo blanco de la habitación.
-Es un aroma muy agradable, ¿Te gusta?-el asintió y me miró. Yo también lo miré, y me acerqué un poco a él, acariciando su cabello. Cerró los ojos y yo sonreí.
-Me encanta-susurró y me sorprendió que se dejara caer de pronto en la cama, me acosté al lado de él y cerré los ojos, acurrucándome al lado de él.
-Gracias-susurré después de un rato. Sonreí.
-¿Gracias por qué?
-Porque a pesar de que me fui-me callé unos segundos, arrepintiéndome de haber hecho algo de lo que no me acordaba- Sigues aquí.
-No me lo agradezcas, pequeña-Sentí sus dedos pasar por mi cabello, enredándolo. Levanté la vista, y me encontré con la de el. No, Anna, no seas tonta. Fruncí el ceño y me separé un poco. Él me miró extrañado.
-¿Pasa algo?
-No, solo voy a ir al baño-me levanté y caminé a una puerta. Supuse que ahí sería el baño así que abrí la puerta. Entré y cerré la puerta. Me acerqué al espejo y me miré reflejada en el-No me estés jodiendo, Aiden. Lárgate-susurré bajo para no llamar la atención de Rubén-Escucha, parecerá que estoy hablando sola, y es estúpido. Hoy no estoy para tus juegos, así que basta ya-quería gritarle, pero no podía hacerlo. Vamos, Anna, recapacita. Fruncí el ceño-¿Qué recapacite? Aiden, el que debe recapacitar eres tú, ahora déjame que no solamente se trata de ti, yo también tengo mi vida, cabezón. Déjame sola con él, por favor, por hoy-Al no escuchar ni sentir su presencia salí.
-¿Qué te ha tomado tanto tiempo?-Escuché a Rubén preguntar en cuanto salí del baño
¿Qué le digo? Piensa Anna.
-Lo siento, cosas de mujeres- ¡Genial! ¿Algo más estúpido? Caminé lentamente hacía la cama y me acosté al lado de él, como hace rato. Me acurruqué en su pecho y suspiré-Ya estoy aquí.
-Eso es lo más importante-Lo escuché suspirar pesadamente. ¿Cómo se la había pasado cuando no estuve? Tragué seco, imaginándome un Rubén débil.
Estuvimos durante un buen rato sin hablar. Mirando los dos hacía el techo. Había un silencio pero no era incómodo. Me sentía segura a su lado y sobre todo, con el quería pasar el resto de mi vida. Poco a poco recordaría, según me habían dicho los médicos. Sabía que el aún seguía despierto.
-¿Rubén?-susurré muy bajo, abrí los ojos y en la ventana me encontré un atardecer muy lindo. Habíamos pasado casi todo el día acostados y mirando al techo.
-¿Mande?-escuché su voz adormilada. Una sonrisa apareció en mi rostro y lo miré. El miraba mi cabello, y luego me miró a mí.
-Tal vez sea mejor cambiarnos para dormir
-Sí, tienes razón-Se separó de mí y se levantó de la cama. Deseé no separarme de él. ¿Qué dices? Vas a pasar la noche entera a su lado. Una pícara sonrisa apareció en mi rostro mientras veía como aquel chico me guiñaba el ojo y se metía en el baño con una pantalón de pijama en el brazo.
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Más Allá (ElRubius fanfiction, EN EDICIÓN)
FanfictieAnna Holmes no es una chica normal. La persigue la CIA, luego de haber trabajado para ellos y sus sucios planes, y hay una entidad conectada a ella, desde un extraño incidente que ocurrió hace tiempo, el cual no recuerda. Una temporada en su lugar n...