Capítulo 43: Precipitaciones.

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5 meses después

Sol. Country. Casero. Heno. 38ºC. Mis días resumidos en 5 palabras.

    La vida en el desierto no es algo que yo hubiera soñado hace cinco meses, una casa en medio de la nada, desconectado completamente de la ciudad y con el pueblo más cercano a una hora de camino en auto. -Y eso si corrías con la suerte de que tu auto estuviera en buenas condiciones-. Pero después de haber pensado en que si de esa forma podía mantener a salvo a las personas que más quería, estaba dispuesta a aceptarlo. No es como que tuviera más opciones, no es como que pudiera decidir, tenía que hacerlo. Andrew no se iba a cansar y yo tampoco. Aunque debo admitir que extraño mis amigos, mi casa, mi hogar, y como era de esperarse, a Rubén. Lo extraño, más que a cualquier persona en la tierra. Más que a mi vida antes de esto, más que a las calles heladas de Oxford, incluso aunque hubiera hecho lo que uso, y que no hubiera confiado en mí. De igual forma seguía extrañándolo.  

    Pero han pasado cinco meses y no he salido del desierto. No porque esté atascada. Si no porque sé que si regreso nada habrá valido la pena.

-Anna, ¿Quieres ayudarme con los caballos?

Acepte la propuesta de Ed, y desde entonces estaba viviendo con él, obviamente me había conseguido un empleo en el pueblo, de cajera en un mercadillo, no pagaban la millonada, pero al menos eso nos mantenía vivos y era más que suficiente. Él y yo tenemos unos caballos, con los cuales cabalgamos entre la arena y el calor del desierto, de vez en cuando para visualizar que todo estuviera bien. Lo bueno que tenía esta área, es que no era tan caliente y de vez en cuando el clima estaba muy bueno.

Fui al corral y les puso algo de heno a los caballos. Ambos comenzaron a comer y me senté en el borde mientras terminaban. Entonces me puse a ver a los lejos, entre algunas montañas que había. Y solo eso, no había nada que apreciar excepto el bello paisaje sin edificios, autos y fábricas. Solo había pura arena y sol. Y nosotros. Tal vez si vamos lejos, encontremos algún lugar exótico. La idea de Aiden me llamó tanto la atención que decidí hacerlo. Aprovechando que Ed estaba ocupado haciendo otras cosas y yo ya le había puesto agua y heno a los caballos, un paseo por el desierto no le hacía daño a nadie. Me acerqué  a una cubeta de madera que había por ahí y tomé unas manzanas, dándoselas a escondidas a los caballos. Ed me regañaba cuando les daba, por que, supuestamente no teníamos mucha comida y nosotros también debíamos subsistir. Pero sabía que a los caballos les encantaba, y con moderación, les daba una cada semana, luego, yo las reponía de mi bolsillo.

-Se las merecen-Sonreí mientras observaba como los dos caballos devoraban la manzana en unos segundos-No le digan a Ed que les di-Susurré y acaricié la cabeza de ambos con suma delicadeza.

    Me monté en Nela, la yegua. Ed consiguió los caballos en el pueblo, con un señor ya grande. Le regaló los caballos, ya que lo conocía desde que se mudó a Arizona. -Nela es un pinto, y Hastiin, un Mustang-. Comencé a andar, alejándome un poco más de lo que Ed y yo solíamos alejarnos.

    Cabalgando tranquilamente me percaté de algo que llamó mucho mi atención, era una especie de casa abandonada al lado de una carretera que parecía como si tuviera mucho tiempo sin ser transitada. Me acerqué con Nela y Aiden hasta el lugar

-¿Qué es esto, Aiden? No tiene buena pinta-Pregunté mientras detenía a Nela y me bajaba.

 Estaba muy vieja y gastada, y viéndola de cerca, llegaba a tener un aire parecido a la casa de Ed. Era de un solo piso pero era larga, había un establo abandonado y no había ninguna huella de que antes hubiera vivido alguien ahí con animales. Supuse que la casa esa tenía mucho tiempo abandonada en el desierto y me pregunté por un segundo si Ed sabía de este lugar. Decidí entrar y comenzar a investigar un poco. La casa tenía muchas habitaciones y en todas había solo una cama y un tocador, sentía que en cualquier momento la casa se derrumbaría en pedazos. Había muchas cosas que podían servirnos a Ed y a mi, pero sentía que no debía tocar nada de ahí, por respeto. Tal vez alguien vivía ahí, después de todo, pero Aiden me dijo que era seguro. Así que lo más pronto posible, cogí algunas cosas que podían ser de utilidad y salí. Me monté en Nela y regresé corriendo a casa, ya que se estaba acercando la tarde y por las noches había tormentas de arena. Pero antes de que la casa desapareciera de mi vista, me fue inevitable voltearme y observarla por última vez, debemos regresar.

Más Allá (ElRubius fanfiction, EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora