Capitulo 23: Un susto.

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Una semana. Había pasado solo una semana desde que fuimos a Londres de fiesta, y hacía una semana que no sabía nada de Samuel. Sabía que él estaba bien, pero a la vez me inquietaba llamarle y preguntarle si estaba vivo. Me levanté de la cama, frotando mis ojos, estaba muy cansada de la noche anterior, ya que Rubén y yo habíamos ido a un parque cerca de la casa y nos tiramos en la nieve, ya que pronto no habría más, así que teníamos que disfrutarla al máximo. Caminé lentamente hasta la ventana y la abrí. Me recargué en la ventana, observando cómo la gente ya estaba en sus coches, conduciendo por el suelo cubierto por nieve. Bostecé y recogí mi cabello en una coleta, mientras caminaba hacia el baño. Entré y cerré la puerta, me acerqué a la ducha y abrí la regadera. No tenía ni idea de la hora, pero afuera había un cielo completamente nublado. Decidí cambiar mi rutina de baño y llenar la tina completamente. Una vez que se llenó cerré la llave. Veía como el humo caliente del agua salía de la tina, sonreí y comencé a deshacerme de mi ropa. Aiden estaba conmigo, podía sentirlo, a la vez me sentía feliz de que no estuviera desaparecido, pero que sintieras la mirada de alguien sin poder saber quién es era un poco inquietante. Y más si estás desnuda. Me metí en la tina de  la ducha, relajándome completamente, y dejando que el agua caliente invadiera cada rincón de mi cuerpo. Suspiré, recostando mi cabeza en la orilla de la tina. Estuve así, alrededor de 15 minutos, solamente disfrutando del agua caliente, después tomé el jabón y comencé a pasarlo por todo mi cuerpo, era una sensación realmente relajante. Sentía que me quedaría dormida en la tina durante un buen rato. Todo estaba en completo silencio, a excepción de los coches que se escuchaban por la pequeña ventana que había en la ducha para que el humo del agua caliente saliera. Lave mi cabello tranquilamente, cuando de pronto escuché que alguien golpeaba en la puerta. Me quedé callada un rato, esperando escuchar la voz de Rubén hablarme, pero no escuché nada, apenas podía reconocer el sonido de la puerta siendo tocada. Fruncí el ceño, mirando hacía la puerta, noté como la perilla trataba de abrirse y luego, se detuvo. Los toques en la puerta dejaron de escucharse. Proseguí con mi nueva rutina de baño. Nuevamente los toques se hicieron presentes, asustándome al sentir que tocaban muy fuerte. Aiden no decía nada y eso me preocupaba más.

-¿Rubén?

Nada. No lo escuchaba. En un bote, tomé un poco de agua de la tina y rápidamente la vertí sobre mi cabello, comenzando a quitar el jabón.  Con cuidado de no resbalarme, salí de la tina lo más rápido que pude y me cubrí con una toalla. Aún escuchaba los toques inquietantes de la puerta así que me dirigí a la puerta y la abrí rápidamente. Mi piel se erizó y me quedé sin habla. Las piernas me temblaban y mis brazos también. No había nadie tocando la puerta. Me giré lentamente y cerré los ojos, cerrando la puerta a mis espaldas. Suspiré pesadamente y abrí los ojos, mire a los lados y luego me acerqué lentamente a la tina. La destapé, dejando que toda el agua se fuera por la coladera. Mordí mi labio, completamente asustada. ¿Qué está pasando?  Me preguntaba una y otra vez, sentada en el suelo y mirando hacia la puerta, con el corazón en la mano y la respiración ligeramente acelerada. Son ellos, tratan de joderte el rato. Suspiré, y me levanté del suelo. Me dirigí nuevamente a la puerta y cuando quise abrirla no pude. Traté de abrirla y no podía, era imposible. La empuje un poco, conservando la calma. Mierda. Aiden…¿Puedes? No me contestó. Supuse que no. Están cubriendo, no puedo hacer mucho. Maldito inservible. Nunca podía hacer nada. Estuve insistiendo durante un buen rato hasta que me sentí en la necesidad de hablarle a Rubén.

-¡Rubén!-Grité con fuerza, para que pudiera escucharme. No contestaba. Otro inservible- ¡Rubén!

Y nuevamente la respiración cerca de mi cuello. No. No. Otra vez no. No podía ser ella otra vez. ¿Tienes miedo?  Si era, maldita sea. Me negué a voltear, pero mis ojos se abrieron como dos platos cuando sentí unas manos recorrer mi espalda mientras subían hasta mi cabello. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo por completo y sentí como la sangre se esfumaba de mi rostro, haciéndome palidecer. Apenas me giré y miré una mano sobre mi hombro. Quité mi vista rápidamente de mi hombro, mirando hacía la puerta. Quería gritar, pero parecía como si hubieran entrado dentro de mí  y me habían cerrado la garganta, ya que no podía hablar, siquiera articular palabra. Esto parecía una pesadilla, y sentía que con pellizcarme saldría de este infierno, pero era más real que yo, o más real que Aiden. Más real que todo el mundo. ¿Por qué huyes de mí, cariño? ¿CARIÑO? ¿Por qué me había dicho cariño? Esto era aún más perturbador. Cuando me  quise girar, la puerta se abrió frente a mí y un Rubén adormilado me miró, con los ojos casi cerrados del sueño. Giré y ya no había nada detrás de mí. Rubén me miró extrañado y solamente salí del baño, caminé al armario y comencé a buscar ropa para vestirme. Jeans oscuros, una camisa negra con una estampado de extrañas letras grises y encima un suéter se zipper color guinda. De  calzado, mis botines negros. Me puse un conjunto de ropa interior rosa, aprovechando que Rubén estaba dentro del baño, cubrí mi cuerpo de crema de olor a frutas. Me puse un poco de perfume y me coloqué mi conjunto. No era la gran cosa, me recogí mi cabello en una coleta, similar a la que me había hecho en la mañana, pero que deshice para lavar mi cabello. Me cepillé los dientes y mientras lo hacía me miraba al espejo, observando todo detrás de mí, después fijé mi mirada en mis ojos, Me estremecí y bajé las escaleras hasta la cocina, ahí me preparé un sándwich de jamón, algo básico ya que no se me antojaba un desayuno Gourmet  ni nada de esas cosas. Me senté en la barra, mientras  disfrutaba mi sándwich. Aiden me hacía compañía, siempre estaba ahí, conmigo, y eso me hacía sentir segura. En las bocinas del stereo comenzó a reproducirse  Between the Raindrops. Sonreí y miré a Rubén aparecer por la puerta, vestido con unos vaqueros y una camisa azul de cuello redondo. Traía puestos unos supras negros y su cabello peinado hacia atrás. Me recargué en el mesón y comiendo tranquilamente mi sándwich. Reí al ver como Rubén se acercaba a mí, con esa mirada seductora en sus ojos verdes almendrados. Rodeé los ojos y miré como pasaba por detrás de mí y enredaba sus brazos en mi cintura. Un beso en mi mejilla y sentía que me derretiría en el banco.

-Buenos días, Anna-Miré como se sentaba al lado de mí, contemplándome.

-Buenos días, campeón-Susurré, dándole un mordisco a mi sándwich. Cuando termine lo miré, acaricié su mejilla-¿Quieres desayunar algo?

El negó y me miró sonriendo, No, Rubén, ni lo pienses. Dijo Aiden, reí un poco y tomé el rostro de Rubén, deposité un pequeño beso en su frente y luego otro en sus labios. Rubén tomó mi rostro cuando besé sus labios y me acercó a él, para que no me separara. Puse mis manos sobre su pecho suavemente, tomando su camisa por el cuello, cuidando no arrugar su camisa. Como te encanta hacerme enojar, Anna. Ignoré completamente el comentario de Aiden. Mis manos comenzaron a temblar, mientras sujetaba su camisa, probar nuevamente sus labios era una sensación realmente fantástica, sentir sus labios nuevamente conectados me hacía sentir que lo tenía todo. Pero la falta de respiración nos hizo separarnos. Tomé su rostro con mis manos, acariciando sus mejillas, Rubén junto su frente con la mía y miró mis ojos. Yo lo miré a él y nuestros ojos conectaron en cuestión de segundos.

-Te veo.

-Yo…

No pude terminar la frase ya que un sonido de algo caerse arriba me asustó. Miré hacía el techo y escuchaba pasos. Rubén salió corriendo rápidamente a las escaleras y yo lo seguí. Subimos casi volando y cuando llegamos había un jarrón roto frente a la puerta que había frente a nuestra habitación. Rubén se acercó al jarrón y cuando se agacho para tomar los restos del jarrón se escuchó un fuerte ruido en la parte de arriba de la casa, en la habitación secreta que había en el armario. Recordé lo que había pasado ahí y di un paso atrás.

-¿Qué pasa?-Me preguntó Rubén, acercándose rápidamente ahí.

-No entres…-Susurré y bajé las escaleras rápidamente corriendo al jardín, cuando iba a salir, la puerta del jardín se cerró en mis ojos. Mierda. ¿Ahora que hacía? Me giré rápidamente y Rubén estaba frente a mí. Grité fuertemente, me había asustado-Idiota-Caminé a la sala, pero Rubén tomó mi mano.

-¿Qué pasa, Anna?-Volvió a preguntarme. No podía decirle.

-Nada-Me solté de su agarre y caminé a la puerta para ir a la sala, pero la puerta volvió a cerrarse en mi cara-¡BASTA!-Grité.

-¿A quién le gritas, Anna?-La voz de Rubén se escuchaba justo detrás de mí. Sonaba asustado y desconcertado.

Me giré  y lo miré, él no estaba acostumbrado a este tipo de cosas, él no sabía que lo provocaba y estaba aterrado. Sabía que era lo que sentía. Aiden, has algo. Acaricié sus mejillas y lo abracé, sentí como el correspondía  a mi abrazo.

-No te preocupes-susurré, tratando de que se calmara, ¿Pero quién se iba a calmar en una situación así?

Al pasar un rato, las puertas se abrieron, tomé la mano de Rubén y juntos salimos un rato a caminar, no podíamos estar encerrados después de lo que había pasado ahí dentro. Tal vez iríamos a algún lugar. Visitar a Andrea no nos haría daño, sabía dónde vivía y era un poco lejos, pero teníamos que despabilarnos un poco y salir. Aquello que había pasado era realmente escalofriante. Miré a mi espalda y una silueta estaba frente a nuestra puerta. Me giré rápidamente y sentí como la nieve nos prohibía caminar más rápido. Los brazos de Rubén me rodearon por la espalda, sonreí un poco, mirando lo alto que era. Había crecido más, como unos 5 centímetros más. No dudaba ningún segundo que algún día midiera los dos metros. Acaricié sus brazos, mientras lo guiaba a casa de Andrea. Me encargaré de que no vuelvan a joderte a ti y a Rubén. Aiden estaba con nosotros, protegiéndonos a los dos. Creí que nunca llegaría a caerle bien, pero me equivoqué. Gracias, susurré y Rubén besó mi mejilla.

Más Allá (ElRubius fanfiction, EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora