Capitulo 31: El condensador.

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¿Y? ¿En qué podía ayudarle? Abrieron un portal al otro mundo, a un mundo completamente desconocido.

-¿Y luego?

-¿Y LUEGO? El portal ya no puede cerrarse, las entidades se liberaron y están atacando todo lo que tienen a su alcance.

-¿Y acaso quieres que me arriesgue y vaya a desactivarlo?

El asintió penosamente.

-¿Te das cuenta de lo que ha hecho la DPA? Están locos si creen que iré allá a desactivar el portal ¿Qué les hace pensar que yo accederé a esto?

-Eres la única que sabe lo que hay dentro.

-¿La única? ¡Soy la persona más débil del mundo! ¿No pudieron mandar al idiota de Andrew a desactivarlo?

Robert permaneció en silencio durante un buen rato.

-Hazlo por mí, por favor.

Suspiré.

Me levanté del suelo y sacudí mi pantalón, me acerqué a Robert y lo miré.

-No quiero a Andrew cerca de mí.

-Acompáñame.

De cualquier forma tenía que acceder, si no, me meterían a la fuerza y la persona que podía hacerlo era Andrew. Andrew Murphy. Caminé, siguiendo a Robert por un pasillo lleno de cámaras. Esto me enfermaba. ¿Y dónde estaba Aiden?

-Robert, ¿Sabes qué pasa con Aiden? No puedo hablar con él.

-Es el campo que le impide entrar a la base, lo hemos colocado para que no salga ninguna entidad.

-¿Ya estamos en la base?

Robert asintió. Lo que me faltaba.  Caminamos un buen trayecto, hasta que llegamos a la parte muerta de la base, toda destrozada y con manchas de sangre alrededor. Un realmente escalofriante. Sentí un escalofrió que recorrió mi cuerpo, tenía que hacerlo. Por él, por Rubén. Me adentré más, escuché a Robert decirme que tenía que ir 5 plantas abajo. Con la piel erizada, caminé, buscando el elevador, pasando por aquellas paredes cubiertas por sangre. ¿Aiden? Lo llamé inconscientemente, olvidando que se había separado de mí. Estoy aquí. Sonreí, extrañamente había dado conmigo. Caminaba más, y esto comenzaba a incomodarme. No quería seguir más aquí. El lugar estaba tan escaso en luz, y el sonido de las almas y entidades en desgracia ensordecía mis oídos. Con el típico fondo de película de suspenso, avancé por los pasillos más tenebrosos y angostos. Escuché una voz susurrarme. No era Aiden. No quise voltear, aunque la curiosidad me carcomiera el pecho. Corrí con más fuerza hacia el elevador, que ya lograba distinguir a cierta distancia, cuando en eso, algo tomó mi pierna, espantada, di un grito ahogado.

-No… vayas…Vas a morir.

Era un hombre de unos 36 años, herido y desangrándose me hablaba, pidiéndome que no entrara, que moriría, pero tenía que hacerlo. Ya había avanzado demasiado y no había vuelta atrás. Me solté del hombre y corrí hasta el elevador. Llamé al elevador y la música en suspenso aumentaba, haciendo que me desesperara. Sin quererlo me giré y miré como varios cuerpos se acercaban a mí, en estado de muertos vivientes. Mis ojos se abrieron como platos y rogué por que el elevador se apresurara y llegara antes de que esas cosas me comieran viva. Aiden comenzó a ayudarme, a alentar a las entidades a que me atraparan utilizando los cuerpos muertos de otras personas. Cerré mis ojos y los abrí de golpe cuando escuché el sonido de las puertas abrirse. Un hombre se encontraba a escasos centímetro de mí. Grité y entré en elevador. Aiden lo lanzó con todas sus fuerzas, lejos de mí, mientras se cerraba la puerta. La puerta se cerró y me dejé caer en el suelo lentamente, con las manos sobre las piernas. Mi respiración estaba acelerada. Mi cuerpo temblaba y necesitaba en ese momento los brazos de aquel chico. Del único que me hacía sentir segura. Pero esto era algo que tenía que hacer sí o sí. El elevador abrió sus puertas, encontrándome con el lugar completamente incendiado. Aiden, no te separes de mí, ¿De acuerdo? Caminaba completamente desorientada, buscando la entrada al portal y desactivarlo. Una de las puertas me llamó la atención una de metal, altamente sellada y con necesidad de una tarjeta de identificación. Tomé una de uno de los cuerpos de los científicos que habían muerto y abrí la puerta. La cerré antes de que trataran de acabar conmigo nuevamente. Hacía mucho frío. Me apresuré hasta llegar a la otra puerta que había al final del pasillo. Con los dedos congelados llegué y abrí la puerta. Del otro lado de la habitación, protegida por un cristal, estaba el portal. No era tan grande, pero si lo suficiente para liberar las entidades más bestiales y fuertes. Me acerqué a los controles y vi un interruptor, estaba arriba, decía ‘‘Encendido’’, lo bajé, dándole para que se apagara.  El interruptor no servía. Mierda.

Más Allá (ElRubius fanfiction, EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora