La visita a la casa de Andrea había sido espectacular. Comimos palomitas mientras veíamos películas de terror los cuatro, Anthony, Andrea, Rubén y yo. Luego de eso, nos pusimos a jugar videojuegos estúpidos. La casa de los hermanos no era tan grande ni tan chica, era perfecta, como nuestra casa. Realmente era muy acogedora. Estuvimos de visita con Andrea toda la tarde, hasta las 8 de la noche. Realmente no queríamos que se nos hiciera tan tarde en la calle. A pesar de que nos estábamos divirtiendo demasiado tuvimos que irnos, habíamos pasado todo el día ahí y teníamos que descansar al igual que Anthony y Andrea. Ellos nos ofrecieron quedarnos a dormir. Y a pesar de que nos rogaron nos negamos, teníamos que ir a casa sí o sí, a pesar de la terrible experiencia que habíamos tenido antes de ir a casa de nuestra amiga.
Y ahí estamos nosotros, recorriendo esas calles frías y solas de Oxford, haciendo retroceder unas semanas, cuando me encontraba vagando por Oxford, perdida, sin ninguna señal. Me abracé a mí misma, el suéter que cargo no es suficiente para abrigarme del frío que hace. Mis piernas tiemblan y siento que me debilito a cada paso que doy. Estoy a punto de tocar el suelo cuando siento unos brazos tomarme por la cintura y envolverme en ellos. Siento mi cuerpo chocar con un pecho cálido y suave y me aferro a él, como si mi vida dependiera de ello, suelto un suspiro frío y cerro los ojos, con la esperanza de no abrirlos hasta haber llegado a casa. La voz de Rubén me susurra Ya casi, linda, y yo sigo renuente a abrir los ojos.
Cuando por fin siento que una luz me molesta la vista, abro los ojos. Estamos en casa, ‘‘Seguros’’ y cálidos del frío. Rubén me baja de sus brazos y yo me tallo mientras camino hasta las escaleras, donde pronto comienzo a subirlas. Al llegar arriba, los restos de un jarrón antiguo habían desaparecido. Me dirijo rápidamente y abro la puerta. Entro y camino por la habitación, tratando de encontrar mi pijama. Al encontrar la pijama me la puse y me acosté en la cama y cerré los ojos, pero algo más me obliga a abrirlos. Alguien sentándose en la cama. Abrí los ojos y no había nadie sobre la cama, Aiden, suspiré y miré a Rubén entrando apenas en la habitación, con la mirada cansada. Él se acuesta en la cama, sin vestirse si nada. Cierra los ojos y en menos de un minuto ya está durmiendo como un pequeño bebé sobre su cuna. Sonreí un poco y me acerqué a sus pies. Le quité sus zapatos y los dejé caer en el suelo. Me acomodé al lado de Rubén y sentí como me abrazó, rodando sus brazos en mi cintura. Tomé una manta y la puse encima, cubriéndonos del frío que había dentro de la habitación. Cerré los ojos, escuchando un silencio inquietante dentro. No había nada, ninguna voz, ningún paso, ningún ruido. Nada. Eso me tranquilizaba. Quería que Rubén y yo tuviéramos tranquilidad una vez al menos. Me aferré a su cálido pecho y quedé profundamente dormida una vez pasado los minutos.
Desperté por el sonido del despertador de Rubén, él aún dormía tranquilamente y con su cara angelical que nada la cambiaba. Besé su frente y estiré mi mano hasta tocar el móvil de Rubén, le quite la alarma y me dejé caer nuevamente en la cama. Dos semanas y me iría a Noruega con mi novio. Más nieve. Yupi. Cerré los ojos y sentí una respiración cerca de mí, sonreí y al poco rato los abrí, Rubén estaba sobre mí, con una gran sonrisa en sus labios, estaba cubierto con la sabana y no cargaba la camisa, ¿En qué momento se la había quitado? No quiero ver, escuché a Aiden. Reí y puse mis manos sobre el pecho de Rubén, lo sabía, mordí mi labio y sentí como mis mejillas se colocaban ligeramente rosadas, ya que las sentí arder.
-Estás fría.
La voz ronca de Rubén chocó con mis labios. Pasaba mis manos por su pecho, formando figuras sobre él con mis dedos, miré sus ojos verdes y me perdí en ellos, podía mirar su alma tan llena de inocencia y amor. Sus padres si lo habían criado con las bases fundamentales del chico más dulce del planeta. Pase mis manos por su espalda, rodeando su cuello y pude sentir como el posaba sus manos sobre la cama. Lo acerqué a mí, a tal grado que nuestros labios se rozaron, estaban tan cerca que técnicamente estaba besando sus labios. Pero no movimos nuestros labios, formando uno. Nuestros labios estaban tan quietos, sin moverse para nada. Nuestras respiraciones chocaban entre ellas y podía sentirla inundarme. Pase mis manos a su cabello y sentí como su piel se erizaba. Enredé mis dedos en su cabello y entreabrí mis labios, él hizo lo mismo y ahora estábamos besándonos. Tiernamente y suave, tan lento que nuestros labios se movían como en cámara lenta. Nuestras respiraciones estaban tranquilas, y sus manos poco a poco se acercaban a mi cintura. Sentí algo frío golpear en mi vientre. Alejé a Rubén rápidamente de mí reí al darme cuenta que había sido el botón de su pantalón. Rubén me miró. ¿Ya terminaron? Te juro que si Rubén sabía que estoy aquí, sería más educado. Negué y me acerqué a Rubén, puse mis manos sobre su pecho y me levanté de la cama. Estaba dispuesta a dirigirme a la habitación y sentí como me tomó de la cintura, tirándome nuevamente en la cama. Dejé caer mis brazos a los costados, mirando como Rubén se colocaba nuevamente encima de mí. Lo miré un poco sorprendida y alcé la ceja, sus labios volvieron a atacar los míos, sin dejarme cobrar el aire, seguían siendo suaves y lentos. Lo correspondí cerrando poco a poco los ojos. Aiden estaba furioso, enervado, celoso. Tan celoso que golpeó la pared con tal fuerza que no sabía que él poseía tal fuerza. Rubén se separó de mí y comenzó a mirar a las paredes. Me senté sobre la cama, cerca de su pecho, él estaba de rodillas sobre la cama, aún encima de mí. Su piel se tornó blanca como la nieve. Me acerqué a él y besé su mejilla. Lo abracé y el aún seguía ahí, sobre la cama, sorprendido y sin comprender de dónde provenía ese sonido. Pronto le diría todo, tenía que decirle que tenía un compañero fantasma. Estúpido, pero real.
-Tengo… que… ir a la ducha-susurré y me alejé de Rubén, miré como se sentaba sobre la cama, el asintió lentamente y me levanté me puse mis pantuflas y caminé hasta el baño.
Entré y cerré la puerta, me recargué un rato en la puerta y logré escuchar como Rubén suspiraba, Tienes que apresurarte Anna. Asentí a lo que me dijo Aiden, abrí la llave y comencé a quitarme la ropa. Entré en la ducha y me di cuenta de que alguna fría, me extrañó ya que tenía la llave abierta en el agua caliente. El frío me perseguía. Titubeando y con la piel completamente erizada tomé una ducha de hielo. Estuve menos de 10 minutos dentro de la ducha, cuando ya estaba fuera cubierta por una toalla y completamente descalza. El agua estaba tan fría que mis pies sentían el piso caliente y acogedor. Caminé fuera de la ducha, con los dientes castañeándome. Rubén me besó en la mejilla antes de entrar en la ducha.
-El agua está fría-Le susurré. El volvió a besar mi mejilla de haberme escuchado y entró en la habitación.
Comencé a buscar entre mi ropa algo para abrigarme del frío que tenía. Una blusa de manga larga y cuello redondo. Me puse unos pantalones tipo pants y unos tenis. La verdad no tenía ganas de salir para nada. Me puse un poco de crema antes de comenzar a ponerme la ropa. Cepillé mi cabello y me coloque mi ropa interior. Una vez que me coloqué la ropa interior comencé a ponerme la ropa que tenía pensando ponerme. Me la coloqué y mientras me vestía escuché mi celular sonar. Bostezando y aún con sueño me acerqué a mi móvil, lo tomé y contesté sin mirar el identificador.
-¿Hola?
-Buenos días, bella durmiente-Mi padre.
-Hola papá, ¿Qué tal?-Mi voz sonaba un poco adormilada. Bostecé nuevamente y me senté en la cama, ya estaba cambiada completamente solamente me faltaban los tenis.
-Quería saber si podías venir a casa en la tarde, ¿Puedes?
-Sí, claro, ¿A qué hora?-pregunté mientras me rascaba la cabeza y miraba hacia la ventana.
-A las seís.
-Ahí estaré. Te quiero-Sonreí y a pesar de que la última vez no había sido tan buena visita, moría por ver de nuevo a mis padres. Hacía una semana que nos los veía y ciertamente los extrañaba.
-Hasta entonces, cielo- y me colgó.
Dejé el móvil en el mesón y me acosté en la cama. Cerré los ojos, suspirando. Un aire helado entró a la habitación y abrí los ojos, la ventana de la habitación estaba abierta y no me acordaba haberla dejando así. Linda broma, Aiden, ya no es gracioso. Me levanté y fui a cerrar la ventana. Cuando me levanté la puerta del baño salió y un montón de humo salió acompañado de Rubén completamente mojado. Lo miré que se acercaba a su armario y buscaba entre sus cosas ropa. Cerré la ventana y me acerqué a él, tomé la camisa que tenía en sus manos y corrí a la cama, me tiré en ella y justo cuando me di la vuelta, Rubén estaba encima de mí, con la toalla enredada en la cadera. Sonreí y estiré mi mano alejándole la camisa.
Él rio.
-Puedo alcanzarla-Estiró su mano un poco y ya tenía su camisa-Por cierto, el agua estaba muy caliente cuando entré-me guiñó el ojo y se levantó de la cama.
No sabía qué sentido tomarle. Aunque se me hizo extraño que el agua estuviera fría cuando me metí yo. Me quedé acostada en la cama, esperando a que Rubén terminara de vestirse para poder bajar a desayunar. Tenía que aprovechar el rato con él hasta las seis, cuando tenía que ir a casa de mis padres. No sabía para que me querían y la verdad no le tomé mucha importancia. Al fin, después de dos semanas iba a poder ver a mi pequeño hermano Drew.
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Ahora que no tuve internet aproveché y escribí dos capitulos. La verdad es que no estoy tan inspiranda pero he logrado dos capitulos realmente buenos, oh en mi ipinión, me encantaron... DISFRUTENLOS.
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Más Allá (ElRubius fanfiction, EN EDICIÓN)
FanfictionAnna Holmes no es una chica normal. La persigue la CIA, luego de haber trabajado para ellos y sus sucios planes, y hay una entidad conectada a ella, desde un extraño incidente que ocurrió hace tiempo, el cual no recuerda. Una temporada en su lugar n...