PRÓLOGO
Infinitas imágenes se vienen a mi cabeza a la par que se me inundan los ojos de lágrimas. Imágenes del mejor amigo que me acompañó en todo desde los cinco años, que me cuidó, y con el que compartí todo. Chase tenía diecinueve años, uno más que yo. Hace un año le diagnosticaron cáncer de pulmón, pero eso no le impidió disfrutar de cada segundo de sus últimos meses, pero hace un mes aumentaron los dolores y no salía de la cama. Y aquí me encuentro dándome cuenta de que lo he perdido para siempre, en su entierro.
Noto como unos brazos cálidos y reconocibles me abrazan por los hombros.
-Vamos pequeña, no quiero que llores más.- dice mi hermano Kyle dirigiéndome a su coche.
Definitivamente decido que este es el peor día de mi vida, sentada en una pequeña cafetería de mi barrio, planteándome el sentido de la vida de ahora en adelante, sin apreciar el valor de una vida humana ahora que he perdido a una de la pocas personas que me importan.
Cuando iban a reaparecer las lágrimas y los sollozos noto la presencia de alguien detrás mío, me giro encontrando a una figura de un chico de unos veinte años, alto, un metro noventa más o menos, moreno de pelo liso y algo alborotado, fuerte, de espalda y hombros anchos, unos ojos grises impenetrables y una sonrisa bonita pero con un toque de arrogancia dejando ver unos pequeños hoyuelos.
-Eh muñeca, no llores porque te haya dejado tu novio- empieza a decir con la misma sonrisa arrogante- no te preocupes, yo te puedo consolar mejor de lo que lo haría él.
Empiezo a notar como la rabia y la furia se van acumulando en mi cuerpo.
-No puedes competir con alguien a quien acabo de enterrar- le espeto sin ningún pudor.
El chico con la etiqueta que correspondía al nombre de Josh se queda pálido, mirando mis ojos fijamente donde se puede observar en ellos algo de arrepentimiento.
-Lo siento, yo sólo...- se calla al ver la mirada de mala gana con la que me dirijo a él- ¿Quieres algo para beber?
-Un café solo y que desaparezcas de mi vista.- A lo que él asiente y se alejs sin más para preparar mi café.
Tras haber pagado el café a un chico diferente que el tal Josh camino unas calles más hasta mi casa.
No somos una familia muy adinerada pero no nos falta de nada. Giro la llave abriendo la puerta encontrando a mi padre tumbado en el sofá viendo un partido de fútbol, como ya era costumbre.
-Eh Leslie, acercame una cerveza, por favor.- Suspiro y fui a por la cerveza, recordandome que tenía que ir ha hacer la compra.
-Gracias hija, ¿cómo ha ido?
-Todo lo bien que puede ir cuando vas a un entierro- digo con el poco sarcasmo que me salía en esos momentos.
-Tu hermano se ha ido a trabajar.
-Vale, estaré en mi habitación.
Subo las escaleras hasta llegar a una puerta donde ponía "Less". Las paredes de mi habitación estaban decoradas por decenas de fotos, que en la mayoría de ellas salía yo con Chase y mi mejor amiga Noa.
Me tiro en la cama no pudiendo evitar volver a llorar, quedándome dormida con la cara envuelta en lágrimas y dejando la almohada empapada.
Había pasado una semana desde el entierro de Chase, los días pasaron mediante una rutina de llorar, limpiar la casa, pasar el rato con mi hermano, llevar a mi padre borracho a la cama y dormir, cuando podía siendo así llorando. Y así todos los días.
Hoy era domingo, había quedado con Noa en ir a Irish, la cafetería del barrio donde siempre iba y que la última vez me atendió ese chico tan arrogante y egocéntrico.
Me levanté, fui al baño y me di una larga ducha de agua caliente. Me pusé unos vaqueros, una camiseta de manga corta con letras en negro, combinada con unas coonverse blancas, también me pusé una chaquetilla fina negra ya que se acercaba el otoño.
Me observé en el espejo, mido un metro setenta, suficiente para ser mujer, pelo castaño largo, ojos color avellana, no me considero una chica fea pero ahora tengo unas grandes ojeras que me ocupan el rostro. Tengo una buena figura, me mantengo en forma. Agarré el bolso tras intentar disimular las ojeras con algo de maquillaje.
Cuando llegué a Irish Noa ya estaba.
-Hey Less, ¿qué tal vas?-Dijo abrazandome.
-Bueno mejor, supongo que para ti también habrá sido difícil.-Noa también conocía Chase pero no tenía la relación que teníamos nosotros.
-Lista para..- pero mi amiga fue interrumpida por él, el chico de la otra vez.
-Hey muñeca, ¿me echabas de menos?- Dijo con un tono de picardía mirándome.
-No, y limítate ha hacer tu trabajo.
- Bueno, ¿qué queris tomar?
-Dos cafés con leche.- Dije cortantemente.
-¿Qué te traes con ese moreno?-Preguntó curiosa Noa cuando ya se había ido.
-Nada.
-Bueno ya me contarás en otro momento. ¿Lista para tu entrada a la universidad?
Mañana empezaría mi primer año de universisdad, Noa ya estaba en su segundo año. Hace unos meses estaba muy ilusionada porque iría con ella y con Chase, pero ahora me faltaba él.
-Supongo que sí.
-Aquí tenéis vuestros cafés, y que sepas que un día quiero salir contigo, nena.- Dijo apareciendo Josh y dirigiéndose a mí con lo último dicho- Por cierto todavía no sé tu nombre.
Cuando le iba a decir que no le importaba se me adelantó mi amiga.
-Se llama Leslie, y yo soy Noa-dijo sonriendo, a lo que yo le respondí con una mirada asesina.
-Bueno Leslie ya sabes donde encontarme.
-No pienso salir con alguien tan arrogante como tú.
-Eso lo veremos, preciosa.- dijo guiñandome un ojo y se fue.
Al escuchar esa última palabra se encendió algo dentro de mí pero no sabía el qué, por lo que decidí ignorarlo.
Tras estar una rato hablando con mi mejor amiga me fui de la cafetería. Fui andando hasta mi casa y eso me dio tiempo para pensar. Pensar en Chase que ya no estaba, en mi hermano que cada vez trabajaba más para ayudar a mi padre a pagarme la universidad, ya que no me dejaba trabajar, es muy sobreprotector conmigo en todos los sentidos. Pensaba en la universidad, y también apareció el pensamiento que menos quería, Elisabeth, mi madre. Se fue cuando yo tenía cuatro años nos abandonó, no recuerdo nada de ella, además mi padre quemó todas sus fotos y tiró todo lo que se relacionaba con ella. Cuando se fue, mi padre se encerró en el alcohol para superarlo y todavía sigue ahí. A partir de entonces mi hermano con nueve años fue el que me cuidó y el que me protegió sin ayuda de nadie, así convirtiéndose en el hermano sobreprotector que es ahora.
Dándome cuenta así que no era la mejor época de mi vida, necesitaba una salvación para salir de aquí, pero jamás pensé que sería la que me esperaba y que eso me sacaría de este infierno.
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My last hope
RomanceSIPNOSIS: Necesita una esperanza, la última esperanza para salir de ese infierno. Está viviendo la peor época de su vida, carga con todo tipo de problemas y cree no poder salir de ahí, necesita algo o alguien que le salve, que le saque de ese pozo...