Días duros.-Capítulo 29

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Leer la nota del final, por favor.

Siento un leve dolor en el cuello y como mi mejilla está aplastada, por haber estado apoyada sobre una dura base.

Parpadeo un par de veces hasta que la luz ya no me hace daño a los ojos. Me encuentro en una habitación que no es la mía,  es la de Josh.

Éste está rodeando mi cintura mientras  que yo apoyo la cara en su duro pecho.

Me lleva unos segundos recordar todo lo sucedido la noche anterior.  Cada caricia, cada beso, cada roce, esos ojos mirándome,  esa delicadeza con la que me trató,  cada gota de sudor que recorría su cuerpo con cada movimiento. Recuerdo el latir de su corazón tan acelerado como el mío,  recuerdo todas esas sensaciones que me provocó.  Y que ahora me hacen sonreír.

Josh está dormido, con la boca ligeramente abierta dejando escapar una calmada y pesada respiración. Casi por impulso, acerco mis dedos a su cara, rozando el espacio entre sus cejas, que suele estar fruncido, pero que ahora está relajado, por sus mejillas donde puedo notar esa barba que no ha crecido, pero que ya raspa y que pronto tendrá que volver a afeitar, coloco el dedo índice donde estaría su adorable hoyuelo. Finalmente, paso el dedo por sus esponjosos, suaves, rosados y delicados labios. Conforme lo hago, una pequeña sonrisa se forma en sus labios, haciéndome sonreír a mí también.

De repente, esa sonrisa se borra de sus labios a la vez que abre los ojos como platos. Veo ese gris más frío y distante de lo que nunca lo había visto nunca.  Produce escalofríos incómodos en todo mi cuerpo.

Se aparta de una forma brusca de mi cuerpo, y se queda sentado sobre el colchón.

-¿Josh?- digo poniendo una mano sobre su hombro.

-Vamos, vístete- dice alejándose de mi mano- Te voy a llevar a tu casa- dice con voz dura e indiferente.

Se levanta de la cama y rápidamente se pone unos boxers, unos vaqueros y una camiseta. Yo sigo en la cama cubriéndome con la sábana.

No sé qué es lo que le pasa, no sé por qué actúa de esta forma. Siento un vacío enorme en mi estómago ahora mismo.

Se gira y se queda mirándome impasible.

-¿A que esperas? No tengo todo el jodido día para ti- dice bruscamente, haciéndome estremecer- Te espero en la puerta en dos minutos.

En cuanto sale por la puerta de su habitación,  suelto el aire que no sabía que mis pulmones habían estado conteniendo.

Me pongo la ropa sin prestar atención.  Cuando salgo, él está justo en el recibidor. Coge las llaves sin mirarme y tampoco lo hace cuando sale del piso.

El camano hasta su moto es silencioso y sin miradas por su parte. Complétamente incómodo.

Al subir a su moto, no me veo capaz de agarrarme a él. No sé de que forma actuaría,  de modo que me sujeto a la parte trasera del asiento. Ahora mismo, a su lado, me siento pequeña,  indefensa, como una niña asustada y perdida.

Una vez que está frente a mi casa, para la moto, peo no apaga el motor ni me mira. Bajo de ésta y me quedo a un lateral, esprando a que me diga algo, me mire, lo que sea, incluso que me grite, todo antes de que tenga esa actitud tan indiferente conmigo.

-Nos vemos pronto- dice secamente, para luego arrancar la moto e irse, todavía sin mirarme.

Quedo parada en mitad de la calle, sin saber qué hacer. De repente, siento frío,  mucho frío.  Todo dentro de mí se congela y se hiela. Siento miedo, miedo de que alguien pueda entrar de mí y con un simple toque rompa toda mi estructura interna de hielo. Pero creo que ya está rota.

My last hopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora