My last hope

Problemas en casa.-Capítulo 9

Problemas en casa.-Capítulo 9

Todavía perdida en su mirada e intentado recobrar la normalidad de mi respiración, sientiendo todavía el hormigueo en mis labios que él ha producido, divagando en mis pensamientos, mirando cada facción de su rosto, ojos grises, cejas perfectamente marcadas y oscuras como el color de su cabello, tez bronceada, nariz levemente puntiaguda y por último sus labios ahora algo hinchados- como supongo que también lo estarán los míos- y que sus esquinas se elevan y cuando sonríe aparecen unos adorables hoyuelos; pero es entonces cuando todo eso se rompe en cuanto el sonido de su móvil nos interrumpe. Él aparta la mirada de la mía para sacar el móvil de su bolsillo y llevarselo al oído.

-¿Sí?- responde a la llamada- ¿Qué quieres?... ¿Está noche?... ¿Dónde?

Mientras él habla yo observo como sus facciones, que segundos antes había estado admirando, se endurecen y se tensan. Su mirada pasa a oscurecerse y adopta un tono distante.

-De acuerdo, adiós-  y cuelga- Vamos, te llevo a casa- demanda y sin darme opción a rechistar le paga a Eddi y sale del bar con zancadas firmes y sin digir la mirada hacia atrás. 

Me lleva unos segundos reccionar e imitar su gesto. Cuando salgo ya está montado en su moto.

-Vamos súbete, no tengo toda la maldita noche- dice de una forma autoritaria y de pocos amigos.

Me acerco y me subo sin saber que decir todavía aturdida por su claro cambio de humor. Si hubiese estado en otra situación o con otra persona no le hubiese dejado hablarme de esa manera, le hubiese contestado de cualquier manera y no me habría montado en su moto. Nunca he tenido que depender de nadie. No me he dejado llevar por ninguno de los chicos con los que he estado. No me considero un tipo de chica cursi que necesite de su chico a todas horas, y si no lo había hecho con ninguno de mis novios no entendía porque tendría que comportarme de esa manera con un chico que no hace más que molestarme. 

En ningún momento del camino a casa abrace su cintura, únicamente me sujeté al asiento. No le iba a dar esa satisfacción. No dio ningún rodeo esta vez, sino que fue directo, lo que agradezco porque lo único que quiero es alejarme de él ahora que ya he recobrado la compostura.

Cuando para enfrete de mi casa sin apagar el motor bajo lo más rápido que puedo y voy a irme pero él me agarra por el codo dándome la vuelta.

-Nos vemos pronto, nena- dice dándome una falsa sonrisa, y lo sé porque no alcanza a marcar sus hoyuelos.

-Adiós Josh- digo sacando mi brazo de su agarre.

Camino hata mi casa y no oigo como se marcha hasta que cierro la puerta. Me recuesto en ésta intentando aclarar mis pensamientos cosa que me resulta imposible ya que oigo constantemente ruidos provenientes del salón. Cuando llego a éste comprendo que el alboroto es producido por mi padre lanzando botellines de cerveza vacíos contra la pared. El rastro de cristales que hay en el suelo me indica que al menos ha lanzado unos cuatro botellines.

-¿Se puede saber qué haces?- le grito entrando en la cocina para coger la escoba y limpiar el desastre que ha provocado.

-¿Otra?- dice con cansancio mi padre.

Por su voz, sus gestos, sus ojos rojos y su olor reconozco que ha bebido bastante, más de la cuenta. Sin contar la evidencia de que la mesa está repleta de botellas vacías de diferentes tipos de licores.

-¿Otra qué, papá?

-¡Otra mujer! Todas sois iguales ¿sabes? Todas huis de mí sin dar explicaciones y si las dais son excusas baratas. Todas sois unas zorras sin sentimientos que usáis a los hombres en vuestro beneficio sin pararos a pensar en lo que nosotros sentimos. Igual tú todavía no lo eres pero pronto serás como todas. Lo que no sé es qué cojones haces aquí y porque no te has largado y apartado de mí como todas lo hacen. Así que ya puedes huir de aquí pequeña zorra- grita furioso y se deja caer en el sofá y yo no hago más que llorar y estar paralizada- ¡Lárgate de una jodida vez!- me vuelve a gritar.