Adiós a la bebida.-Capítulo 26

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Adiós a la bebida.-Capítulo 26

No sé cómo ni cuándo, pero Josh se levanta del suelo para luego agarrarme de la muñeca y levantarme a mí también, pegándome a su cuerpo. Me mira intensamente, mientras nuestras respiraciones entrecortadas y aceleradas se mezclan con alguna canción que suena de fondo. No sé cuál es, pues no puedo prestar atención a otra cosa que no sean sus preciosos ojos brillantes de deseo y el latir de mi corazón.

Únicamente con su brazo derecho enrredado en mi cintura, me eleva haciendo que rodee su cadera con mis piernas. Con su mano izquierda hace volver a unir nuestros labios empujándome desde la nuca. Comienza a caminar sin dejar el juego que mantienen su lengua con la mía. Cuando me deja sobre algo mullido y se aparta unos centímetros de mí, compruebo que me ha traído a su habitación y estoy sobre su cama.

Ataca de nuevo mi boca con movimientos bruscos, provocando temblores por todo mi cuerpo. Acaricia delicadamente todo mi cuerpo. Desde mis mejillas hasta la parte baja de mi vientre. Tengo la piel de gallina, pero a pesar de ello, siento un fuerte calor invadiendo mi cuerpo, queriendo librarme de cada prenda de ropa que me cubre la piel. Ahora mismo no pienso en las consecuencias de lo que pueda suceder aquí y ahora.

Cuando desabrocha mis holgados vaqueros, me sorprende, pero tampoco le detengo. Introduce su mano bajo la tela vaquera, rozando mi  parte más intima con sus largos y hábiles dedos. Produce sensaciones que no conocía hasta ahora, sensaciones agradables y sobre todo excitantes. 

Gime sobre mi boca lo que produce que yo también gima. No sé exactamente lo que hace, sólo reconozco unos movimientos circulares con su dedo íncide sobre mi parte íntima. Intento reprimir cada gemido que me produce, y que pide salir desde lo más profundo de mi garganta, pero inevitablemente, más de uno se escapa.

Mis caderas cobran movimiento movimiento por sí solas, elevándose del cómodo colchón. Repentinamente aparta su mano de esa zona a la par que se aparta de mí unos escasos centímetros. 

No sé de dónde sale, pero un gruñido en forma de queja se oye por mi parte, a eso Josh esboza una pequeña sonrisa. Necesito tenerlo cerca, necesito tocar su suave y tatuada piel. Es entonces que me doy cuenta de que sigue vestido por completo. Mis ansiosas manos viajan hasta el borde de la camiseta y no dudo ni un segundo en tirar de ella hacia arriba hasta sacarla por su cabeza. Me deleito por cada tramo de su piel, por cada músculo, pero todo eso se rompe en cuanto veo dos notables marcas moradas en su estómago, como dos golpes.

No sé cómo reaccionar, no sé que pensar. "Nena, no te agarres muy fuerte." "¿Te sigue doliendo el estómago? Deberías ir al médico." "No te preocupes, es algo normal." Recuerdo las ocasiones en la que él se quejaba por dolores en el estómago. Magulladuras. No es la primera vez que las tiene. Moratones provocados por ¿golpes?, ¿peleas?

-Josh- digo con un hilo de voz.

Acerco poco a poco mi temblorosa mano a uno de los ematomas. Él observa mi rostro con cautela. Cuando toco, no muy cuidadosamente, la marca, Josh se estremece para luego apartarse y mirar su vientre.

-Mierda- murmura para sí mismo.

-Josh- vuelvo a decir sin saber qué es exactamente lo que quiero decir.

Intenta coger su camiseta para cubrirse, pero yo soy más rápida y la agarro, evitándo su largo y fuerte brazo.

-Josh- digo una vez más- ¿Por qué tienes esas marcas?- pregunto balbuceando.

-Nena, no... no es lo que crees. Yo... yo- dice atragantándose con las palabras.

-¿Te peleas? No es la primera vez que tienes marcas, ¿verdad, Josh? ¿En qué estás metido?- digo incorporándome, sentándome sobre la cama.

My last hopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora