My last hope

Días de reflexión.-Capítulo 34

Días de reflexión.-Capítulo 34

Y una vez que la tormenta termine no recordarás como lo lograste, como sobreviste. Ni siquiera estarás seguro de si la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa sí es segura. Cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso se trata esa tormenta.

Haruki Murakami

Cada una de las palabras del escritor japonés me hacen pensar. Creo estar metida en la tormenta de la que habla. Esa tormemta me lleva arrastrando durante mucho tiempo, y cada vez parece incrementar su propia fuerza. Y en lo que más creo es en el hecho de que una vez que salga, no seré la misma. Todo por lo que he pasado y lo que he sufrido me está cambiando. En especial todo lo sucedido durante estos cuatro meses con Josh. Y aunque me duela reconocerlo, creo que de todos los acontecimientos producidos últimamente, Josh es el que más me afecta. 

Me doy cuenta de que siempre he necesitado tiempo para mí misma. Sin embargo, ahora, aquí, tumbada en una cama que no es la mía, en una ciudad que tampoco es la mía, y sin nadie cerca mío, me doy cuenta de que cuando derramo cada pequeña lágrima por toda esta presión, tristeza y angustia que me invaden, necesito su presencia, necesito que me rodeen los fuertes brazos de Josh.

Quizá parezca estúpido e ilógico, pero a pesar de que ha sido el chico que más daño interno me ha producido, también ha sido el único que me ha hecho sentir cosas increíbles y maravillosas. Porque aunque haya tardado en admitirlo, por fin sé que le quiero. Es el primer chico al que quiero, y sé que es de verdad.

Estar en Dublín, alejada de todos los problemas y ese estrés, no cambia mi humor ni mi ánimo de la noche a la mañana. Pero sí me da mi espacio suficiente para pensar y reflexionar. 

Y es que, del árbol nace la rama, de la rama nace la flor, pero ¿de dónde nace el amor? El amor nace de una mirada, crece de una ilusión, se mantiene de besos y abrazos y muere de una traición. Y así es como empecé a querer a Josh. Porque yo no creo en el amor a primera vista. Me fui enamorando de Josh con el paso del tiempo, con las miradas que me dedicaba desde sus preciosas esferas grises, miradas que te puedes dejar sin aliento matándote y resucitarte a la vez. A base de ilusiones y promesas. Porque con cada beso (suave o salvaje) hacía que mi querer aumentase, y por cada abrazo y cada caricia, hacía que encontrase en sus brazos el hogar ideal, seguro y perfecto para guardar todos mis sentimientos por él. Pero detrás de todo eso ha habido traiciones, traiciones dolorasas que harían apagar mi amor que ha crecido por él. Pero, ¿y si mi amor no ha muerto? No, definitivamente no ha muerto ni desaparecido. Porque como no te puedes enamorar de la noche a la mañana de una persona, tampoco puedes desenamorarte en el suceso de un suspiro.

Después de estar despierta más de una hora en la cama, me obligo a levantarme y meterme a la ducha. Adoro como cada gota de agua caliente acaricia mi piel, casi quemándola, cosa que mi cuerpo aprecia. Me encanta sentir mi cuerpo incandescente mientras aspiro el aroma del campú de frutas que se mezcla con el vapor de agua que se ha creado. Me gusta sentir el suave pelo rozar mi espalda desprendiendo todo el agua que comienzo a dejar caer por la parte más alta de mi cabeza, y recorre todo mi cuerpo hasta llegar a la planta de mis pies, para luego desaparecer por el desgüe como si no hubiera estado rozando mi piel segundos antes.

Rodeo mi cuerpo con una suave toalla negra, y me dirijo al espejo, el que tengo que limpiar con el dorso de la mano, pues se había empañado con el vapor de agua. Veo a una chica pálida, pero a su vez tiene coloretes debido al agua caliente, tiene ojeras bajo unos ojos hinchados y rojos, causado por haber estado dos días llorando, lejos de casa.

Justo al salir del baño, oígo mi móvil sonar.

-¿Sí?- contesto sin mirar la pantalla.

-¿Se puede saber por qué no me avisate de lo que sucedía?- me responde un furioso pero preocupado Kyle.