Cosas que decir.- Capítulo 30

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Cosas que decir.-Capítulo 30

Al abrir la puerta, me encuentro con un Josh magullado, desfigurado. Tiene el ojo derecho morado, la ceja izquierda rajada al igual que su labio inferior, tiene hinchado su pómulo derecho y también el labio superior, tiene una raja en el puente de su nariz, en resumen, le han dado una paliza. Los golpes parecen recientes, pero se nota que las heridas ya han sido limiadas y curadas. Mi mente viaja a los golpes que vi en su estómago, y pienso en que en realidad sí está metido en peleas, y que en eso también me mintió.

-¿Y ahora me vas a decir que no estás metido en nada raro?- pregunto cruzándome de brazos y alzando una ceja.

En realidad deseaba preguntarle si estaba bien, quería besar cada una de sus heridas para que no le doliesen. Pero me utilizó y no puedo volver a él sólo porque, en lo más profundo de mí, estos días he echado de menos sus caricias, sus besos, sus ojos, le he echado de menos.

-Esto que ves, aunque no lo creas,  tiene que ver mucho contigo. No sabía que tenías asesinos a sueldo- dice sarcástico.

Kyle. Ha tenido que ser él. Lo mato.

-¡Kyle!- grito sin desviar la mirada de Josh.

-¿Qué pasa, pequeña? - pregunta acercándose a mí-¿Tú qué cojones haces aquí? - le dice secamente a Josh.

-Me prometiste que no le harías nada.

-No incumpliría una promesa que te he hecho a ti. Yo no le he tocado un pelo al desgraciado este, pero me habría gustado ser yo el causante de eso.

-¿Y me quieres decir quién ha sido? Porque sólo lo sabíais tú, Noa y Fivi. Y no creo que hayan sido ellas.

-Te prometí no hacerle nada, y no lo hice. Pero necesitaba su merecido, así que llamé a Dylan, se lo conté y le pedí que no te dijese nada- mira de nuevo a Josh y esboza una pequeña sonrisita orgullosa- Realmente ha hecho un buen trabajo.

-Eres increíble, Kyle. No puedo creer lo que has hecho.

-¿Me lo echas en cara? Ahora mismo debería estar dejándole en silla de ruedas por atreverse a venir aquí.

-Neckane, llevátelo, por favor- le pido a la morena, que acaba de llegar.

-Vamos, Kyle. Deja a tu hermana.

-¿Dejarla con este? Ni de coña- dice dando un paso adelante.

-Vámonos, cariño. Por favor.

Y con esas palabras, mi hermano, ablanda su postura y cede.

-¿Y bien? ¿A qué has venido?

-He venido ha hablar contigo.

-¿Hablar de qué? ¿De cómo me echaste de tu casa?

-No fue así, nena.

-Ni se te ocurra llamarme así. Bueno, pues si no fue así, realmente era muy parecido.

Me mira con ojos suplicantes, y quiero decirle que todo está bien. Pero recuerdo sus ojos esa mañana. Esa mirada tan distante, fría,  y de la forma tan brusca e intimidante con la que me hablaba.

-O a lo mejor has venido a hablar de que me trataste como una cualquiera, ¿no?

-No eres una cualquiera, nena.

-¡Qué no me llames así! -le grito- No tienes derecho a llamarme así,  no tienes derecho a tocarme, no tienes derecho a nada que tenga que ver conmigo. Tú solo ganaste y perdiste todos los derechos sobre mí en menos de doce horas. Esto te lo has buscado tú solito. No quiero oírte,  no quiero verte, no quiero escucharte, no quiero que te acerques a mí, no quiero saber nada de ti. Olvídate de mí como yo lo voy a hacer contigo- eso último lo digo más para mí misma que para él.

My last hopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora