16 De Julio

295 15 0
                                    

¡Ah! ¡Qué sensación tan agradable inunda todas mis venas, cuando por casualidad mis dedos tocan los suyos o nuestros pies se encuentran debajo de la mesa! Los aparto como un rayo y una fuerza secreta me acerca de nuevo en contra de mi voluntad. El vértigo se apodera de todos mis sentidos y su inocencia, su alma cándida, no le permiten siquiera imaginar cuánto me hacen sufrir estas insignificancias. Si pone su mano sobre la mía mientras hablamos y si en el calor de la conversación se aproxima tanto a mí que su divino aliento se confunde con el mío, creo morir, como herido por el rayo, Guillermo, y este cielo, esta confianza, si llego a atreverme.. Tú me entiendes. No, mi corazón no está tan corrompido, Es débil, demasiado... ¿Pero en esto no hay corrupción? Carlota es sagrada para mí. Todos los deseos desaparecen en su presencia. Nunca sé lo que siento cuando estoy con ella: creo que mi alma se dilata por todos mis nervios. Hay una sonata que ella ejecuta en el clave con la expresión de un ángel: ¡tiene tal sencillez y tal encanto! Es su música favorita y le basta tocar su primera nota para alejar de mí zozobras, preocupaciones y aflicciones. No me parece inverosímil nada de lo que se cuenta sobre la antigua magia de la música. ¡Cómo me esclaviza este sencillo canto! ¡Y cómo sabe ella ejecutarlo en aquellos momentos en que yo colocaría contento una bala en mi cabeza! Entonces disipándose la turbación y las tinieblas de mi alma, respiro más libremente.

"Las Penas del Joven Werther"  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora