¡Que Dios lleve su bendición a ustedes, amigos míos, y les dé cada día la felicidad que a mí me niega! Gracias, Alberto, por haberme engañado.
Esperaba recibir noticias de su boda y ese día me había propuesto quitar de la pared el retrato de Carlota, guardándolo con otros papeles. ¡Ya están unidos y su imagen se halla en el mismo sitio! Pues bien, que se quede en su lugar. ¿Y por qué no habría de quedarse? Sin dañarte en forma alguna, ¿no tengo también yo un lugar en el corazón de Carlota? Sí, lo sé; sé que ocupo el segundo lugar y quiero y debo conservarla por esa razón. Si llegara a saber que podía olvidarme, me volvería loco de furia… Esta sola idea, Alberto, es un infierno. ¡Adiós, Alberto! ¡Adiós, Carlota, ángel del cielo, adiós!
ESTÁS LEYENDO
"Las Penas del Joven Werther"
RomantizmHe reunido con cautela todo lo que he podido acerca del sufrido Werther y aquí se los ofrezco, pues sé que me lo agradecerán; no podrán negar su admiración y simpatía por su espíritu y su carácter, ni dejarán de liberar algunas lágrimas por su trist...