Carlota escribió una carta a su marido, que estaba en el campo, donde lo detenían los negocios. La carta comenzaba así: “Querido, queridísimo: vuelve lo más pronto que puedas; te espero con impaciencia…” Uno que llegó trajo la noticia de que algunas ocupaciones impedirían a Alberto volver pronto. La carta quedó sin concluir sobre la mesa y por la noche vino a dar a mis manos. La leí y sonreí. Carlota me preguntó qué me causaba hilaridad. “La imaginación es una cosa divina”, dije; “por un momento me he imaginado que este texto es para mí”. No contestó; creo que le molestó mi ocurrencia. Yo permanecí callado.
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"Las Penas del Joven Werther"
RomanceHe reunido con cautela todo lo que he podido acerca del sufrido Werther y aquí se los ofrezco, pues sé que me lo agradecerán; no podrán negar su admiración y simpatía por su espíritu y su carácter, ni dejarán de liberar algunas lágrimas por su trist...