26 De Julio

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¡Cuántas veces me he prometido no verla tanto! ¡Ah! ¿Quién puede resistir y cumplir este objetivo? Todos los días caigo en la tentación y al regresar de verla, me digo, como por excusa o consuelo: “¡Mañana no irás!” Llega ese mañana y con él, sin explicación, un motivo inexcusable para visitarla; y antes de que haya tenido tiempo para reflexionar sobre ello, me hallo en su casa.  Una vez, porque me dice al despedirnos “¿vendrá usted mañana?” ¿Es posible no aceptar semejante oferta? A veces me da un encargo y yo pienso que sería  una falta de atención no llevarle yo mismo la contestación; y otras veces, en fin, haciendo un tiempo tan magnífico, es imposible no salir del cuarto y disfrutarlo. Entonces salgo y camino hasta Wahlheim, y al llegar, como no es más que media legua hasta su casa… me siento como atrapado en su misma atmósfera y sin saber cómo, llego a su lado.  Mi abuela nos contaba la historia de la montaña Imán; todos los barcos que pasaban cerca de ella perdían su herraje; los clavos, como si tuvieran alas, volaban hacia la montaña, se desunían de la madera y los pobres marineros quedaban perdidos y sin más remedio que tomarse de los tablones flotantes. 

"Las Penas del Joven Werther"  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora