15 de agosto

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Es muy cierto que sólo el amor hace que el hombre necesite de sus semejantes. Sé que Carlota sentiría perderme y los niños sólo piensan, cada día más, en volver a verme el día siguiente. Hoy fui a contemplar el monocordio de Carlota; estas angelicales criaturas insistieron en que les contara algún cuento y la propia Carlota me suplicó que los complaciera. Les corté su pan y lo tomaron de mi mano, con el mismo gusto que si viniera de mano de Carlota; luego les conté la famosa historia de la princesa que era servida por manos encantadas. Te aseguro que yo mismo saco algún provecho de contar estas historias y me admiro de la impresión que crean en los niños. Viéndome a veces obligado a inventar algún incidente, me pasa que a la segunda vez lo olvido y de inmediato me gritan que la de antes no era así; de modo que ahora tengo mucha cautela de repetir siempre lo mismo, de contarlo con el mismo tono de voz y sin cambiar nada. Esto me ha enseñado y hecho conocer que un autor daña su obra al hacer una segunda versión, si introduce en ella cambio alguno, cuando la obra es de pura imaginación, aunque en verdad fuera mejor y más poética con dichos cambios. La primera impresión nos encuentra dispuestos a recibirla y el hombre está hecho de tal modo, que puede hacérsele creer hasta lo imposible; pero una vez admitidas en su imaginación estas ideas, se fijan de tal modo y con tal profundidad que gran trabajo será borrarlas o quitarlas. 

"Las Penas del Joven Werther"  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora