Te agradezco, Guillermo, por el interés que manifiestas y por los buenos consejos que me das; pero te ruego que no te alarmes, que me dejes encarar la crisis. A pesar de mi abatimiento, me siento aún con fuerza para llegar al final. Respeto la religión, lo sabes bien: para el que desmaya, es un apoyo; para quien se siente devorado por la sed, es un bálsamo de vida. ¿Pero puede serlo para nosotros? ¿Para cuántos no lo ha sido y para cuántos no lo será nunca, la conozcan o no? Y a mí, ¿me salvará? ¿No ha dicho el mismo hijo de Dios que sólo estarán con él los que su padre decida? ¿Y si su padre quiere reservarme para sí, como presiente mi corazón? No malinterpretes mis palabras, ni veas en una idea sencilla la menor intención de burla; te lo suplico. Te hablo con el corazón en la mano. De no ser así, mejor callaría, porque no me gusta perder el tiempo diciendo palabras vanas sobre materias que los demás entienden tan poco como yo. ¿Qué otro destino le cabe al hombre sino el de llenar todo el camino con sus dolores y apurar su cáliz por completo? Y como éste fue amargo al mismo Dios del cielo, cuando lo acercó a sus labios de hombre, ¿por qué he de fingir yo una fuerza sobrehumana, haciendo creer que me parece dulce y grato? ¿Por qué no he de confesar mi angustia en este momento en que mi ser tiembla y fluctúa entre ser y no ser; en que el pasado se muestra como un relámpago en el sombrío abismo del futuro; en que todo cuanto me rodea se desploma y el mundo parece acabarse al mismo tiempo que yo? ¿No reconoces la voz de la criatura extenuada, desfallecida, que se hunde sin remedio, sin importar la inútil lucha, gritando amargamente: “¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?” ¿Y debe avergonzarme esta exclamación y debo temer que llegue el momento en que se escape de mi boca, como se escapó de la de aquel que, hijo de los cielos, se envolvió en ellos como en un sudario?
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"Las Penas del Joven Werther"
RomanceHe reunido con cautela todo lo que he podido acerca del sufrido Werther y aquí se los ofrezco, pues sé que me lo agradecerán; no podrán negar su admiración y simpatía por su espíritu y su carácter, ni dejarán de liberar algunas lágrimas por su trist...