Capítulo 27. "Canadá"

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Me senté en uno de los bancos que había en el aeropuerto. Abrace mi boldo contra el pecho, esperando que nos llamaran para embarcar. Cinco minutos después así lo hicieron. 

Había decidido irme de mi casa, lejos, para no lastimar a nadie. Además, quería estar sola, alejada de todo y todos. Encontré mi asiento en el avión y para relajarme un poco decidí escuchar música. Les había dejado una carta a mis padres y hermanos. Ellos habían ido a cazar aquel día, así que aproveche para irme. 

La carta decía algo así como “los voy a extrañar, es solo por un tiempo. No me noto bien y no quiero lastimar a nadie. De verdad lamento haberlos hecho pasar por l que pasaron el otro día, especialmente a Nick. No sé que me ocurrió. Solamente no quiero lastimarlos y lo mejor es estar un tiempo lejos. Voy a volver algún día pero no sé cuándo. Los quiero mucho. _______” 

Tal vez era muy corta, tal vez decía poco, pero no quería que me encontraran. Esperaba que lo entendieran y no me buscaran, que siguieran sus vidas, y que me esperaran. El avión comenzó a moverse y yo comenzaba a sentirme perdida y vacía. Era la segunda familia que abandonaba en mi vida. Primero la biológica y luego la adoptiva. Suspire.

Tome mi maleta cuando la vi pasar en una de las cintas, acomode mi bolso y comencé a caminar hacia la puerta de salida. Tome un taxi y le di la dirección del hotel en el que había hecho reserva. 

Aquella ciudad, Vancouver, era hermosa, y parecía bastante tranquila, agradecía haberla elegido como mi destino de viaje. Me deje descansar sobre el respaldo del taxi y mire por la ventana todo el viaje, que fueron cerca de 30 minutos. 

-Gracias- dije luego de pagarle al taxista y antes de cerrar la puerta del coche. Tome mi maleta y mi bolso de mano y entre al hotel sintiendo las miradas de la gente que pasaba fijadas en mí. Odiaba que el ser vampiros nos hiciera hermosos para los demás, porque para mí lo único que tengo de diferente con mi yo humana es el color de piel. 

La recepcionista me sonrió al verme y yo le dedique una media sonrisa amable. Le mostré el papel donde figuraba mi reserva y ella lo chequeo en su computadora, para luego asentir, buscar una llave y dármela junto con una sonrisa. Tome la llave en cuanto ella la soltó para que no sintiera mi temperatura corporal, le sonreí y me di media vuelta para irme. 

La habitación estaba muy bien, no era muy grande pero no lo necesitaba ya que iba a estar sola. Acomode mi ropa en el armario y luego decidí darme una ducha. Me relajaba y, por extraño que parezca, me hacía sentir más humana. 

Mi celular no tenía llamadas perdidas ni mensajes de texto cuando me fije en la hora. Seguramente entendieron mi carta y que quería estar sola. Me puse algo cómodo y decidí salir a dar una vuelta por la ciudad y conocer un poco. Cerré la puerta con llave y me dirigí a la plata baja para devolverla antes de salir. 

La ciudad era enorme, por lo que tuve que comprarme un mapa para no perderme y llevar dinero para taxis. Decidí comprarme algunas cosas. Aquel viaje era para mí, para consentirme a mí, para cambiar de ambiente, para sentirme mejor y haría lo que fuera para lograrlo. 

Visite algunos museos de arte y tome café en una cafetería cercana al hotel. Cada tanto sentía alguna que otra mirada sobre mi pero trataba de no darle importancia, aunque sentía que me miraban porque sabían lo que era, aunque no fuera así. 

Ya estaba de noche cuando caminaba sola por las calles de aquella ciudad canadiense hacia el hotel en el que me hospedaba. La gente ya estaba volviendo a sus casas, aunque se podían ver ya algunos jóvenes reunidos en algunos cafés, parque y esquinas esperando que fuera la noche. El tiempo estaba cálido, una temperatura perfecta. Yo estaba con mi jean azul ajustado, mis zapatos con un poco de taco y una blusa de manga corta lila y suelta. 

De repente, alguien me tomo del brazo y me giro. Al darme vuelta me encontré con el rostro de Harry frente al mío mirándome seriamente. 

-¿En serio pensaste que iba a ser así de fácil alejarte de mí?- me pregunto. Yo me solté de su agarre y lo mire enojada.

-¿Qué estás haciendo acá?-

-te seguí. 

-¿Otra vez con el “te seguí”?- le pregunte molesta. ¿Por qué no podía dejarme en paz? -¿Qué tienes con esa frase? 

Harry no dijo nada por unos segundos, yo resople y comencé a caminar hacia el hotel nuevamente pero él me siguió. 

-Me hace acordar a ti. Porque siempre te sigo. – Dijo y yo volteé para verlo, quedando en seco frente a él-_______, se que…

-no quiero saber nada, Harry. Tal vez sientas cosas por mí pero tengo muchos problemas ahora y quiero cuidar a mi familia. 

-te conviene que me quede contigo.-dijo él y yo lo mire dudosa. ¿Por qué me convendría? 

Me cruce de brazos y alce una ceja esperando que me contestara. Estaba segura que la sabia mi respuesta. El acomodo su cabello algo nervioso y luego me miro.

-mi familia saber sobre tu familia.-

-ya lo sabía- dije- lo diste a entender el día de mi desmayo. 

-Hablando de eso… ¿Cómo estás?

-mis cambios de humor son frecuentes. Pero no quiero hablar de eso contigo. Déjame en paz- le conteste, pasando de un humor pensativo a estar molesta con él. 

Comencé a caminar lejos de él, otra vez hacia el hotel, pero aun así lo escuche decir “¿cambios de humor? Se notan”. Puse los ojos en blanco y seguí caminando, sabiendo que él me seguía. 

Entre al hotel. La muchacha de recepción era otra, le dije cual era mi habitación y me paso la llave. Camine hacia los ascensores pero antes escuche como la recepcionista habla con alguien alegremente. Me di media vuelta y vi a Harry hablando con ella alegremente. Ella le dio unas llaves y luego de sonrojo. El me miro y sonrió divertido. Yo negué con la cabeza y seguí mi camino. 

Ya en el pasillo de mi habitación sentía que me seguía y cuando llegue a la puerta, vi de reojo que el paraba una puerta antes. Gire mi cabeza para asegurarme de que estaba viendo bien y, en efecto, así era. 

-hola vecina- dijo Harry antes de meterse en su habitación y cerrar la puerta. 

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