Deje de correr en cuanto llegamos a mi casa. Había sido una noche bastante emocional para mí y necesitaba volver a la realidad, a lo que soy y a pensar en lo que había sucedido con Harry.
Él me acompañaba, corrimos uno al lado del otro, pero no decíamos nada. Luego de aquel beso simplemente salimos de mi antiguo hogar y comenzamos a correr de vuelta a mi casa. No dijimos nada.
Resople al ya estar en la parte trasera de mi casa, mirando la ventana de mi habitación y escuche a Harry llegar detrás de mi segundos después. Me volteé y le sonreí.
-No quiero irme- dijo.
-yo no quiero que te vayas pero ya esta por amanecer -conteste.
Al amanecer comenzaba el día para nosotros y a partir de ese momento cualquiera de mis hermanos podía ir a mi habitación por cualquier cosa. No estaba segura de que pasaría se veían a Harry, mucho menos después de no verlo por mucho tiempo y que n supieran nada de él.
Harry me tomo de la cadera y me acerco a él, plantándome un beso en los labios y jugando con ellos juguetonamente. Mi tercer beso con Harry. Me separe de él a pesar de que no quería hacerlo.
-tengo que entrar-le dije con una sonrisa de lado. El agacho la cabeza y luego me miro. Me di un beso corto y comenzó a correr lejos.
Me quede mirando cómo se alejaba, los pocos segundos que pude hacerlo y luego trepe hasta la ventana de mi habitación. Ya dentro de esta me saque el saco grueso que tenía y los zapatos para luego tirarme en la cama, cerrar los ojos y pensar en lo que había pasado: escuchar las voces de mis padres y hermana y los besos con Harry, el confirmar que era mi pareja determinada.
Golpearon la puerta de mi habitación mientras estaba escribiendo. Cerré el cuaderno y lo deje sobre la mesita de noche mientras le decía a la persona que se encontraba del otro lado de la puerta que pasara.
Iván entro despacio a la habitación y me saludo con un beso en la mejilla y una sonrisa amable. Lo salude de la misma manera aunque me parecía extraño.
-buenos días, hermana- dijo y en su mente no planeaba nada extraño.
-buenos días- le conteste- ¿Qué te trae por acá, Iván?
-¿Qué no puedo saludar a mi hermana? - Dijo- estamos llevándonos mejor y quiero que siga así nuestra relación, as que... ¿Por qué no pasar a saludarte en la mañana?
Sonreí y el también lo hizo para luego comenzar a caminar hacia la ventana y mirar hacia afuera. Se quedo unos segundos así y luego volteo para mirarme.
-¿Qué hiciste anoche?- me pregunto. - no te escuche en toda la noche. ¿Saliste?
-Sí, salí. Tenía ganas de correr un poco.-conteste lo más normal que pude. No quería que descubriera que había hecho en verdad.
Giro en su lugar y se apoyo contra la ventana. No me miraba, simplemente cruzo sus brazos y fijo su mirada en el suelo.
-¿Estas bien?
-Solo quiero hablarte de algo.
-¿De qué?
-De mi vida de humano- dijo y quedamos en silencio por un buen rato. -Es que se que vos has estado olvidarte de esa parte de tu vida, y sé que has logrado mucho.
-todavía me cuesta
-lo sé. A mí también me cuesta.
Sabía que Iván llevaba muchos años más que yo como vampiro. Elina había sido convertida 20 años más tarde que Bruce, quien había sido convertido cerca de 180 años atrás, luego fue Vanessa que fue transformada 15 años después de Elina. Zac fue el siguiente, 6 años después. Y de allí se fueron a Noruega donde encontraron primero a Jade y luego a Iván, quienes fueron convertidos prácticamente al mismo tiempo, con un años de diferencia, luego de unos 10 años luego de Zac, por lo que tenía unos 98 años de vampiro, casi un siglo.
Se podría decir que todos en mi familia habían vivido cosas muy fuertes de humanos, desde abusos, ser explotados, muertes de familiares, hasta estar solos en el mundo. Todos tenían una historia complicada. Bruce vivía en un campo donde tenía que trabajar desde niño para aportar dinero a su familia y dar de comer a sus hermanos más pequeños, Elina era abusada por su patrón, Vanessa moría de hambre por su hermana y su madre, Zac era un chica problemático que siempre se metía en problemas y peleas, Jade era explotada por sus padres drogadictos quienes la obligaban a robar y pedir, Carrie era huérfana que nunca encontró un hogar y vagaba por las calles, Nick había sufrido el asesinato de sus tíos, con quienes vivía a los 16 años e Iván vivía en la fría Noruega junto con su padre, quien lo golpeaba.
Y luego estaba yo. No había sufrido todo eso. Tenía una familia, un buen estatus económico, amigos, estudiaba. Mi vida era perfecta comparada con la de ellos y sin embargo me transformaron, muchos años después de haber sido transformado Nick: 69 para ser exactos.
Pero... ¿Por qué Iván quería hablar conmigo sobre eso? ¿No había sido para él un alivio liberarse de los azotes de su padre?
-Iván, ¿extrañas a tu familia?
-¿Qué familia, ______? ¿Mi padre? Para nada- dijo- saber que no me podía pegar más fue algo que me alegro toda la vida.
-¿Entonces?
- Es horrible vivir con el recuerdo de mi vida humana. Sé que vos lo sufrís de otra manera, porque en realidad vos sufrís porque extrañas a tu familia, desearías seguir junto con ellos. Pero yo sufro por recordarlo.
Lentamente se fue acercando a mí y se sentó en la cama a mi lado. Lo abrace lo más fuerte que pude sin que sintiera la fuerza y él me devolvió el abrazo.
-Siempre tuve celos de tu vida humana, _______-dijo de repente. -por eso te trataba como te trataba. No entienda el porque te habían transformado porque eras un caso diferente a nosotros.
-Siento que hay un pero en todo eso.
-lo hay- dijo mientras reía un poco. - cuando me entere que eras la portadora de la Luz Roja supe que eras un vampiro porque era tu destino serlo y me alegre que fueras parte de esta familia, de que fueras vos. Si yo fuera el destino, hubiera elegido a la misma persona.
-¿De verdad?
-De verdad.
Era lindo saber él porque de su antigua actitud para conmigo. Siempre me había preguntado aquello y nunca se me había ocurrido eso. Pero tenía lógica y lo entendía, seguramente yo hubiera actuado igual. Pero me alegraba saber que ya no pensaba así.
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Red Light™
General FictionNo tenia sentido. Nada lo tenia. Desde aquel día en que mi vida había cambiado completamente, nada tenia sentido, todo podía pasar y aun así, yo seguía sorprendiéndome de la mayoría de las cosas que me pasaban. Ya había escuchado la leyenda de “la l...