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Audrey


Había escuchado tantas historia sobre mi que no sabia cual era más popular; pero si sabía que la menos popular era la verdadera. Pues, nadie en esta preparatoria pasaba desapercibido para Leah -Anorexica y barata- Seling.

Deje caer mis cuadernos en su mesa provocando un fuerte ruido que llamó la atención de todos. Realmente nunca me había importado lo mas mínimo sus comentarios hacia mi persona, nadie me conocía realmente para criticarme y solo eran historias falsas. Hasta que comenzó a decir que era lesbiana, Asocial solo porque Jackson me había dejado. Y necesitaba atención. Lo de Lesbiana, tengo mi sexo bien definido. Y si quería podía preguntarle al mismísimo Jackson si tanto le interesa. Sobre Asocial, ya era mi culpa, debido a acontecimientos del pasado sobre mi estado, prefería a los humanos alejados de mi. Leila mi mejor amiga, por supuesto, era una excepción. 

Todos apartaron la mirada rápidamente al verme enfadada y a punto de explotar. Si no tuviera un autocontrol, juraría que mi loba hubiera sido liberada desde hace mucho. Una chica entró al aula de clases, su cabello rojizo y su nariz operada fueron mi señal para actuar. 

La chica comenzó a llorar, estaba asustada, presionaba su cuello de manera que le impedía gritar. Sentía su cuerpo vibrar, y sus ojos enrojecieron. —Te gusta destruir personas ¿No, Leah?—. Pregunte cinicamente. Todos estaban en completo silencio observando aterrorizados, yo nunca había sido una molestia para nadie, incluso hacia los trabajos sola para evitar futuros problemas. —No eres consciente del impacto que causas en las personas con tus palabras, estoy equivocada, claro que eres consciente; por eso lo haces.

—Déjala, Lawson —. Reconocí la voz de Lydia Martin, la observe unos segundos. ¿Por que Leah no es como ella? Lydia había demostrado ser la mejor persona en toda esta preparatoria -Después de Scott y Stiles- todos tenían una versión errónea de ella. 

—Escúchame bien, Leah, si escucho de nuevo rumores sobre mi persona o de cualquiera, se donde vives —. Le guiño un ojo y ella esta totalmente pálida, suelto su cuello y esta se desvanece en el suelo, inmediatamente sus amigas la ayudaron y vieron si estaba bien. — Tus historias son tan falsas como tu nariz—. Agregue antes de comenzar a alejarme. 

No quería ser conocida como la bravucona de Beacon Hills, pero no entendía como los humanos eran tan crueles.

Camino hasta la biblioteca para buscar el libro de Biología que necesitaba para hacer un informe. Al entrar, note que la bibliotecaria no estaba. Gracias a Dios dejó la libreta donde firmas si te llevas un libro. Me dirigí hasta los estantes de los libros más antiguos, siempre tenían mas información que los nuevos.

Intente alcanzar el libro que estaba en el último estante, lo cual fue inútil debido a mi 1.60, camino hasta la mesa cercana y arrastro una silla para luego subirme y bajar el libro. Cuando mi misión es un éxito y estoy lista para bajarme y firmar.  Un chillido retumbó en mis oídos, causándome un dolor de cabeza, ante la impresión me caigo de la silla, rompiéndola. Hago una mueca de dolor, retorciéndome.

Me tapó los oídos intentado cesar aquel molesto chillido, pero fue imposible. Se hacia cada vez mas intenso, estaba perdida, sola y adolorida. 

Y de repente, todo se volvió negro.


Mis ojos se abren, ya no me encuentro en la biblioteca, me siento y analizo el lugar; estoy en la enfermería. A mi lado se encuentra Scott McCall, quien me observa fijamente. —¿Quieres un autógrafo?—. Le pregunto, este rueda los ojos.

¡Oye, Stiles!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora