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Estaba acompañando a Derek a la pista de hielo, junto a Erica e Isaac. La primera parecía fastidiada de mi presencia a todos los lugares que iba Derek, y el último no me tomaba importancia, incluso ya me había aceptado como parte de su manada. Boyd no tardaría en llegar, y lo esperaban pacientemente. —Aún no comprendo por qué ella tiene que acompañarnos a todos lados—. Dice Erica en tono molesto. Me giro para mirarla, de seguro mi cara era de pocos amigos porque Derek no opinó nada al respecto. —Mírala, sólo es una loba, no es importante—. Acomoda su cabello, intentando captar la atención de los chicos presente.

Me encojo de hombros. —Antes de quejarte, piensa en ello, ¿quién ha estado para Derek desde pequeña? ¿quién es la más fuerte de las dos? ¿quién si puede protegerlo en vez de estar coqueteándole y dejando de lado sus prácticas?—. Pregunto sarcástica. —Podrás ser muy linda y sexy ahora, Erica. Pero recuerda que mi belleza es natural desde que nací, soy completamente lobo y no me mordieron, puedo patear tu lindo trasero y enviarte a otro continente en un abrir y cerrar de ojos, así que te pido que dejes de ser tan patética, aunque sea imposible para ti—. Comento, Isaac y Derek quienes estaban al pendiente de nuestra conversación no intervinieron en la pequeña pelea que había formado la rubia. 

Erica se mantuvo callada hasta que la voz de Scott retumbó en mis oídos. —Si quieres amigos, puedes hacer mejores que Derek—. Dice Scott, y reprimo una sonrisa que se borra al instante que Derek hace presencia en la escena. —Deberías escuchar algunas reseñas antes de tacharme como un buen amigo—. Isaac y Erica estuvieron de su lado, apoyando su comentario y dando su opinión al respecto. Era cierto, la vida de ambos había cambiado gracias a la mordida. 

Cuando Derek le propinó el primer golpe a Scott, mi mirada se conectó con la de Isaac quien no me detuvo cuando empujé a Derek para alejarlo de mi amigo. —¡Se trata de poder! ¡No lo hace por ustedes, sino por el mismo!—. Gritó Scott intentando convencerlos de que era una mala idea. —Scott, cállate—. Le ordeno. Curiosamente obedece, y deja escapar un suspiro de frustración. Miro a Derek quien está cruzado de brazos y me da una mirada de advertencia sobre lo que acababa de hacer. —Tú, vete con tus betas, me quedaré con él—. Le digo mientras ayudo a Scott a levantarse, tiene una herida profunda en su estómago. Derek asiente y se pierde de vista, seguido del par y de Boyd. 

Caminamos hasta la clínica veterinaria, Scott se separó de mi y alzó su camiseta mostrando la herida. —¿Por qué no se está curando, Audrey?—. Pregunta asustado. —Porque te lo hizo un Alfa—. Respondió Deaton en mi lugar, no pasé desapercibido el olor a muerto que desprendía el cuerpo en la mesa metálica. Deaton abrió la piel, Scott hizo una mueca de asco. 

Mi mirada se posó en la herida de Scott y me acerqué a él. Mis ojos se tornaron rojos, ayudé un poco a que la herida se curara más rápido, una vez que noté que no hacía falta que siguiera ayudando, me alejé. —Stiles me comentó que estás enojada con él—. Comenta Scott en un murmuro, lo miro unos segundos. —Eh, no estoy enojada con él, me sentía mal, es todo—. Miento, pero Scott parece no notarlo. 

— Recuerdo que cuando eras niña, Derek solía venir seguido, siempre fuiste demasiado débil en ese sentido, cualquier virus nuevo que se presentase en humanos, tú eras la primera en enfermarte—. Comenta Deaton. —¿Cómo sabes todo eso? ¿Por qué estás familiarizado con los Alfas y Derek?—. Pregunta Scott. 

Deaton mira el cadáver. —Es una larga historia. Pero puedo asegurarte que conozco a su especie, puedo ayudarles. Pero quién hizo esto...es diferente—. Se muestra decidido. —No estoy seguro qué lo hizo, pero puedo asegurarle que los Argent lo saben. Tienen un libro de todo lo sobrenatural que se les ha presentado en su vida, desde anotaciones hasta historias de todos los seres sobrenaturales. 

¡Oye, Stiles!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora