48 | Final.

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Scott. 


Abro mis ojos, tardo unos segundos en acostumbrarme a la luz. Me incorporo en la cama. El sonido de la puerta llama mi atención. Me pongo de pie y camino hasta ella, al abrirla, Argent está del otro lado. —Vamos—. Ordena. 

Tomamos caminos separados al salir, él se dirige hacia su camioneta mientras que yo me dirijo hasta la moto. Me subo en ella para luego ponerme el casco. 

Voy a contarles una historia. Puede que les resulte familiar. Estaba este chico. Dieciséis años, solo, y corriendo por su vida. Él no podía verlos, pero los escuchaba acercándose. Tenían armas, ballestas. Lo estaban cazando. Empezó en la noche de luna llena. Algo fue hacia él. Algo lo mordió. Y cambió su vida. Lo cambió todo. 

Está sentado, intentando respirar con normalidad. Hago brillar mi ojos, él me responde haciendo brillar los suyos. Un beta. Me acerco hasta él y me agacho para mirar la flecha en su pierna. Al sacarla, él suelta un grito de dolor.

En la camioneta, lo miro. —¿Cómo te llamas?—. Pregunto. —Alec—. Responde desde el asiento trasero. —¿Lo has entendido bien, Alec?—. Cuestiono mirándolo. —¿Es eso lo que te pasó?—. Cuestiona Alec. 

— Tengo mi propia historia. Pero hubo partes que no esperaba. Personas...Que pensé que estarían conmigo para siempre...Fueron los que perdí—. Respondo, mirando a Argent. — Personas en las que nunca pensé que confiaría...Terminaron salvando mi vida. Más de una vez—. Argent me mira y sonríe. 

—Todos tenemos historias—. Comenta Argent. — Todos en la mía están muertos—. Confiesa Alec. — Sí, pero no lo estás. Ahora estás con nosotros—. Digo mirándolo. — Entonces, ¿qué pasa luego?—. Cuestiona Alec. —Tú historia, ¿cómo termina?—. Agrega. 

Todos están disparando, asomo un poco mi cabeza para buscar a Malia quién está sentada detrás de un contenedor de basura. —¡Malia!—. Grito. Me fijo en que uno de los cazadores está apuntándome. 

El jeep termina golpeándolo y enviándolo lejos. Me fijo en su conductor. —No pensaron que harían esto sin mí, ¿verdad?—. Cuestiona Stiles. —¿Sin nosotros?—. Agrega Derek haciendo brillar sus ojos y dando un salto.

Comienzan a golpear a los cazadores hasta dejarlos inconscientes, seguido de Malia y Peter. Me apresuro en llegar hasta Deucalion. Una cabellera castaña llama mi atención, reconozco a una Audrey que golpea a tres cazadores con un arma a la vez. ¿Había llegado junto a Stiles?. 

Dos camionetas se van del lugar. — No puedo creer que no nos dijeran nada sobre esto. Nada. Ni una sola palabra—. Se queja Stiles. — Teníamos razones. Muy buenas razones—. Defiende Lydia. —Gerard...Lo que él más teme...No puede vencerte. Y lo sabe—. Dice Deucalion.

Su mano deja de apretar la mía. — Realmente empezó, ¿verdad?—. Cuestiona Malia. — ¿Qué empezó?—. Pregunta Stiles. —Una guerra total—. Respondo incorporándome. Camino hasta Derek para luego abrazarlo. —Por mucho que me guste esta improvisada reunión familiar, ¿qué estás haciendo aquí?—. Cuestiona Peter. 

— ¡Fósil! Vaya, nunca pensé que te extrañaría—. Admite Audrey dándole un abrazo rápido. —No me toques, chiquilla—. Se queja Peter. —Pensé que finalmente me había librado de ti—. Añade. 

— Te has muerto como tres veces, creo que no eres la persona indicada para decir algo así—. Indica Audrey divertida. Mi mirada conecta con la de Audrey, ella me abraza con una sonrisa. —Encontré una manada masacrada en Brasil. Había dos palabras escritas en la pared. "Beacon Hills"—. La suelto para mirar a Derek. —¿Volvieron por Beacon Hills?—. Cuestiono. 

¡Oye, Stiles!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora